El primer ministro israelí, Benjamin Netayahu, buscará defender su estrategia de “terminar el trabajo” contra el grupo terrorista palestino Hamás en Gaza, durante su reunión con el presidente de EE.UU., Donald Trump, hoy lunes.
La cita llega días después de que el presidente estadounidense presentara un plan en 21 puntos para poner fin a la guerra en la Franja de Gaza, durante unos encuentros con dirigentes árabes y musulmanes al margen de la Asamblea General de la ONU.
“Tenemos una oportunidad real de lograr algo grande en Oriente Medio”, publicó Trump en su plataforma Truth Social ayer domingo. “Todos a bordo para algo especial, por primera vez. ¡Lo lograremos!”, escribió en letras mayúsculas.
El viernes, Trump ya había afirmado creer haber alcanzado un “acuerdo” para poner fin al conflicto, y Netanyahu reafirmó ante la ONU su voluntad de “terminar el trabajo” en el territorio palestino, devastado por la guerra.
Expertos consideran que Netanyahu está altamente presionado para zanjar la guerra, tanto a nivel nacional como internacional. “No hay más opción que aceptar el plan”, declaró Eytan Gilboa, especialista en relaciones israelo-estadounidenses en la Universidad Bar-Ilan. “Simplemente porque Estados Unidos, y Trump en particular, son casi los únicos aliados que le quedan”, apuntó.
En Israel, decenas de miles de personas han salido a las calles reiteradamente para pedr un alto el fuego. El sábado, instaron a Trump a ejercer su influencia para lograrlo.
“Lo único que puede impedir el descenso al abismo es un acuerdo completo y global que ponga fin a la guerra y traiga a todos los rehenes y los soldados a sus casas”, declaró Lishay Miran-Lavi, esposa de Omri Miran, aun cautivo en Gaza.
El aislamiento internacional de Israel se acentuó estos últimos días, con varios países reconociendo el Estado de Palestina, entre ellos Francia, Canadá, Reino Unido y Australia.
Según una fuente diplomática, el plan estadounidense, de 21 puntos, incluye un alto el fuego permanente en Gaza, la liberación de los rehenes israelíes retenidos en territorio palestino, la retirada israelí y el futuro gobierno de Gaza sin el grupo terrorista palestino Hamás, cuyo ataque del 7 de octubre de 2023 desencadenó la guerra.
Hossam Badran, del buró político de Hamás, indicó ayer domingo que el grupo “no había recibido ninguna propuesta oficial por parte de los mediadores cataríes ni egipcios”.
Los dirigentes árabes y musulmanes acogieron la proposición favorablemente y reclamaron que el ejército israelí detenga inmediatamente su ofensiva. Sin embargo, algunos aspectos podrían resultarle inaceptables a Netanyahu, que necesita el apoyo de la ultraderecha para sostener su coalición gubernamental.
Uno de los puntos que podrían generar más discrepancia es la participación de la Autoridad Palestina en la futura gobernanza de Gaza.
Su regreso a Gaza, un territorio gobernado por Hamás desde 2007, está condicionado a varias reformas internas, según el plan. Pero estas “podrían tomar años”, advirtió Eytan Gilboa.
Varios ministros de extrema derecha de Netanyahu amenazaron con dejar el gobierno si el mandatario acepta que la Autoridad Palestina asuma ese tipo de rol, o si pone fin a la guerra sin haber destruido a Hamás.
Dudas sobre la seguridad en la franja
Una pregunta debe ser respondida para avanzar hacia el fin de la guerra: ¿quién se encargará de la seguridad en la Franja de Gaza en cuanto Israel se hubiera retirado y Hamás hubiera sido desarmado? La iniciativa de Washington prevé para ello una fuerza de seguridad internacional integrada por fuerzas palestinas y tropas de países árabes y musulmanes. Pero ni la estructura de mando ni el control operativo están claros. Analistas observan que ese plan internacionaliza el conflicto de Gaza de una manera inédita, ya que no especifica una línea directriz clara ni objetivos finales definidos, así como tampoco un liderazgo designado en Gaza, como para llevarlo a buen puerto.
Pena de muerte
La Knéset (Parlamento israelí) aprobó ayer en primera lectura la propuesta de enmienda al Código Penal que establece la pena de muerte para terroristas, pese a la oposición de su asesor jurídico. La enmienda prevé que un terrorista condenado por asesinato motivado por racismo o hostilidad hacia un grupo determinado, y cuyo acto tenga como finalidad dañar al Estado de Israel, sea sentenciado a pena de muerte obligatoria, sin discreción judicial, según el texto difundido por la Knéset.
Tras esta primera lectura, la enmienda será discutida en la Comisión Nacional de Seguridad. Posteriormente tendrán lugar una segunda y tercera, tras lo que se realizaría la votación definitiva en pleno para su aprobación.
El asesor legal del Parlamento, Ido Ben Yitzjak, se opuso a la decisión, señalando que todavía no se ha escuchado la opinión de los responsables de seguridad ni se ha realizado un debate sustantivo sobre los artículos de la ley. “Si se realiza una votación, será nula”, advirtió.
La iniciativa fue presentada por la diputada Limor Son Har-Melech, del partido Otzma Yehudit, y respaldada por los miembros de la Knéset Oded Forer, Avigdor Lieberman, Yevgeni Sova, Sharon Nir y Amar Hamed, todos miembros del partido Yisrael Beitenu.
Ambos partidos pertenecen al ala de extrema derecha de la coalición que gobierna Israel, con Benjamín Netanyahu como primer ministro.
Israel prohíbe la pena de muerte para la mayoría de los delitos civiles y penales, siendo permitida exclusivamente en casos extraordinarios, principalmente por crímenes de guerra o genocidio. Desde la fundación del Estado en 1948, el único caso que resultó en una ejecución fue el de Adolf Eichmann, uno de los principales responsables del Holocausto, cuya sentencia fue llevada a cabo en 1962.
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