AFP/EFE
El estado de salud papa Francisco, hospitalizado desde hace 24 días, siguió ayer domingo “estable”, después que el último parte médico informara que respondía bien al tratamiento contra una neumonía bilateral.
“Los doctores confirmaron que la situación es la misma que ayer”: su estado es “estable” tras una “leve mejoría”, aunque su cuadro clínico sigue siendo “complejo”, indicó la oficina de prensa del Vaticano. Al mediodía de ayer, el pontífice había dado las gracias al personal médico en su mensaje dominical del Ángelus, que por cuarta semana envió por escrito en lugar de pronunciarlo desde el Palacio Apostólico en la plaza de San Pedro.
“Hermanos y hermanas, en mi prolongada hospitalización, también yo experimento el esmero en el servicio y la ternura en el cuidado, especialmente por parte de los médicos y de los operadores sanitarios, a quienes doy las gracias de corazón”, escribió.
El líder espiritual de 1.400 millones católicos fue ingresado el 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis, que derivó en una neumonía bilateral. Desde entonces, sufrió varias recaídas. Una mascarilla de oxígeno le ayuda a Francisco a respirar durante la noche, que cambia durante el día por cánulas nasales de alto flujo, un soporte más ligero.
Los doctores no se han pronunciado sobre cuánto durará el ingreso ni sobre el tiempo que podría tomar la
convalecencia de Jorge Bergoglio.
Misa del domingo
Ayer, el Papa no pudo presidir la multitudinaria misa con motivo del Jubileo del Mundo del Voluntariado, a la que asistieron miles de peregrinos con sus trajes de servicio de colores vivos. “La esperanza de que el papa se recupere está siempre presente en nosotros”, dijo Matteo Peafrini, voluntario de Protección Civil de Lombardía (norte de Italia).
El papa ha lamentado que el mundo “está en manos de poderes malignos” que “aplastan” a la humanidad con sus intereses y con la guerra, en un mensaje por el Jubileo de los Voluntarios leído en su nombre por un cardenal. “Satanás intenta convencernos de que para los hambrientos no hay pan, menos aún de las piedras, ni los ángeles nos auxilian en las desgracias. En todo caso el mundo está en manos de poderes malignos, que aplastan a los pueblos con la altanería de sus cálculos y la violencia de la guerra”, sostuvo, reflexionando sobre la tentación de Cristo en el desierto.
El papa preparó así una homilía para el Jubileo del Voluntariado, quinto gran evento en este Año Santo y que ayer reunió a 25.000 peregrinos en una misa en la Plaza de San Pedro, entre cooperantes y miembros de Protección Civil de todo el mundo. Sin embargo, no ha podido presidir la ceremonia y su homilía fue leída en su nombre por el cardenal Michael Czerni, que ofició la misa.
Francisco, en este texto del primer domingo de Cuaresma, al pensar en la tentación del diablo a Jesús durante su retiro en el desierto, recordó que “todos somos pecadores”.
“Nosotros, frente a la tentación, algunas veces caemos; todos somos pecadores. Pero la derrota no es definitiva, porque Dios nos levanta de cada caída con su perdón, infinitamente grande en el amor. Nuestra prueba, por tanto, no termina con un fracaso”, alegó.
Tras estas palabras, Francisco agradeció “el servicio al prójimo” de los miles de voluntarios que han peregrinado al Vaticano desde distintos países para cruzar la Puerta Santa de la basílica.