Hugo Alconada Mon, La Nación/GDA
Todo comenzó con un llamado a la Policía a las 10.45 del 22 de marzo de 2018. Del otro lado de la línea, el supervisor técnico de la empresa Assistcargo denunció que les habían robado un camión Iveco que trasladaba 23 pallets de aceites y aderezos de la marca Natura. Contó que piratas del asfalto los habían abordado en la zona de Acceso Oeste, cerca del hospital Posadas, Morón. Todos ignoraban que el atraco terminaría por desnudar la matriz de relaciones y negocios que unía a la banda criminal de Heber Russo con Martín Insaurralde y Jessica Cirio, según surge de expedientes judiciales y procedimientos policiales que hasta ahora nunca habían salido a la luz, pero cuyas copias obtuvo La Nación.
Los piratas obviaron un detalle durante el atraco o no les importó: el camión portaba un sistema de rastreo satelital que determinó que la mercadería había terminado en un galpón de la calle General Pico al 3300 de Lanús. Primer detalle incómodo: el inmueble era utilizado por la Municipalidad de Lanús, que tiene al frente a Néstor Grindetti, actual candidato a gobernador por Juntos por el Cambio. Segundo detalle incómodo: cuando un equipo de LoJack llegó al lugar, se topó con un patrullero. ¿Protegía a los ladrones? Se ignora. Las constancias de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía bonaerense sólo consignan que el móvil se retiró de allí, sin identificarse, tras argüir que debía sumarse a una “persecución policial”.
Ya con otros policías en el lugar, comenzó el allanamiento. En efecto, encontraron los 23 pallets de la marca Natura. También más mercadería robada. De cajas y cajas de galletitas a rollos de lonas y medias sombras; y de bolsas de polietileno a muebles y artículos de librería. Pero había más. ¿Qué? El tercer detalle incómodo de esta historia del conurbano bonaerense: el galpón también servía de depósito para los autos y motos que las comisarías de Lanús incautaban por orden judicial. ¿Eso era todo? No.
Los sabuesos a cargo del operativo reconstruyeron que el dueño de ese predio y del contiguo era un mecánico de Avellaneda: Roberto Fernández. Explicó que tenía esos rodados “en guarda”, a pedido de la Municipalidad de Lanús, al mismo tiempo que le había alquilado “de palabra” parte del lugar “a unos conocidos para el acopio de mercadería”. ¿Conclusión? Fernández terminó detenido por encubrimiento agravado y la mercadería incautada.
Antes de cerrar el operativo, sin embargo, llegó la sorpresa final. ¿Cuál? Los policías detectaron, en un aparte, autos envueltos en un manto de polvo que el mecánico justificó con un candor inculpatorio. “Son de un conocido de nombre Claudio, quien se dedica a los negocios inmobiliarios y de la construcción”, explicó, según consta en las actuaciones. “Son automóviles que esta persona utilizaba y unos amigos del mismo, de quien sabe que tienen problemas judiciales; por lo cual los guardó en el lugar”.
Un auto bajo el polvo
Entre esos autos aparecieron tres de interés judicial: una Ford Ranger, a nombre de Emilio Salas Pedrazza –pero con una cédula azul a nombre de Claudio Salas y documentación en la gaveta a nombre de Heber Russo-, un Peugeot RCZ, a nombre de Juan Marcelo González –pero con documentos dentro del coche a nombre de Claudio Salas-; y un Audio A1, a nombre de Jésica Wanda Judith Cirio, la por entonces esposa de Insaurralde, por entonces intendente de Lomas de Zamora y luego jefe de Gabinete del gobernador Axel Kicillof.
¿Por qué el auto de Cirio estaba allí, bajo un manto de polvo? Los investigadores sospechan que la modelo e Insaurralde buscaban mantener ciertos contactos lejos de la luz pública; por ejemplo, porque Heber Russo ya arrastraba turbulencias criminales: en 2008 había sido detenido en Valentín Alsina por piratería del asfalto y autos mellizos, según confirmaron fuentes policiales a La Nación.
Esa hipótesis de los investigadores, sin embargo, tiene una falla. No condice con el grado de exposición que la propia Cirio impulsaba desde sus redes sociales. A su cuenta de Instagram, por ejemplo, subió una foto junto a su marido, su sobrina Priscila Ferrante y la entonces pareja de esta, Heber Russo. Dato adicional: Russo también figura en el Registro de la Propiedad Automotor como dueño de otro Audi con una cédula azul expedida a nombre de Ferrante.
Russo estuvo detenido entre 2018 y 2021, después de pasar casi un año prófugo, bajo la acusación de liderar una asociación ilícita que estafó a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) por una cifra multimillonaria, al punto que en su momento se la consideró una de las mayores bandas de estafadores de la historia. Algunos cálculos cifran el monto del presunto desfalco en US$ 100 millones, aunque otros lo actualizan a US$400 millones.
Consultado por La Nación, Insaurralde replicó a través de un vocero que él “no tenía vínculo alguno con Heber Russo”, con quien indicó que compartió eventos “en dos o tres ocasiones”. También sostuvo que ignoraba que Russo hubiera sido detenido en 2008 y que la detención que él sí conocía “ocurrió dos años después de que se separó de la sobrina de Jesica”, en alusión a Priscila Ferrante”.
