Desde Bruselas
La pregunta se repite una y otra vez. ¿Se necesitó una guerra en Ucrania para que la Unión Europea (UE) mirara conmayor interés a América Latina? Probablemente, pero no fue solo la amenaza de Rusia a su territorialidad y el haberse cortado el suministro de gas ruso lo que lleva a la UE a buscar alianzas y recursos naturales en esta región, sino que el bloque del viejo continente estuvo muy concentrado en sus crisis internas, en su vecindad, por muchos años. Y desde este lado, América Latina, que ha estado -y sigue estando- altamente dividida, tampoco contribuyó a un acercamiento mayor con la UE, ante unas relaciones comerciales intensas con China y un Jair Bolsonaro en Brasil que tensó sus vínculos con Europa.
Una prueba de la relación tibia entre las partes es que la cumbre UE-Celac, que se llevará a cabo el 17 y 18 de julio, no se realiza desde 2015, unos ocho años es mucho tiempo.
En la sede de la UE en Bruselas, altos representantes de la UE no dejan de afirmar -a veces como al pasar, otras en forma directa y doliente- que la guerra les ha significado “el fin de la inocencia”. Se refieren a que la UE ha aprendido en esta última década que no puede dar nada por sentado como lo venía haciendo.
En la UE daban por sentado que el bloque permanecería unido, pero ocurrió el Brexit. Daban por sentada la paz, pero Rusia, una potencia nuclear, decidió invadir a un país en las puertas de Europa y pretende cambiar las fronteras. Daban por sentado que se podía seguir hablando con Rusia, pero se desengañaron y decidieron suspender los acuerdos.
Todo esto también les ha servido como una alerta en sus relaciones con China como proveedora, de la que ya tampoco quieren depender como hasta ahora.
Y, en ese contexto de acontecimientos, el documento adicional (el side letter) que ha propuesto la UE al Mercosur para que se ratifique el tan esperado acuerdo, surge no solo como consecuencia del “Pacto Verde” que se ha impuesto Europa, sino de la necesidad de la UE de cubrirse para evitar más sorpresas. “Lula tiene una agenda de cuidado ambiental que compartimos y en la que confiamos, ¿pero qué pasará si hay cambio de gobierno en Brasil?”, dijo a El País un eurodiputado en Bruselas, que solicita no ser citado.
Cabe cuestionarse si lo que ha perdido la UE es realmente la inocencia, como sus representantes afirman, o simplemente reaccionó cuando sus intereses se vieron en riesgo; valores y libertades incluidos. Muchos pensarán que pecar de inocente no parece propio de una potencia, aunque se puede brindar el beneficio de la duda.
En todo caso, lo importante ahora es que la UE ha “despertado”, según palabras de un funcionario de Relaciones Exteriores del bloque, ha redefinido sus prioridades y América Latina -y Uruguay- entran más en la ecuación europea.
La agenda
Sin duda, la prioridad número uno de la UE en este momento es el impacto de la guerra en Ucrania.
El bloque europeo vive casi como una amenaza existencial la invasión rusa. En el pasado, la UE se levantó de las cenizas de la II Guerra Mundial y alcanzó la integración europea con la voluntad de no volver a dirimir las diferencias mediante la fuerza y no teñir más las fronteras con violencia, pero esas dos cosas están en juego con la guerra en Ucrania, que vive la lógica del derecho de conquista por parte de Rusia.
“Hay enormes repercusiones para nosotros en el acceso a la energía, especialmente al gas ruso, queremos desconectarnos de las energías fósiles, desarrollamos una política de sanción muy agresiva hacia Rusia que no tiene precedentes, hemos reactivado la política de migración ante la llegada de refugiados ucranianos a la UE, que son millones, y desplegado asistencia militar por primera vez en la historia a un país en conflicto, como lo es Ucrania”, enumeró un funcionario del servicio exterior de la UE, en diálogo con El País.
