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Las oportunidades y amenazas que debe analizar el gobierno en el TLC con China, según expertos

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Ignacio Bartesaghi habla en foro de ACDE. Foto: El País

FORO ACDE

Cuáles son los desafíos, las posibilidades y las amenazas para la industria, el impacto negativo que puede tener en algunos sectores y cómo debería ser el acuerdo.

El gobierno anunció en septiembre que inició negociaciones formales con China para la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC). A partir de ese momento ha estado arriba de la mesa la discusión sobre cuáles son los desafíos, las posibilidades y las amenazas para la industria, el impacto negativo que puede tener en algunos sectores y cómo debería ser el acuerdo.

De eso y otros temas hablaron ayer el director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica, Ignacio Bartesaghi, el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-China, Gabriel Rozman, y el presidente de la comisión de Comercio Exterior de la Cámara de Industrias, Washington Durán en el evento “TLC con China. El comienzo de la apertura al mundo” que realizó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE).

Bartesaghi cree que la expectativa de la firma del tratado va más por diversificar la colocación de productos que por aumentar la profundización. Habría un impacto inmediato en los que exportan y pagan aranceles, pero entiende que es un estudio interesante ver qué no se vende.

Asimismo, recordó que un TLC no es solamente “bajar el arancel”, sino que tiene una gran cantidad de capítulos. En el caso de China, es un “escalón más en su asociación estratégica”.

Además, entiende que es una “simplificación” pensar que el impacto negativo que puede tener el tratado en algunos sectores industriales sería un problema en la negociación. “Hay espacio” para proteger algunos sectores -si es que se necesita- porque China no está buscando el mercado uruguayo, sino que tiene una estrategia más amplia.

Aclaró que sería una mentira decir que el 100% de los sectores se va a beneficiar con un TLC. En esa línea entiende que el estudio que hace el gobierno debería incluir los que tengan un impacto negativo. El Estado también tendría que resolver qué se va a hacer con ellos, y marcó que con el Mercosur “no existieron políticas de apoyo de reconversión lo suficientemente ambiciosas”.

A su vez, comentó que los problemas de competitividad en algunos sectores son estructurales. “¿Vamos a decir que el calzado y la vestimenta en Uruguay tienen un problema solo por China? Es mucho mayor que eso”, añadió.

Bartesaghi también habló sobre la relevancia de la venta de servicios, y explicó que China compra más de lo que vende y que es un gran jugador a nivel mundial. Al mismo tiempo señaló que en Uruguay se suele hablar solamente de bienes, aunque destacó que tiene potencialidad en algunos ítems y que puede aprovechar la situación para avanzar en la materia.

Por otra parte, explicó cómo China lleva adelante sus acuerdos. El director del Instituto de Negocios Internacionales dijo que no es cierto que el gigante asiático no cierra acuerdos con economías pequeñas, y puso de ejemplo Maldivas, Costa Rica y Georgia. A su vez, indicó que sus tratados cada vez son más modernos, es pragmático en las negociaciones y puede cerrar un TLC en ocho o nueve meses.

Qué se quiere.

Rozman dijo que Uruguay tiene que entender lo que quiere y aprender a pedir lo que le conviene. China “siempre va a depender de países que le den de comer”, pero hay que saber cómo llegar al país asiático.

Sobre el área de servicios, comentó: “Tenemos cosas, pero me parece que no las vemos. Tenemos alguna exportación a Japón de la parte tecnológica, y somos el número uno en venta a Estados Unidos per cápita de América Latina. ¿No podemos hacer algo en China? Y, es que no conocemos el mercado”.

Además, explicó que, así como las compañías chinas venden en occidente con sistemas y procedimientos del mundo occidental, “nosotros tenemos que entender qué se vende en China”.

Por otra parte, expresó: “No podemos exportar 100 zapatos o 100 botellas de grappa. Los volúmenes tienen que ser adecuados para venderle a China, y esos son riesgos que tiene que tomar la industria” uruguaya. Se tiene que ver al país “como un gran comprador. Una vez que nos establecemos, tenemos que poder proveer. Lo hemos hecho con la carne”.

El tratado.

A su turno, Durán destacó que con China se tienen asimetrías “muy grandes” en lo vinculado al tamaño de la economía y las escalas de producción, así como en la cultura y la gobernanza. Esos aspectos, según entiende, hay que tomarlos en cuenta en la negociación, ya que no se trata de solo firmar un acuerdo donde se rebajan los aranceles.

En esa línea cree que hay que hacer un TLC que sea ejecutable y sirva de herramienta para apalancar el comercio. Por ello, cree importante que la “letra y toda la gobernanza haga que nos podamos alejar con tranquilidad de una eventual controversia”.

En cuanto a la posibilidad de que empresas chinas inviertan en Uruguay, traigan tecnología y generen productos, Durán cree que es una aspiración válida. No obstante, marcó que es una realidad que Uruguay echa al inversor extranjero.

Hay “innumerables ejemplos de empresas chinas que han querido venir” y, cuando avanzan en su análisis, concluyen que no pueden trabajar por la rigidez laboral de Uruguay, temas de costos y problemas estructurales, comentó.

Asimismo, cree que un “acuerdo de estas características puede empujar al gobierno a que adopte cambios estructurales que necesita el sector industrial y el país”.

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