Por lo pronto, Salas, Russo y Ferrante ya se encontraban bajo la lupa del juez federal de Quilmes, Luis Armella, en una investigación por lavado de activos y otros presuntos delitos. El primer tramo de esa pesquisa ya se elevó a juicio oral, aunque resta definir qué tribunal oral federal de La Plata quedará a cargo. Pero el segundo y más sensible y más politizado tramo –que incluye entre los acusados a Ferrante-, continúa en manos de Armella, bajo llave.
Ese segundo y más sensible y más politizado tramo registra ya, sin embargo, algunas testimoniales y declaraciones indagatorias incómodas. ¿Por qué? Porque algunos de los acusados apuntaron contra Russo, sus actividades y sus vinculaciones políticas, según reconstruyó La Nación.
“Heber Russo tenía distintos negocios con Martín Insaurralde, al punto de tener una amistad por la cual en la fiesta de su casamiento le regaló a la pareja Insaurralde-Cirio un Audi, no sabe el modelo ni el dominio, pero en la zona era de conocimiento esta amistad”, declaró el testigo Osvaldo Pascual Galasso, el 18 de mayo de 2018, cuando relató cómo funcionarios de la Municipalidad le habían manoteado un predio que terminó en manos de Russo luego de que él se negó a pagarles “sobornos” que, según le dijeron, iban “para arriba”.
Consultado por La Nación, Insaurralde rechazó los dichos de Galasso. “Jesica ya tenía ese auto Audi desde antes de salir conmigo; de hecho, creo que se lo regaló su anterior pareja, y tenía algún tipo de problema con el 08, por eso quedó arrumbado”, replicó.
“Pegarle un tiro”
A los 71 años, peleado con su familia y golpeado por la pérdida de ese predio, Galasso escupió nombres y acusaciones. “En la zona de Lanús, donde es muy conocido Heber, saben de la sociedad existente en distintos negocios entre Insaurralde y el mencionado, y que también manifiestan que le pagó el casamiento”, testificó bajo juramento, para luego sostener que “Heber presenció el casamiento de Fariña [Leonardo, con Karina Jelinek], con quien realizó muchas boletas truchas, para evadir impuestos, y con quien tenía una vivienda en Pinamar”.
El testimonio de Galasso dejó en el aire lo poco que se sabe sobre la boda de Insaurralde y Cirio. Se casaron por civil en agosto de 2014, entre amigos como Juan Pablo de Jesús y parientes, como Priscila Ferrante. “Acá estamos, hubieron lágrimas”, contó Cirio al salir del Registro. “Mi sobrina, Priscila, se lloró todo”. Tres años y tres meses después, dieron otro paso en noviembre de 2017 con una ceremonia y una fiesta para 200 invitados.
Ante la consulta de La Nación, sin embargo, Insaurralde desmintió a Galasso a través de un vocero. “Es falso. Russo no pagó nada de nuestra boda”, indicó, para luego reafirmar que sólo vio “dos o tres veces” a Russo, quien había protagonizado algún tipo de “conflicto” con Galasso que explicarían sus dichos como testigo.
Pero si Galasso vinculó a Heber Russo y sus acólitos de vender drogas y dólares truchos, además de piratería del asfalto, otros testigos ampliaron el abanico de presuntas actividades delictivas del hombre sospechado de ser socio en las sombras o testaferro de Insaurralde. Entre ellos, el empresario José María Ruiz, quien le compró un camión –que nunca le entregó- y le vendió nueve motos –que nunca le pagó-, aunque calló durante siete años, según declaró ante la Policía. ¿Por qué? Porque “comerciantes de la zona” le sugirieron que no lo hiciera, testificó, “ya que estas personas eran delincuentes peligrosos y que los mismo podían a llegar desde golpearlo a pegarle un tiro”.
Heber Russo y su hermano Nahuel jamás llegaron a dispararle a Ruiz, como tampoco le pegaron un tiro a otro testigo que declaró contra ellos, Néstor Alejandro Viola, aunque febrero de 2018 Viola declaró bajo juramento que lo empujaron a intentar suicidarse. Contó que en 2011 les pidió US$ 30.000 a los Russo, que se atrasó en una cuota, que lo fueron a buscar a su casa y luego fueron por su madre, que los subieron a un auto, que los llevaron a dos escribanías, que los obligaron a firmar documentos, que les quitaron dos departamentos de la Avenida Hipólito Yrigoyen al 1100 de Avellaneda, que después le pidieron que entregara dos autos –uno de su hijo discapacitado-, y que los siguieron amenazando durante años. Hasta que el 15 de mayo de 2015, Viola dijo basta. Se disparó en la cabeza, en la vereda de la casa de su madre, para que cesara el hostigamiento contra su familia. Sobrevivió. Pasó meses internado. Y recibió un llamado de Nahuel Russo, tratando de despegarse de todo. El 2 y 5 de febrero de 2018, Viola se presentó en Wilde a testificar.
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