Uruguay busca alcanzar la calificación de deuda “A”, qué chances tiene y ciertas alertas de economistas

Actualmente el país detenta la nota BBB+ según Standard & Poor's, y Baa1 según Moody’s. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se ha propuesto lograr mejor calificación; todo un desafío.

Gabriel Oddone
Gabriel Oddone
Foto: Leonardo Mainé/El País

El ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone,reveló a El País que la cartera está trabajando en la mejora de indicadores con el objetivo de que Uruguay alcance el nivel de “A” en la calificación de deuda.

Actualmente el país tiene la nota inmediata anterior en dos de las principales agencias de riesgo: BBB+ para Standard & Poor's, y Baa1 para Moody’s.

“Bancos de inversión nos han dicho que Uruguay tiene oportunidades para poder aspirar a eso (calificación A-/A3) y, por lo tanto, estamos empezando a trabajar con una agenda para levantar o atacar aquellos temas que restringen ese acceso”, afirmó Oddone, recordando que esto es competencia de la Unidad de Gestión de Deuda del MEF, la cual está dirigida por Herman Kamil.

A su entender, si las condiciones internacionales se mantienen sin grandes cambios o se vuelven más favorables a Uruguay, se podría alcanzar esta meta en este período de gobierno.

Lo cierto es que cuanto mejor es la calificación crediticia, más posibilidades de captar inversiones, y también bajan los intereses que el país tiene que pagar por concepto de deuda, lo que libera recursos para otras prioridades.

El País consultó a economistas que opinaron, con distintos matices, que esta meta es muy ambiciosa, ya que Uruguay tiene un déficit fiscal alto y un crecimiento del PIB bajo, pero que existen indicadores a su favor, como su estabilidad institucional e inflación controlada desde hace un par de años, entre otros.

Deborah Eilender, investigadora del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), planteó a El País que la actual calificación crediticia de Uruguay, un par de escalones por encima del grado inversor, es la más alta en la historia del país. “Si bien no tenemos la calificación crediticia más alta de la región, sí tenemos el riesgo país más bajo de la región”, afirmó.

Sin embargo, analizando diversos factores, Eilender consideró que, por lo menos a corto plazo, Uruguay no tendría margen para aumentar esta calificación, porque, además, la perspectiva que indican calificadoras de riesgo es “estable”, aunque no descarta la posibilidad en el largo plazo.

¿Qué se debe hacer para llegar a la “A”? Los economistas coincidieron en que Uruguay debería mejorar sobre todo su nivel de deuda, que es muy alto comparado con la de países con calificación A, e incluso con países con su misma calificación crediticia. “Chile es el único país en la región que tiene la calificación A y su deuda en relación al PIB de 37,9%; en cambio, nuestra deuda está en 57%”, observó la economista del CED.

Luciano Magnífico, gerente de Asesoramiento Económico de Exante, coincidió en que el objetivo de mejorar la calificación de Uruguay es muy “desafiante”. Para ello, la economía uruguaya —dijo— deberá alcanzar y sostener tasas de crecimiento superiores a las registradas en la última década (que estuvieron algo encima de 1% anual), lo que se lograría aumentando la tasa de inversión, que se ubica actualmente en niveles muy bajos en una comparación internacional, así como promover el impulso a la productividad.

MEF
Fachada del edificio sede del Ministerio de Economia y Finanzas (MEF), ubicado en Colonia 1089, en el barrio Centro de Montevideo, ND 20230426, foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

“También será necesario procesar una corrección importante del desequilibrio en el frente fiscal”, agregó, observando que el rojo de las cuentas públicas consolidado (excluyendo el ‘efecto cincuentones’) se ubica por encima de 4,5% del PIB. “A todas luces esto es inconsistente con el objetivo de mejorar la calificación crediticia”, dijo a El País.

El economista de Exante hizo foco en los niveles de inflación logrados —4,09% en noviembre— como algo positivo hacia la meta de calificación “A”, aunque destacó que habría que llegar a los estándares internacionales, ubicados en el orden del 3% anual. Al respecto, cabe recordar que el Banco Central (BCU) se ha propuesto 4,5% como meta en este período de gobierno.

Por su parte, la economista Gabriela Mordecki, profesora de la Universidad de la República (UdelaR), consideró “muy bueno” el objetivo del MEF sobre la calificación de la deuda, ya que Uruguay tiene terreno ganado en ese sentido, como ser: su estabilidad macroeconómica, su prestigio en el exterior, el riesgo país bajo, los bonos uruguayos que cotizan bien (son un indicador de la confianza del mercado) y la baja inflación (que viene del gobierno anterior y se ha mantenido). Asimismo, señaló que en el exterior se ha visto con buenos ojos el amplio acuerdo logrado en la votación del Presupuesto. “Las calificadoras miran todos esos factores, no solo el déficit fiscal”, apuntó.

