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Argentina: Fernández anunció nuevo gabinete con aprobación de Cristina

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Presidente argentino Alberto Fernández. Foto: La Nación / GDA.

ECOS DE LA DERROTA EN LAS PASO

Santiago Cafiero será canciller; Eduardo “Wado” De Pedro queda en Interior y Martín Guzmán en Economía.

El presidente Alberto Fernández anunció anoche los cambios en su gabinete. Habrá modificaciones en seis ministerios y una secretaría. Lo más relevante es que Santiago Cafiero dejará de ser jefe de Gabinete y pasará a ser canciller en lugar de Felipe Solá. Cafiero será reemplazado por el gobernador tucumano Juan Manzur.

Eduardo “Wado” De Pedro seguirá siendo ministro del Interior. Lo mismo pasará con Martín Guzmán en Economía.

Aníbal Fernández reemplazará a Sabina Frederic en Seguridad, y Julián Domínguez irá a Agricultura. Jaime Persik, rector de la Universidad de Hurlingham, será el nuevo ministro de Educación. Daniel Filmus asumirá en Ciencia y Tecnología.

Estos cambios se producen luego de cinco días frenéticos, en los cuales el gobierno argentino quedó claramente partido en dos: los que respaldan al presidente Fernández y los que responden a la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Ahora que se definieron los relevos, se podrá afinar si Fernández perdió o ganó en su enfrentamiento con Cristina.

La crisis estalló luego de la derrota del gobierno en las primarias del domingo 12.
Cristina Kirchner hizo que cinco ministros que le son fieles le presenten la renuncia a Fernández el pasado miércoles, y un día después le recordó en una carta pública que fue ella la que lo eligió como candidato para las elecciones de 2019, y le pidió que honrara esa decisión.

Y ayer viernes, en medio de las negociaciones para nombrar el nuevo gabinete, obtuvo la primera baja de uno de los más cercanos colaboradores del presidente Fernández: la del secretario de Comunicación y Prensa de la Presidencia, Juan Pablo Biondi.

“Motiva esta decisión la crisis desatada en las últimas horas y espero que mi alejamiento del cargo contribuya a pacificar, en parte, estos momentos difíciles que nos toca vivir”, dijo Biondi en una carta dirigida al presidente Fernández y que publicó en su cuenta de Twitter.

El presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner en un acto político en Argentina. Foto: AFP
El presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner en un acto político en Argentina. Foto: AFP

Según informó anoche La Nación, la salida que encontró Alberto Fernández a la crisis fue una reformulación de parte de su gabinete que hizo lugar a las principales exigencias que había hecho la vicepresidenta. Además, incluyó recambios en áreas que, a los ojos de Fernández, tenían problemas de gestión o necesitaban una oxigenación. Lo más relevante es que -tal como pidió Cristina-, Santiago Cafiero dejará de ser jefe de Gabinete. No se irá del Gobierno pero caerá en el organigrama: pasará a ser canciller, en reemplazo de Felipe Solá.

El nuevo jefe de Gabinete y ministro coordinador del equipo nacional será el gobernador tucumano Juan Manzur. Pedido por Cristina (según ella misma reveló en su explosiva carta abierta), el gobernador se resistía a dejar su terruño por el conflicto que tiene con su segundo, el vicegobernador Osvaldo Jaldo.

De Pedro, en tanto, seguirá siendo ministro del Interior. El principal alfil de la vicepresidenta en la Casa Rosada había desatado el tembladeral político esta semana cuando, sin previo aviso al presidente, difundió una carta de renuncia, como una forma de forzar los cambios que el jefe de Estado se resistía a hacer en otras áreas. Su dimisión “a disposición”, junto a la de la titular de la Anses, Fernanda Raverta -otro cuadro de La Cámpora- había desatado un fenómeno en dominó, porque a ellos los imitaron varios funcionarios kirchneristas. Fue una sublevación que generó una crisis política inédita para el presidente.

Pero después de ese episodio y de versiones cruzadas sobre su salida, finalmente De Pedro seguirá en su puesto y en su despacho de la planta baja de la Casa Rosada. “Wado” fue prenda de negociación durante las últimas horas para sellar una tregua, pero mantuvo el cargo.

Lo mismo pasará con Martín Guzmán en Economía. Si bien la principal crítica del kirchnerismo a la gestión de Fernández es la falta de eficacia para nutrir de fondos a los bolsillos y a pesar del disgusto que provocan en la vicepresidenta las medidas más ortodoxas del Palacio de Hacienda, el ministro se quedará en el gabinete al menos hasta cerrar un acuerdo con el FMI. Cristina, sin embargo, ya dejó en claro que quiere cambios en el proyecto de Presupuesto que presentó Guzmán esta semana.

Aníbal Fernández, en tanto, reemplazará a Sabina Frederic en Seguridad. Miembro del Grupo Callao -la usina política del jefe de Estado- la gestión de Frederic generaba cortocircuitos en un área sensible de cara al desafío electoral.

