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Lo que busca Javier Milei con las medidas económicas que implementó y qué efecto pueden tener

El paquete anunciado tiene objetivos de corto plazo y otros más largos.

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Javier Milei con el bastón presidencial en el balcón de la Casa Rosada.
Javier Milei con el bastón presidencial en el balcón de la Casa Rosada.
Foto: AFP

La anunciada devaluación del peso argentino y el drástico ajuste fiscal prometido en la campaña electoral se hicieron realidad en la primera semana del gobierno de Javier Milei. El objetivo prioritario de ese plan de shock lanzado por el ministro de Economía, Luis Caputo, es equilibrar las cuentas públicas para reducir la emisión de pesos argentinos. Con esa esperada contracción de la base monetaria y un tipo de cambio oficial virtualmente congelado tras la devaluación, sumado al previsible derrumbe de la demanda luego de los ajustes, la expectativa del nuevo gobierno es que una vez superado el fogonazo inflacionario de los próximos dos meses, el ritmo de aumento de los precios comience a ceder.

No obstante, la estrategia elegida por el presidente Milei no está exenta de riesgos. “Será una carrera a contrarreloj. El gobierno necesita que luego de dos o tres meses de correcciones la inflación empiece a bajar y el nivel de actividad comience a recuperarse. Si la inflación se mantuviera en niveles elevados, reaparecerían las expectativas de un nuevo salto cambiario ante un dólar oficial que quedaría nuevamente atrasado. También es necesario que la recesión sea lo suficientemente corta para que no caigan demasiado los ingresos por recaudación. La ventana de oportunidad para que las cosas empiecen a encaminarse está limitada, entonces, al primer trimestre del año próximo”, dijo a El País Pablo Repetto, jefe de Research de Aurum Valores, en Buenos Aires.

Decidido a hacer valer la alta imagen positiva con la que inicia su gestión, Milei no dudó en aplicar una terapia de shock que incluye un aumento del 118% del dólar oficial y un ajuste fiscal equivalente al 5,2% del Producto Interno Bruto (PIB, US$ 25.000 millones). Para eso, lejos del tantas veces esgrimido “Plan Motosierra” que durante la campaña electoral hacía referencia a una enorme poda del gasto público, los recortes en las erogaciones del Estado alcanzarán al 2,9% del PIB.

El resto del ajuste, a contramano de las promesas preelectorales, se hará vía mayores impuestos.

Más allá de recortes simbólicos a las partidas presupuestarias que corresponden a lo que Milei denomina “casta política”, gran parte del tijeretazo impactará sobre los sectores de ingresos medios y bajos. Los principales afectados serán los jubilados, asignatarios de planes sociales, asalariados, cuentapropistas y los que hasta ahora eran beneficiarios de subsidios en las tarifas de transporte público, electricidad, gas y agua.

Los riesgos para que el programa "descarrile"

Para Fernand Baer, economista asociado de Quantum Finanzas, en Buenos Aires, el plan “va en la dirección correcta, pero la viabilidad de estas medidas está asociada a cuánto va a tolerar la sociedad el ajuste”. Si bien es claro que será un “proceso complicado”, dijo que es diferente comprenderlo a vivir el aumento de precios sin que los ingresos acompañen. Apuntó al riesgo de “que el programa descarrile”, si empiezan las presiones sindicales por recomposiciones salariales o presiones empresariales por acceso a divisas.

En línea con esos recortes previstos, uno de los objetivos de corto plazo del nuevo gobierno será cambiar la fórmula de movilidad jubilatoria, una norma que establece ajustes trimestrales.

Con el retorno a los incrementos discrecionales por decreto, tal como sucedió durante el primer año del gobierno de Alberto Fernández, la nueva administración buscará reducir gastos por el 0,4% del PIB. Esa poda implicará una pérdida de poder adquisitivo adicional para los ya muy deteriorados ingresos de jubilados y pensionados.

A eso se sumará una reducción de los subsidios por el 0,7% del PIB, lo que implicará fuertes aumentos de las tarifas de los servicios públicos y del transporte a partir de enero.

Además, la obra pública sufrirá un corte abrupto tanto para nuevos proyectos como para el financiamiento de iniciativas que hayan sido aprobadas pero no estén iniciadas. Con eso, el gobierno espera reducir el gasto por el 0,7% del PIB.

Por último, otros dos elementos centrales del ajuste por el que se buscará ahorrar el 1% del PIB pasa por el recorte de las transferencias discrecionales a provincias y a los gastos en salarios del sector público.

Un ajuste que descansa en impuestos y que busca mejorar las reservas

Si bien durante la campaña Milei señaló en varias ocasiones que se “cortaría el brazo” antes de subir impuestos, el primer plan del nuevo gobierno incluye una serie de nuevos tributos. Por caso, habrá un incremento generalizado de las retenciones (derechos de exportación), que pasarán a tener una alícuota del 15% para todos los productos con excepción de la soja que tributará 30%. Con eso, la industria, el petróleo, la carne, la leche y economías regionales que no pagaban retenciones pasarán a hacerlo.

Otra de las novedades es que el gobierno de Milei buscará revertir la reforma en el Impuesto a las Ganancias implementada por el exministro y candidato presidencial Sergio Massa durante la campaña electoral. El aumento del mínimo no imponible, que paradójicamente contó con el voto favorable del por entonces diputado Milei en setiembre pasado, implicó una sustancial mejora para los trabajadores formales con ingresos medios altos y altos. A esos cambios impositivos, que deberán contar con la aprobación del Congreso, se agrega una suba del impuesto a los Bienes Personales, un blanqueo y una moratoria. Por último, el nuevo gobierno incrementó del 7,5% al 17,5% la alícuota del impuesto PAIS a las importaciones. Con eso, las compras al exterior tendrán un tipo de cambio de 940 pesos argentinos, un salto del 150% con relación al valor que regía para las importaciones hasta hace apenas dos semanas. Con ese combo de nuevos tributos y reversión del cambio en el Impuesto a las Ganancias, el gobierno aspira a recaudar el equivalente al 2,2% del PIB, unos US$ 10.000 millones. “Ajustar el gasto por el equivalente al 5% del PIB era prácticamente imposible porque eso representaba eliminar cerca del 30% del gasto total. Hay un baño de realidad tanto para la sociedad como para el gobierno”, dijo Repetto.

En cualquier caso, además del objetivo prioritario de cerrar el agujero fiscal, otro de los focos de las nuevas medidas pasa por mejorar el dramático escenario de reservas en el Banco Central para tender un puente hasta el segundo trimestre del año próximo, cuando empiecen a ingresar divisas por la liquidación de la cosecha de soja. La expectativa del gobierno de Milei es que un tipo de cambio de exportación alto en torno a los 860 pesos argentinos, que se irá ajustando a un ritmo de apenas el 2% mensual, incentivará las liquidaciones en el corto plazo. A ese esperado mayor ingreso de divisas se sumará el previsible derrumbe en las solicitudes de importación. Además, en el objetivo de frenar la pérdida de reservas también jugará a favor el salto a 1.313 pesos del llamado dólar tarjeta, utilizado para pagar paquetes turísticos y consumos en el exterior.

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