Mordecki insistió en que el déficit fiscal no es un factor determinante necesariamente, ya que por ejemplo, el gobierno de Javier Milei en Argentina logró superávit, pero las calificadoras no mejoraron su nota. (La excepción fue S&P que pasó en estos días la calificación de riesgo de la deuda argentina en moneda extranjera y emitida a largo plazo de CCC a CCC+, pero todas las otras calificadoras han mantenido sus notas).

En cuanto a Brasil, es una gran economía, pero tiene no solo un déficit fiscal alto, sino serios problemas en el Congreso, por lo que no ha recuperado su grado inversor, agregó Mordecki.

La docente entiende que Uruguay está en un buen camino al ser “ambicioso” en sus metas y que, para lograr el objetivo de calificación “A”, hay que apuntar a hacer crecer la economía, como ha señalado Oddone, y para eso fomentar la aparición de nuevas inversiones.

Avanzar en la adhesión al acuerdo Transpacífico y, más especialmente, la ratificación del pacto Mercosur-Unión Europea (UE), postergada hasta el mes próximo, también serán a su entender oportunidades de nuevos negocios y de inversiones, que terminarán reduciendo el déficit fiscal, según proyectó, aunque aclaró que son procesos lentos.

Lo cierto es que las calificadoras de riesgo vienen recomendando a Uruguay mejorar el déficit fiscal desde hace años y evaluaron muy positivamente la reforma de la seguridad social que se aprobó en 2024, por su impacto en las cuentas del Estado.

No obstante, la reforma de la seguridad social no es un tema cerrado y se ha retomado en el “Diálogo Social” que se lleva a cabo con la participación del sector público, privado y la sociedad civil.

Otros factores que pesan en el grado inversor son el entorno internacional, que es complejo e incierto, e impactará en gran medida en lo que en Uruguay se pueda hacer en cumplimiento de metas. “Subir en la escala es difícil y lento. Lo han hecho países asiáticos, porque tuvieron crecimientos impresionantes. Aun así lo lograron a lo largo de 25 años”, agregó Mordecki.

De su lado, el economista José Antonio Licandro dijo a El País que las calificadoras de riesgo no están pensando ni en aumentar, ni en disminuir la calificación de Uruguay, pero hay factores en contra de peso, como la situación fiscal que empeoró en el año 2023, el bajo crecimiento del PIB y el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) que está dando tendencia ciclo cero o casi cero desde el pasado abril, enumeró, aunque también notó que la recaudación tributaria y el empleo están estables.

“El aumento del ratio de inversión parece que no va a ocurrir pronto, las expectativas de los empresarios, según estudios de Exante, empeoraron, y los consumidores venían con un optimismo moderado y ahora cayeron en neutro”, agregó. “Lo que sí goza de buena salud es el déficit fiscal”, ironizó el economista.

Antonio Licandro
José Antonio Licandro, economista
Foto: Leonardo Mainé

Licandro observó que la política fiscal plantea más gasto a futuro. “Los US$ 140 millones que aparecen como gasto adicional en el presupuesto, parece que no es mucho y sí lo es”, acotó.

¿Continuidad de políticas públicas?

Lo que más le preocupa a Licandro son las “señales negativas” —dijo— que este gobierno le está dando a los inversionistas: la prohibición del ganado en pie (“se revirtió la medida, pero la señal estuvo”, dijo), la propuesta de que los empresarios deben avisar los despidos con anterioridad a la ejecución de la medida (“eso será una barrera para nuevas contrataciones”, comentó), y las iniciativas del Ministerio de Trabajo con la Pesca (“prácticamente se les exige renovar la flota, como si ya no tuvieran problemas”, opinó).

A esto agregó otros temas espinosos que han surgido, como lo sucedido con el proyecto Arazatí (Neptuno), respaldado por el gobierno de Lacalle Pou y luego cancelado por el gobierno actual, de Yamandú Orsi. Y el conflicto por el contrato con el astillero español Cardama, que generó tiranteces entre las administraciones. Asimismo, mencionó el “Diálogo social” que, a su juicio, intenta revertir el aumento de edad de jubilación que establece la reforma de la seguridad social.

“Es peligroso el juego de tirar para atrás lo que hizo el gobierno anterior. Más allá de que se diga que Uruguay se caracteriza por la continuidad de las políticas públicas con los cambios de gobierno, sí hay discontinuidades. Y lo que está sucediendo son malos mensajes”, resaltó.

“Yo veo buena intención de parte del gobierno, pero hay muchas pugnas internas y se están haciendo cosas que van en contra de los mensajes promercado que el ministro (de Economía y Finanzas) Oddone propone”, afirmó Licandro, hablando en general y sobre todo en relación a la discusión sobre el impuesto del 1% a los más ricos en el país.

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