AFP
Un bombardeo ruso mató ayer viernes a un niño de 10 años y a su abuela en Járkov, en el noreste de Ucrania, al día siguiente de una de las peores matanzas de civiles desde el inicio de la invasión del país en febrero de 2022.
“El cuerpo de un niño de 10 años fue encontrado entre los escombros”, indicó en Telegram el ministro ucraniano del Interior, Igor Klymenko, que agregó que su abuela también había muerto.
El gobernador regional, Oleg Synegubov, dio cuenta de al menos 28 heridos, incluyendo un bebé de once meses que es familiar de las dos víctimas mortales.
Dos edificios de viviendas resultaron dañados y un inmueble residencial de tres pisos fue destruido. Según la policía, ambas construcciones fueron alcanzadas por dos misiles balísticos Iskander.
El jueves, al menos 51 personas, entre ellas un niño de 6 años, murieron en un bombardeo en Groza, también en la región de Járkov, donde los habitantes se habían reunido después de las exequias de un soldado. El ataque, en pleno día, alcanzó una tienda y una cafetería situadas en el mismo edificio, donde se encontraban unas 60 personas.
En ese momento, Serguei Pletinka, un soldado de 34 años que estaba de permiso, se encontraba en casa de sus padres, justo enfrente.
“Corrí y llegué primero (...). Oí a una mujer gritando. Estaba atrapada entre un refrigerador y una pared que se había derrumbado”, contó.
Los bomberos seguían retirando escombros con palas y grúas ayer viernes.
Oleksii, un vecino, acudió junto a su familia al cementerio, situado a la entrada del pueblo, para delimitar la zona en la que serán enterrados su hermano y su cuñada, muertos en el bombardeo. “No sé cuándo podremos enterrarlos. El cuerpo de mi hermano estaba entero pero al de su mujer le faltaba la cabeza”, dijo a AFP.
En el cementerio, la tumba del soldado Andrii Kozyr estaba recubierta de flores y de una bandera ucraniana. Los habitantes que habían participado en su funeral se habían reunido en la cafetería impactada por el bombardeo.
“Todos los que estaban en el funeral han muerto. Esto pasó justo después de que la gente entrara en la cafetería”, contó Valentina Koziienko, de 73 años. Ella vive justo en frente. “¿Cómo sabían los rusos que habría tanta gente ahí? Quizá alguien se lo dijo”, apuntó.
El policía encargado de la investigación, Serguii Bolvinov, dijo a AFP que una de las hipótesis que baraja su equipo es “que alguien hubiera dado las coordenadas a los rusos”.
El bombardeo en Groza fue denunciado por la comunidad internacional.
Según la ONU, “todo hace pensar” que fue un misil ruso el que golpeó la localidad, donde antes de la tragedia vivían 330 personas.
Pero cómo hace siempre, el Kremlin dijo que solo atacaba “objetivos militares” y no civiles.
“Estas dos atrocidades prueban que el apoyo mundial a Ucrania debe mantenerse y reforzarse. Debilitarlo solo comportaría más crímenes de guerra de este tipo”, afirmó ayer viernes el jefe de la diplomacia ucraniana, Dmytro Kuleba.