Cristina aprovechó vista de Lula para criticar a Milei: acusó al gobierno de practicar “terrorismo de Estado”

“Nos costó demasiado construir la democracia argentina como para permitir que ahora, paso a paso, la desmantelen", sostuvo Cristina Kirchner en un extenso descargo en redes.

Lula da Silva y Cristina Kirchner.
Lula da Silva y Cristina Kirchner.
Foto: Ricardo Stuckery/AFP.

El contacto es directo entre Cristina Kirchner y Lula da Silva. Por eso la embajada brasileña en Buenos Aires no tuvo nada que ver con la organización de la visita de ayer del presidente de su país a la exmandataria que cumple arresto domiciliario. Se trata, para la aceitada diplomacia de Planalto, de una cuestión de solidaridad personal por parte de Lula, que le sirvió a la jefa del PJ para exhibir su caso fuera de las fronteras nacionales.

De hecho, tras el encuentro fuentes cercanas a la expresidenta lo calificaron como “muy positivo” y “muy sentido desde lo personal y lo político”. También destacaron que la visita de Lula le dio a Cristina “visibilidad internacional” en el reclamo de su inocencia, pese a que fue condenada en la causa Vialidad. “De los líderes globales que se pueden contar rápidamente como tales, Lula es uno de ellos, te guste o no”, afirmaron los voceros consultados por La Nación.

Hacia las 12.30 y luego de haber participado de la cumbre del Mercosur con un trato frío hacia Javier Milei, Lula tuvo una entrada rauda al hall de la casa de Cristina, donde lo acompañó una comitiva más amplia de la que se esperaba y lo recibió el jefe de la custodia de la expresidenta, Diego Carbone, que lo esperó en la puerta. Unos pocos militantes se agolparon contra las vallas para saludarlo y lo esperaron a la salida, casi una hora después.

El presidente brasileño logró el permiso de la Justicia para visitar a la expresidenta, recluida para cumplir con la condena por corrupción en la obra pública. En el entorno de Cristina Kirchner lo consideraron como un triunfo porque “expuso” a los jueces del tribunal que disponen el régimen de su domiciliaria.

Cristina Kirchner y Lula dialogaron mano a mano, sin intermediarios, en buena parte del encuentro. Los demás presentes en el departamento del barrio de Constitución mantuvieron una prudente distancia de ambos y solo se acercaron para tomar las fotografías y el momento de un abrazo sentido que, horas antes, el presidente brasileño le había negado a Milei. “Sé lo importante que es este reconocimiento en los momentos más difíciles”, dijo Lula, vía redes sociales, al cabo del encuentro.

Las obvias similitudes entre la campaña “Lula livre” que tuvo lugar en Brasil cuando el expresidente estuvo preso -en su caso en una cárcel- y la que desarrolla aquí el kirchnerismo bajo el lema “Cristina libre” hace que los derroteros de ambos aparezcan vinculados. Los contactos se intensificaron en las últimas semanas y también se registran a un segundo nivel, entre los institutos Patria y Lula.

Tras el encuentro, Cristina Kirchner aprovechó la oportunidad para hacer un pronunciamiento contra los jueces que definieron su condena y el gobierno de Milei. A través de un mensaje en sus redes, sostuvo: “Hoy recibimos al compañero Lula en mi casa, donde estoy bajo detención domiciliaria por decisión de un Poder Judicial que hace tiempo dejó de disimular su subordinación política y se convirtió en un partido político al servicio del poder económico”, escribió.

“Deriva autoritaria”

En su mensaje, Cristina Kirchner comparó: “Lula también fue perseguido, también le hicieron lawfare hasta meterlo preso, también intentaron callarlo. No pudieron. Volvió con el voto del pueblo brasileño y la frente en alto. Por eso hoy su visita fue mucho más que un gesto personal: fue un acto político de solidaridad”, escribió con letras mayúsculas y agregó: “Los ojos del mundo están viendo con atención como la Argentina vive una auténtica deriva autoritaria de la mano del gobierno de Milei, en lo que podemos identificar como terrorismo de Estado de baja intensidad”.

