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Trump-Kim, el segundo round

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Funcionarios vietnamitas terminan de decorar con flores las banderas de Corea del Norte y EE.UU. Foto: AFP

EE.UU - COREA DEL NORTE

La cumbre será miércoles y jueves; desnuclearización y fin formal de la Guerra de Corea.

Donald Trump y Kim Jong-un se reunirán este miércoles y jueves en Hanói con el reto de concretar la vaga declaración firmada en su histórica cumbre de junio en Singapur. Aquel encuentro -el primero entre mandatarios de los dos países- dejó muchos interrogantes en lo que se refiere a la desnuclearización, y por eso ahora los analistas consideran que es necesario que la cita en la capital vietnamita aporte respuestas más claras.

En Singapur, Kim prometió “trabajar por la desnuclearización completa de la península coreana”, pero la ausencia de avances desde entonces ha generado críticas. El representante especial de Estados Unidos para Corea del Norte, Stephen Biegun, reconoció en enero que ambas partes no tenían una “visión compartida sobre lo que implica la desnuclearización”.

Estados Unidos ha pedido repetidamente que Corea del Norte abandone su arsenal nuclear de forma completa y verificable. Pero el régimen de Kim tiene un concepto más amplio de la desnuclearización y busca el fin de las sanciones y de lo que considera amenazas estadounidenses, que en unas ocasiones incluyen la presencia militar estadounidense en el Sur y, en otras, en toda la región.

“La ambigüedad y oscuridad del término ‘desnuclearización’ exacerba el escepticismo sobre el compromiso de Estados Unidos y de Corea del Norte”, escribió Shin Gi-wook, director del Programa Corea de la Universidad de Stanford, en California.

Trump ha recurrido al palo y a la zanahoria con Corea del Norte: elogió la “gran fuerza motriz económica” que representa el país asiático, pero también aseguró que se mantendrán las duras sanciones hasta que Kim dé un paso “significativo”.

El peor escenario

En un acto el domingo en la Casa Blanca, el presidente dijo que las sanciones de Estados Unidos a Corea del Norte por sus pruebas nucleares y de misiles permanecerán. “Las sanciones están activas. Todo está activo. Pero tenemos una corazonada especial, y creo que llevará a algo muy bueno. Quizás no”, dijo.

Corea del Norte insiste en que ya ha tomado esas medidas, al llevar más de un año sin probar misiles balísticos ni armas nucleares y haber destruido las entradas a su sitio de ensayos atómicos. Pero al mismo tiempo, dice que completó el desarrollo de su arsenal y que ya no necesita las instalaciones.

Recientemente, la retórica de Washington ha insistido en la seguridad de los ciudadanos estadounidenses más que en que el Norte abandone su arsenal, lo que ha planteado dudas sobre si Trump estaría dispuesto a aceptar una Corea del Norte con el arma nuclear a cambio de que abandone los misiles balísticos intercontinentales, con los que puede alcanzar Norteamérica.

Así, tanto Corea del Sur como Japón, aliados de Estados Unidos, seguirían al alcance del arsenal del Norte, lo que un editorial del Korea Herald describió como “el peor escenario”.

Trump dijo la semana pasada que no tiene un “calendario apremiante” para convencer a Corea del Norte de que abandone su arsenal nuclear mientras mantenga detenidos sus ensayos.

“No tengo prisa. No quiero apresurar a nadie”, dijo. “Simplemente no quiero (que se hagan) pruebas. Mientras no haya pruebas, estamos felices”, agregó.

Corea del Norte realizó su sexta y última prueba nuclear en septiembre de 2017 y su último ensayo de un misil balístico continental en noviembre de 2017.

El mejor escenario

Para Scott Seaman, de Eurasia Group, el presidente estadounidense -quien tras la cumbre de Singapur dijo que ya no había una amenaza nuclear norcoreana- tiene la vista puesta en el Premio Nobel. “Trump probablemente se centrará más en reforzar la narrativa de que ha garantizado la paz que en presionar a Kim por la desnuclearización”.
El mejor escenario, según Kim Yong-hyun, de la Universidad de Dongguk, sería que Trump y Kim elaboren una hoja de ruta para la desnuclearización.

Corea del Norte podría adoptar “medidas simbólicas y visibles”, como el cierre del complejo nuclear de Yongbyon y el desmantelamiento de los misiles balísticos intercontinentales.

