Redacción El País
El presidente Emmanuel Macron nombró de nuevo ayer viernes como primer ministro a Sébastien Lecornu, cuya dimisión a inicios de la semana agravó la profunda crisis política que sacude Francia desde 2024. Con su nombramiento, se arriesga a que el Parlamento lo destituya, ya que tanto la izquierda como la derecha reclamaban un jefe de gobierno que no fuera “macronista”.
Lecornu, un político de 39 años que se autodefine como un “monje soldado”, tendrá la misión de buscar una mayoría parlamentaria con el fin de aprobar unos presupuestos para 2026, que permitan sanear las endeudadas arcas públicas.
“Acepto, por deber, la misión que me confió el presidente”, escribió Lecornu en la red social X, pese a que aseguró el miércoles que “no corría detrás” del puesto.
El reto no es fácil. El adelanto electoral de 2024, que Macron convocó sin consultar a sus aliados, dejó una Asamblea Nacional (cámara baja) sin mayorías y dividida en tres bloques: izquierda, centroderecha y ultraderecha.
Desde entonces, los diputados hicieron caer a dos primeros ministros -Michel Barnier en diciembre y François Bayrou nueve meses después- cuando intentaban aprobar unos presupuestos.
La crisis se agravó el lunes. Lecornu, el tercer primer ministro en un año, dimitió apenas 14 horas después de desvelar su gabinete, cuya composición provocó malestar en el partido Los Republicanos (LR), sus socios de gobierno. Por encargo del presidente, consultó de nuevo con los partidos y aseguró a Macron que existía la posibilidad de nombrar a un nuevo gobierno, que garantizara cierta estabilidad y aprobara unas cuentas para 2026.
Una nueva reunión de más de dos horas ayer viernes entre Macron y la mayoría de líderes políticos confirmó que había un “camino posible para tejer compromisos”. AFP