“Nos costó demasiado construir la democracia argentina como para permitir que ahora, paso a paso, la desmantelen. Sin embargo, esa misma democracia hoy está siendo vaciada desde adentro por un gobierno que se dice libertario” pero que, a juicio de Cristina Kirchner, solo “le da libertad a los más ricos”. En otro tramo de su mensaje, la expresidenta enfocó sus cuestionamientos en la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Y como si fuera poco, ahora quiere que la Policía Federal pueda vigilar lo que la gente pone en redes sociales sin orden judicial, además de detenciones preventivas sin que exista ningún delito… ¿Te quejás de cómo va el país?... ¿Te burlás del oficialismo en una red social?... Entonces, tal vez la Policía llame a tu puerta. Ya vemos cómo sucede en otros países, y parece que también quieren importar eso. Esta es la deriva autoritaria…“, insistió.

Cristina Kirchner añadió, con mayúsculas: ”Este es el Terrorismo de Estado de baja intensidad que vive la Argentina. Están convirtiendo al país en un experimento continental. Así como Pinochet hizo que Chile fuera el laboratorio de los Chicago Boys, hoy quieren que nuestro país sea el banco de pruebas de Milei y los Caputo Boys. Mismo manual: salarios de hambre, privatización total, entrega absoluta al Fondo Monetario Internacional”.

Luego, Cristina Kirchner lanzó un desafío y llamó a la oposición a organizarse: “Pero no les va a salir bien. Y saben que si el pueblo habla, si se organiza, si se defiende...no van a poder”..

Reforzó su malestar al enumerar los aumentos de las tarifas. “Che Milei… con la ola polar que tenemos… ¿vos qué hacés? ¿Lo único que se te ocurre es meterle otro recargo a las boletas de un 6,4% más?...tarifas por las nubes, estufas apagadas, vos hablando de que hiciste buen trabajo en Mercosur… ¿y dejaste Mar del Plata sin gas? Dale hermano… seguí vendiendo humo… lástima que no calienta”, cerró su publicación desde el arresto domiciliario.

Canciller argentino: "Lula está en su derecho"

El canciller argentino, Gerardo Werthein, opinó que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, “está en su derecho” de visita a Cristina Fernández, en prisión domiciliaria en Buenos Aires.

Consultado por EFE, Werthein respondió: “No tengo ninguna opinión. Creo que es una decisión del presidente Lula y él está en su derecho de hacerlo, si así lo cree conveniente”.

La Justicia argentina autorizó el miércoles a Lula a visitar a la expresidenta en su vivienda del barrio porteño de Constitución, donde cumple una condena de seis años desde el 17 de junio.

Cristina Kirchner tiene autorizado el ingreso a su hogar de un grupo limitado de personas, entre las que se encuentran médicos, abogados, familiares y policías encargados de su custodia.

Lula, que llegó a Buenos Aires para la cumbre del Mercosur, no realizó ningún otro compromiso fuera de este evento que la visita a Cristina Kirchner. Luego de la visita a la expresidenta al mediodía, Lula retornó a Brasilia.

Dos posiciones en el oficialismo en Brasil

La visita de Lula a Cristina generó un contrapunto en Brasil. En el Gobierno brasileño conviven sectores que lo alentaron y otros que lo consideraron inoportuno. Algunos sectores más ligados al Partido de los Trabajadores (PT) consideran que el gesto es una forma de retribuir el apoyo que Lula recibió cuando fue condenado y preso durante la Operación Lava Jato. Otros, en cambio, más ligados a la diplomacia profesional, alertaron sobre el riesgo de que la visita sea leída como una provocación política o incluso una afrenta a la Justicia argentina, en caso de que el presidente adopte un tono comprometido con la tesis de la persecución judicial.

Hasta el momento, Lula ha sido medido al referirse a la situación judicial de Cristina Kirchner. En un tuit publicado el 11 de junio, tras una conversación telefónica con la expresidenta, manifestó su “solidaridad” en un “momento difícil”, pero evitó valorar el proceso que derivó en su condena. “Noté con satisfacción la manera serena como Cristina encara esta situación adversa y cuánto está decidida a seguir luchando”, escribió en aquella ocasión, en el mensaje compartido en X.

Por Mariano Spezzapria de La Nación (GDA)

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