La preocupación por el dólar bajo quedó patente en el Desayuno Ceres organizado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) en el Club de Golf ayer.
Ante un auditorio de 350 empresarios, el director ejecutivo de Ceres, Ignacio Munyo, realizó una presentación de casi dos horas titulada “Conceptos claros en tiempos confusos: Situación actual y proyección del Uruguay”.
Allí destacó que la “economía uruguaya está atrapada en un fenómeno serio de atraso cambiario”. Este aspecto centró gran parte de su exposición. “Hoy estamos 26% abajo del promedio histórico en el tipo de cambio real” lo que es una “situación gravísima con respecto a los socios comerciales (como Brasil, China y Estados Unidos), pero también con competidores directos (como Australia o Colombia que es fuerte en servicios)”, afirmó.
Las proyecciones de Ceres indican que el tipo de cambio real estará al cierre de 2024, 20% por debajo del promedio histórico. Es un “problema grande que Uruguay tiene para adelante”, enfatizó.
Si bien los consumidores perciben que el dólar bajo les permite viajar y comprar electrodomésticos más fácilmente, Munyo desmistificó esos supuestos beneficios, al afirmar que el atraso cambiario “muerde” el crecimiento del país y constituye “una especie de muerte lenta”. Recordó que históricamente “cuando hay atraso cambiario relevante se crea la mitad de puestos de trabajo y la inversión es menos de la mitad” que en condiciones normales.
Conflictos a largo plazo
“Estamos en una trampa del atraso cambiario” remarcó Munyo y dijo que es “muy difícil” salir de ella por los “conflictos” que implicaría.
Ceres estimó que si se redujera a la mitad el atraso cambiario (con un alza del tipo de cambio de 12,5%, a un dólar a $ 42,70), la inflación se iría al 8,7%. Del otro lado, para que la inflación baje a 6% (el “techo” de la meta del gobierno), el dólar debería terminar el año en $ 37,30 (ayer cotizó en $ 37,912, ver aparte).
Munyo cuestionó a “algunos colegas” y al Banco Central (BCU) que dicen que Uruguay ahora es más caro porque el país cambió debido a ganancias de productividad. Según cálculos de Ceres, el tipo de cambio real en base a los fundamentos económicos con esta medición, igual “está 25% abajo del nivel de equilibrio”, señaló su director ejecutivo. “Midamos como lo midamos, el problema es grande y existe”, añadió.
El problema es la dificultad para poder salir de esta “trampa de atraso cambiario” porque “implica entrar en conflicto con la planificación macroeconómica, con los sindicatos, entre empresas o con el sector público”, graficó el director ejecutivo de Ceres.
Uno de los principales conflictos se daría porque la suba del dólar va en contra del objetivo de bajar la inflación y llevarla a la meta del gobierno de entre 3% y 6%, pero también contra la estrategia de emitir deuda en pesos nominales, porque los inversores extranjeros requieren que la inflación sea baja para comprar esos títulos.
Asimismo, produciría conflictos con el movimiento sindical, considerando la pauta planteada por el gobierno de una inflación esperada del 5% y con negociaciones colectivas en puerta. Además, un alza del dólar iría en contra del cumplimiento del compromiso del gobierno de la recuperación del salario real a los niveles prepandemia.
Pero los frentes de conflictividad se extenderían -prosiguió Munyo- con los intereses empresariales, ya que algunas empresas están viendo buenos resultados financieros en esta coyuntura, o se podrían ver afectadas ante cambios de regulación asociados a mayor libertad para importar. Es decir, se podrían sumar conflictos con el sector informal que vive del contrabando .
Salir del diferencial cambiario generaría también conflictos dentro del sector publico, básicamente porque el cambio de variables podría significar menor recaudación (conflicto con la política fiscal) y, eventualmente, fricciones con funcionarios públicos que cumplen “tareas innecesarias” que se pueden eliminar, afirmó el economista.
Munyo hizo hincapié en que hay varios factores que llevan a que haya una gran oportunidad de cerrar el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea.
Entre ellos, destacó que Francia y Alemania que han mostrado resistencias quieren salir de la dependencia del mercado chino y el gas ruso. Más que “el amor (al acuerdo) los une el temor”.
Beneficios o incentivos a la inversión
La gran pregunta es cómo generar más inversión en Uruguay con sus costos tan altos (más que siempre) y con la gran pérdida de competitividad aparejada que se ha generado, sin “esperanza de cambio” (por las conflictividades latentes ya mencionadas).
Es por ello que los regímenes especiales (zonas francas, la ley de inversiones, etcétera) se han vuelto más fundamentales en este contexto.
Y para profundizar los beneficios o incentivos a la inversión, el economista propuso la reducción de la tasa consular para bienes importados (actualmente rige el 3% para el Mercosur, y 5% para el resto de los países, exceptuando México con 0%) y del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) para aquellas empresas que no utilicen los beneficios de la ley de inversiones.
En la conferencia, Munyo repasó otros frentes económicos y de política económicas que definen al país, con especial énfasis en la importancia de que Uruguay procure tener mayor presencia internacional. Darse a conocer más se podría traducir en captar mayor interés global en este país por parte de inversores extranjeros.
Munyo destacó los logros obtenidos en materia comercial con Estados Unidos de las últimas semanas, y las oportunidades que pueden significar los mercados del mundo árabe, Japón y países emergentes como India.
Observó que Uruguay debería mirar más allá del acuerdo Unión Europea-Mercosur (ver aparte), que es muy importante, “pero no lo único”. A su entender, ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es una opción realista que Uruguay no debería desaprovechar.
El “plan salir” de Argentina
El “Plan Llegar” de Argentina tiene doble objetivo: evitar devaluación del tipo de cambio oficial y evitar el default (US$ 11.900 millones de compromisos de deuda más intereses, al FMI y privados, pero US$ 10.600 millones de desembolsos al FMI hasta fin de año).
Ceres se pregunta: “Ese es el Plan Llegar, pero ¿cuál es el “plan salir” de la crisis, por demás complicada? Básicamente, la salida pasa por el ajuste fiscal, frenar la emisión monetaria, recuperar la credibilidad, lograr financiamiento externo y atraer inversiones, dijo Munyo.
Futuro del empleo y sus riesgos
Para no quedar rezagados, Uruguay debe priorizar la capacitación. Se calcula que, en el mundo, 6 de cada 10 trabajadores requerirá entrenamiento en los próximos cinco años, por las nuevas tecnologías. Está aumentando la llegada de la tecnología a las tareas no rutinarias.
La inteligencia artificial ya se está usando a pasos acelerados. Gran parte de los trabajos tal como los conocemos hoy, desaparecerán. Actualmente, el 11 % de las empresas en el mundo ha utilizado alguna herramienta de inteligencia artificial en el trabajo.
Muy difícil que el PIB crezca 1,5%
Munyo señaló que la economía uruguaya muestra actualmente indicadores mixtos. El impulso de la economía está dado fundamentalmente por el consumo (creció la masa salarial, el gasto de turistas, la recaudación del IVA), pero las exportaciones, los créditos a las empresas, la faena de bovinos y la producción industrial están a la baja.
Todo esto lleva a que “es muy difícil que la economía crezca al 1,5% en promedio este año”, ya que para que eso suceda, en el segundo semestre la expansión debería ser de 4,2%.