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La condena de Cristina Kirchner fue también contra La Cámpora

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Portadas de diarios con la imagen de Cristina Kirchner. Foto: AFP.
A vendor shows the front page of Argentine newspapers the day after Argentina's vice-president Cristina Fernandez de Kirchner was convicted on corruption charges in Buenos Aires on December 7, 2022. - An Argentine court found vice-president Cristina Kirchner guilty of corruption, sentencing her to six years in jail and banning her from holding public office for life. Kirchner was declared guilty of "fraudulent administration" over irregular public works contracts awarded during her time as president between 2007 and 2015. (Photo by Luis ROBAYO / AFP)
LUIS ROBAYO/AFP fotos

ARGENTINA

El peronismo busca discutir liderazgos en medio de la incapacidad de gestionar el recambio generacional.

Incapaces de gestionar el recambio generacional, Máximo Kirchner y sus seguidores enfrentan las consecuencias del fallo contra la vicepresidenta y su decisión de no ser candidata; el peronismo busca discutir liderazgos.

La hipótesis de una candidatura de Cristina Kirchner era como apoyar un arma sobre la mesa. Su hijo Máximo y los jerarcas de La Cámpora se acostumbraron a negociar con el peronismo como si fueran los managers de la dueña de los votos, de la Jefa que podía mandar al ostracismo electoral a quien se pusiera delante de sus intereses.

Esa dinámica entró en crisis después de la condena en el caso Vialidad y el furioso anuncio de Cristina de que no será “candidata a nada” en 2023. El kirchnerismo ideológico quedó expuesto a la orfandad, que lo golpea mientras participa de un gobierno atrapado en un pantano económico.

Cristina les pidió que agarren “el bastón de mariscal” a unos oficiales acostumbrados a asistir a batallas ganadas de antemano. Sin el apellido Fernández de Kirchner en las boletas, el Frente de Todos se asoma a una incierta etapa de ebullición. Gremialistas, intendentes, gobernadores y hasta el Presidente -experimento fallido del laboratorio cristinista- miran el futuro inmediato con ánimo de revisar el orden peronista vigente desde hace 20 años.

Patada

¿Por qué se apresuró Cristina a patear el tablero de 2023? La pregunta circula sin respuesta unificada en el entorno de la vicepresidenta. El portazo que culminó su denuncia de un “Estado mafioso” que quiere proscribirla como al Perón de los 50 y los 60 convivió con una reacción indiferente del “pueblo” cuya conducción se arroga.

A La Cámpora le urge defender su liderazgo con la carga de no haber cumplido jamás con el mandato del recambio generacional. Pasaron más de diez años desde que Cristina dispuso la camporización forzosa del peronismo. Fue un proceso de renovación que se impuso desde arriba y se ejecutó sin piedad con los perdedores.

Máximo y los elegidos de “la Jefa” crearon una logia de Estado que llegó a dominar porciones inmensas de poder, que administra fondos multimillonarios y alimenta un ejército de militantes con lealtad religiosa.

Después del triunfo de 2019, Cristina había anticipado que el 2023 iba a ser el año de “los jóvenes”. Pero la crisis económica y el descalabro de la gestión albertista atraparon a esos “pibes” que ya tienen casi 50 años en su gruesa burbuja del poder.

Máximo tomó el mando del peronismo bonaerense y colocó delegados en el PAMI, la Anses, los organismos que diseñan la política energética y empresas estatales con presupuestos inmensos. La construcción electoral quedó en segundo plano.

Semanas atrás fueron ellos quienes echaron a correr el operativo “Cristina 2023”, que no era otra cosa que la asunción de la incapacidad propia para gestar candidatos atractivos.

Dilema

La santísima trinidad camporista reajusta ahora los planes. Máximo hereda todo menos la intención de voto.

Andrés “Cuervo” Larroque se mueve cómodo detrás de escena, mejor vocero para transmitir las demandas de la Jefa que potencial candidato a algo.

Wado de Pedro, el dialoguista presentado como la cara amable del grupo, quedó enredado por la lógica de la lucha sin matices. Sus apelaciones a terminar con la grieta se vuelven caricatura cuando describe a los opositores como parte de las mafias que denuncia Cristina y los liga a la dictadura militar.

Entonces, aferrado al discurso de la proscripción y de la demonización de sus rivales, La Cámpora se extravía en su crisis. Convive con dirigentes peronistas de todos los niveles a quienes el pragmatismo los inclina a defender sus posiciones de poder sin quemar puentes con sus adversarios. Y que, ante la autoexclusión de Cristina, empiezan a plantearse un destino diferente a nivel nacional.

Todos cumplieron con la solidaridad burocrática de un comunicado de repudio a la condena del caso Vialidad, mientras empezan a vislumbrar qué dice la página siguiente del libro de la historia peronista.

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