Washington podría prometer garantías de seguridad, una declaración del fin de la Guerra de Corea (1950-1953), que terminó con un armisticio, pero sin tratado de paz; o la apertura de oficinas de representación.

Ayer lunes, mientras Kim y Trump estaban en viaje hacia Hanói, aumentó el runrún con respecto a la posibilidad de que en la cumbre se logre algún tipo de acuerdo político para poner fin formalmente a la Guerra de Corea. “Creo que Estados Unidos y Corea del Norte podrían alcanzar un acuerdo para declarar el final de la guerra en alguna medida” explicó el portavoz de la oficina presidencial de Corea del Sur, Kim Eui-kyeom.

No obstante, añadió que reemplazar el alto el fuego que detuvo la Guerra de Corea por un acuerdo de paz podría “llevar tiempo” y recordó que un pacto de ese tipo debería ser una iniciativa multilateral que incluya también a Corea del Sur y a China.

La versión norcoreana de una hamburguesa

En las calles de Pyongyang, lo más cercano a la cultura estadounidense, despreciada por el régimen norcoreano, es el café Green Leaf, especializado en hamburguesas. El restaurante está sobre la avenida Ryomyong, inaugurada en 2017, símbolo de la nueva Corea del Norte que quiere mostrar Kim Jong-un. En el Green Leaf, el ambiente es digno de los años setenta, con tonos marrón y con fotos de flores en las paredes bautizadas Kimilsungia y Kimjongilia en homenaje a la dinastía de los Kim. En el restaurante, una hamburguesa cuesta un poquito más de dos dólares. Una cheeseburguer con tocino, el doble.

Deportaron al cómico que imita a Kim Jong-un

Un cómico australiano imitador del líder de Corea del Norte Kim Jong-un fue deportado ayer lunes por las autoridades vietnamitas, unas 24 horas antes de que el verdadero se reúna con Donald Trump. El imitador, Howard X, apareció el viernes en la capital de Vietnam, Hanoi, junto a otro cómico que imita a Trump, concitando la atención de la multitud y de los medios. “Los norcoreanos no tienen sentido del humor”, dijo el imitador a los periodistas antes de dirigirse al aeropuerto de Hanói para salir del país. “La sátira es un arma poderosa contra cualquier dictadura”, afirmó. El cómico visitó Singapur en junio, cuando Trump y Kim celebraron su primera cumbre.

The New York times

Guía para entender la segunda cumbre

Ni Donald Trump ni Kim Jong-un se han dado a conocer por hacerse amigo de sus enemigos, y ambos se han burlado el uno del otro. Sin embargo, en los ocho meses que pasaron desde su primera cumbre en Singapur ha habido cambios notables en la península de Corea, incluida la repatriación de los restos de soldados estadounidenses, la suspensión de las pruebas nucleares, y una disminución en el número de ejercicios militares de Estados Unidos. En su reunión anterior, Trump y Kim acordaron la “desnuclearización total” de la península. No obstante, desde ese día, no han podido ponerse de acuerdo sobre qué significa esa frase exactamente, lo cual ha llevado a un estancamiento de las negociaciones. Los funcionarios norcoreanos que asistirán a la reunión son algunos de los más experimentados del país, quienes han discutido hábilmente con varios gobiernos estadounidenses. Entre ellos se encuentran Ri Yong Ho, que representó a Corea del Norte durante años mientras se celebraban las “negociaciones a seis bandas” en la década de 2000 y ahora es ministro de relaciones exteriores; y Kim Yong Chol, un exlíder de una red de espionaje y uno de los asesores más cercanos de Kim. En meses recientes se han retirado muchos de los veteranos del Departamento de Estado más expertos sobre Corea del Norte, por lo que el equipo de Trump está menos familiarizado con sus contrapartes norcoreanas. Sin embargo, todas las miradas estarán dirigidas a Trump y Kim, quienes esperan aprovechar la reunión para pulir sus propias marcas personales. Kim quiere que su pueblo vea que lo toman en serio y lo consideren como la contraparte del líder del país más poderoso del mundo. Trump quiere obtener algunas victorias cerrando un acuerdo histórico que ha puesto en jaque a sus predecesores. Ambos hombres parecen disfrutar ser figuras públicas y estadistas, y cada uno está consciente de cómo quiere mostrarse al otro: Kim llegó a las charlas en Singapur antes que Trump en señal de respeto, mientras que Trump ha cambiado drásticamente la manera en que habla de Kim, y ha elogiado al líder que alguna vez llamó “hombrecillo cohete”.

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