No existen países pequeños, cerrados y prósperos. Si bien la literatura respalda los beneficios de la apertura comercial, para China, India o EEUU la discusión es bastante menos lineal y simple que para nosotros.
No es novedoso que la cultura juega un papel relevante en el desarrollo de los países.
La política parece estarse alineando para promover un aumento del gasto público este 2021. Las condiciones admiten una expansión focalizada y coyuntural del mismo. Este tema viene concentrando toda la atención esta semana.
En la década del 1950, junto a los primeros indicios del fracaso del modelo basado en sustitución de importaciones, apareció con fuerza un drama que nos acompañaría con crudeza hasta finales del siglo XX: la inflación.
Es incomprensible la contundencia de algunas conclusiones que se vieron estos días a raíz de la decisión de ajustar la BPC por IMS y no por IPC. Más difícil de entender aún es cómo las energías estuvieron concentradas en el impacto sobre el IRPF.
Participar en el juego de la democracia liberal no significa estar de acuerdo con ella”, esto decía en los 90 algún destacado político uruguayo.
El equilibrio entre técnicos y políticos en una discusión muy vieja que en nuestro país ha sido muy bien abordada por Adolfo Garcé. Su conclusión general es que Uruguay tiene un desequilibrio en favor de los políticos y falta más conocimiento especializado a la hora de elaborar políticas públicas.
Da un poco de pudor hacer pronósticos económicos para 2021 después de la paliza que nos llevamos en 2020. Todo lo previsto en diciembre de 2019 se fue a la papelera ni bien los mercados comenzaron a bailar al ritmo del Covid.
Ajustar tarifas en un contexto inflacionario, no fue un tarifazo antes y no es un tarifazo ahora
Lo primero es aclararnos a qué nos referimos por renta básica. La idea de Renta Básica Universal surge como una propuesta de realizar una transferencia monetaria a todos los ciudadanos de una sociedad sin ningún tipo de contrapartida.