Otra prioridad de la UE es su respuesta económica a la pandemia, que aún se mantiene. De hecho, durante el covid-19 el bloque rompió el tabú de la deuda europea y generó un fuerte paquete de inversiones a través de “NextGeneration” con un fondo de 750.000 millones de euros (US$ 823.000 millones), que representó una respuesta muy diferente a la que dio Europa en sus crisis anteriores, con políticas básicamente de ajuste.
Un gran tercer proyecto que la UE alimenta es el “Pacto Verde”, con la meta de descarbonización y toda la legislación climática que afecta a las fuentes de energía, la infraestructura, la industria, el transporte y el comercio europeo, lo que se está discutiendo en las instituciones europeas.
El cambio climático y la agenda verde pueden convertirse en un frente común entre la UE y América Latina -Uruguay incluido-, si las partes logran dar los pasos correspondientes.
Por lo pronto, la UE tiene previsto estimular inversiones públicas y privadas en América Latina mediante el programa “Global Gateway” (enfocado en la conectividad y en las energías verdes, entre otras áreas), ante el que los países de esta región deberán evaluar bien las condiciones. Para no pecar también de inocentes en esta historia. Eso es lo que a esta altura todos quieren evitar.
Leyes del clima y biodiversidad
Del Pacto Verde Europeo, lo que destaca como aprobada es la Ley del Clima, que regula las emisiones de automóviles, aviación, viviendas, porcentaje obligatorio de energías renovables. Y donde se están dando acalorados debates es en relación a la legislación de protección de la biodiversidad, aún no aprobada. Una ley de restauración de la naturaleza debería garantizar al menos 20% del territorio europeo restaurado. Por estar este tema altamente vinculado al rubro de los pesticidas y a las emisiones industriales, son proyectos de ley bastante conflictivos políticamente. Parlamentarios europeos igual piensan que se aprobará este año.
Debido en parte al Pacto Verde, la UE presentó el documento adicional de cumplimiento ambiental al Mercosur.
UE-Rusia: relaciones en picada desde 2014
La Unión Europea (UE) desarrolló esfuerzos por dialogar con Rusia y llegar a puntos en común fundamentalmente entre los años 2000 y 2010, pero luego los representantes de la UE se percataron que las conversaciones se tornaban más difíciles y que los valores europeos no eran respetados, según afirmó un experto en temas rusos de la UE ante un grupo de periodistas en la sede de la UE en Bruselas, entre ellos El País.
“Mientras la UE cree en un mundo multipolar, Rusia busca el dominio y amenaza el sistema de relaciones internacionales y a Europa. Nos dimos cuenta, tras intentar muchos diálogos que mantienen una visión imperialista y de hegemonía mundial, y decidimos dejar de buscar asociaciones con Rusia”, dijo el experto. “Lo de Rusia es una guerra abierta en el continente europeo y viola todos los convenios”, acotó.
El comienzo del corte de las relaciones entre la UE y Rusia se dio en 2014, con la anexión de la península de Crimea por parte del régimen de Putin. “Fuimos suspendiendo todos los acuerdos y ahora solo hay una delegación de la UE en Moscú”, agregó el experto.
El alto funcionario reconoció que no les conviene -o no se pueden permitir- un rompimiento total con Rusia, dado que existen muchos temas en común pendientes, como la migración, la energía y algunos renglones de la cooperación científica que también se ha visto afectada.
La UE reconoce que no supo “leer” la inteligencia rusa, dado que habían evaluado, en su momento, que el Kremlin no tendría la capacidad de invadir Ucrania. “Evidentemente se nos escapó algo. Tuvimos que analizar todo de nuevo. Para nosotros, era imposible ese escenario”, confesó el experto haciendo retrospectiva.
Sobre las proyecciones, la inteligencia de la UE diseña escenarios bajo confidencialidad, pero sí confirmó a periodistas que descarta una implosión del régimen de Putin o que éste se debilite en la interna de su país, como se especula en algunos ámbitos.