¿Los empleos verdes son diferentes a los que se tienen actualmente? El análisis de Fernando Álvarez

Los trabajadores de América Latina están en empleos verdes, mientras que en los países de la OCDE son el 9%.

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Energia eolica
Energía eólica.
Foto: Nicolas Pereyra/El País.

Por Fernando Álvarez, economista senior de investigaciones socioeconómicas de CAF
Como todo proceso transformador, la transición energética tendrá efectos en el mercado de trabajo. Entenderlos será fundamental para identificar las políticas necesarias para minimizar los potenciales impactos desfavorables de la transición energética y aprovechar al máximo sus oportunidades. Un punto de partida para entender las implicancias del mercado laboral de este fenómeno es explorar cómo se diferencian los empleos verdes de los no verdes.

Para clasificar una ocupación como verde utilizamos la red O*NET (Occupation Information Network). Esta base de datos distingue entre tres tipos de ocupaciones verdes: aquellas que se generan a causa de la transición (por ejemplo técnico en paneles solares); aquellas que ya existen pero necesitarán readecuarse para hacer frente a la transición (por ej. arquitectos que necesitarán aprender cómo adecuar las construcciones para afrontar la nueva transición) y aquellas existentes que, aunque no verán cambiar las habilidades requeridas, verán incrementar su demanda de cualquier forma, como los técnicos electricistas.

Esta clasificación se implementa en la base de datos del programa para la evaluación internacional de las competencias de los adultos (Piaac por sus siglas en inglés), que provee información para 4 países de la región (Chile, Ecuador, México y Perú) y para países de la OCDE. La información incluye resultados en pruebas de habilidades cognitivas, salarios, así como edad, género y educación de los trabajadores, entre otros datos de interés. Según el análisis se identifica que, en promedio, al menos 7% de los trabajadores en los países de América Latina están en empleos verdes; cifra ligeramente inferior al promedio OCDE, equivalente al 9%.

También se identifica que la proporción de hombres en empleos verdes en los países de la región es 18 puntos porcentuales mayor que en empleos no verdes. Asimismo, los empleos verdes muestran mayor incidencia de personas en el rango etario de los 31 a 50 años.

Por otra parte, los empleos verdes suelen ubicarse con mayor frecuencia en el sector privado y en firmas de mayor tamaño, y tienen más probabilidades de ser un trabajo formal y a tiempo completo que los empleos no verdes. Respecto a las habilidades requeridas, las personas que trabajan en empleos verdes tienen, en promedio, mejores puntajes en habilidades numéricas o matemáticas, y realizan con mayor intensidad tareas abstractas, y en menor medida, tareas rutinarias. Finalmente, un trabajador en un empleo verde tiene un salario 21% mayor que uno en un empleo no verde.

Este premio salarial puede deberse; sin embargo, a que los empleos verdes suelen estar en empresas de mayor calidad (formales y más grandes); o también al hecho de que estos empleos demandan distintas habilidades y una mayor proporción de tareas abstractas ¿sobrevive la brecha salarial entre empleos verdes y no verdes una vez descontamos los efectos de estos factores?

Para los países de la región la respuesta es sí. La brecha se reduce en apenas un 20%, de 0,21 a 0,18, al incorporar los controles por características del empleo, de la empresa (especialmente su tamaño), así como las habilidades de los trabajadores y el nivel de abstracción de tareas requeridas. Es decir, en los países de América Latina, aun incorporando dichos controles, existe una brecha salarial considerable no explicada. En contraste, en los países de la OCDE, la brecha salarial entre empleos verdes y no verdes se reduce al punto de ser estadísticamente no significativa al incluir estos controles.

Este premio salarial que persiste en América Latina apunta a que pueden existir fricciones laborales en la región que podrían dificultar la reasignación de trabajadores entre tipos de empleos. Estas fricciones podrían estar del lado de la oferta, por ejemplo, por un mayor poder de negociación para los trabajadores en ocupaciones verdes, o por el lado de la demanda, por ejemplo, por la existencia de una mayor competencia por los trabajadores por parte de las empresas.

Finalmente, el análisis sugiere que, para favorecer esta reasignación de empleo originado en la transición energética, pueden ser importantes políticas de capacitación laboral, a fin de que dotar a algunos los trabajadores de estas habilidades requeridas por los empleos verdes. Este es uno de los temas tratados en el nuevo Reporte de Economía y Desarrollo de CAF, titulado Energías Renovadas: Transición energética justa para el desarrollo sostenible, en el que también se abordan los desafíos simultáneos de hacer crecer el ingreso por habitante de manera considerable y sostenible, disminuir los niveles de emisiones y reducir la desigualdad en los próximos años.

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