Los cambios en el gabinete fueron anunciados pasadas las 22 de ayer viernes, mediante un comunicado, minutos después de que Fernández dejara la Casa Rosada tras una jornada de frenéticas negociaciones, que tuvieron a Cafiero y De Pedro como principales embajadores de ambos “bandos”.

La mayor dificultad de la jornada estuvo en encontrar los reemplazos para conformar el equipo que dejara atrás la crisis política: varios de los candidatos declinaron la oferta para sumarse al gobierno nacional. Entre ellos, el embajador en Uruguay, Alberto Iribarne. (Con información de La Nación/GDA)

Desconfianza y necesidad mutua
Análisis de Hugo Alconada Mon
Cristina Kirchner. Foto: AFP.

Cristina Fernández de Kirchner detesta, desconfía y necesita de Alberto Fernández. Lo detesta desde hace años. Desde que Alberto Fernández renunció a la Jefatura de Gabinete y se dedicó a lanzarle dardos envenenados desde los medios de comunicación. Peor aún: desde los micrófonos del Grupo Clarín. Ese sentir explica los castigos públicos que ella le propina a sus más estrechos colaboradores. A su jefe de Gabinete, a su vocero, a los “ministros que no funcionan”.

Ella también desconfía de él. La permanencia de Carlos Zannini, Gerónimo Ustarroz, Juan Martín Mena, Félix Crous y otros alfiles con terminales judiciales lo confirman.

¿Por qué?

Porque Cristina Fernández de Kirchner está convencida de que los tribunales argentinos se mueven al ritmo del poder. En esa lógica, si ella cediera ahora esos cargos, otros los ocuparían. Otro sería el jefe máximo de los abogados del Estado nacional, otro sería el emisario del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, otro sería el verdadero ministro de Justicia y otro lideraría la Oficina Anticorrupción. Y esos otros podrían alinearse muchísimo menos -o nada- con ella.

Ese riesgo explica, también, por qué sus operadores también redoblan esfuerzos por estas horas. Explica, por ejemplo, que la Cámara Federal porteña le ordenara al juez Sebastián Casanello que defina la situación procesal de Fernández de Kirchner en la “ruta del dinero K”. Es la misma Cámara que en su momento le ordenó que la indagara cuando el magistrado creía que no había pruebas suficientes para citarla. Pero debió acatar la orden superior y terminó por dictar su falta de mérito. Ahora, sin que medien nuevas evidencias, si la Cámara le ordena definir sobre ella, ¿qué otra opción le queda más que sobreseerla?

Y eso lleva al último eje.

La vicepresidenta necesita del Presidente. Porque ella lo llevó a la Casa Rosada, sí, como le recordó en su carta pública. Pero ella omitió escribir, también, que lo necesitaba allí. No sólo para ganar aquella elección de 2019 -¿recuerda aquello de “sin ella no se puede; con ella sola no alcanza”?-, si no porque sólo con él como Presidente podría lograr quizás algún día su objetivo máximo de reivindicación judicial.

¿Cómo es eso?

Ella no quiere un indulto. Si no, lo tendría hace rato en sus manos. Ella quiere el complemento tribunalicio de la frase que le espetó a un tribunal oral, el 2 de diciembre de 2019, cuando el Frente de Todos ya había ganado las elecciones y restaban ocho días para que asumieran. “A mí me absolvió la historia”, les gritó a los jueces. Les gritó aunque ella quiere la absolución firmada por esos mismos jueces. Quiere un certificado de buena conducta judicial, emitido por todos los tribunales competentes que la investigan, con todos los sellados y visados.

Pero para que esa absolución judicial sea completa, conviene remarcar, ella lo necesita a Alberto Fernández. ¿Para qué? Para afirmar que los tribunales la absolvieron mientras otro ocupaba la Presidencia. Si no, el círculo no se cerraría. Siempre podrían endilgarle que la Justicia la absolvió por su influjo, manejo y apriete. Siempre podrían reprocharle que sus operadores judiciales -los mismos que Norberto Oyarbide contó que lo agarraron del cogote u otros-, volvieron a hacer de las suyas.

Eso explica que Cristina Fernández de Kirchner haya ordenado a sus alfiles políticos que renuncien esta semana. Explica también que haya estado dispuesta a ceder las fabulosas cajas de la Anses y el PAMI. Y explica por qué, de ningún modo, bajo ninguna circunstancia, sus alfiles con terminales judiciales se movieron de sus sillas. En palabras de la diputada Fernanda Vallejos, permanecen “atrincherados” en sus puestos.

Si Alberto Fernández quisiera llevar la situación actual hasta el punto de ruptura le bastaría con pedir una sola renuncia: la de Zannini.

Pero él la necesita a ella para presidir. Y ella lo necesita para completar su círculo absolutorio. (La Nación/GDA)

Alberto Fernández. Foto: AFP
Alberto Fernández. Foto: AFP

“Se discute poder, no hacia dónde vamos”

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, alertó por la situación “dolorosa que atraviesan los argentinos” y envió un duro mensaje en medio de la crisis política que sacude al gobierno de Alberto Fernández, tras la renuncia masiva de varios funcionarios afines a la vicepresidenta Cristina Kirchner, luego de la derrota en las PASO. “En la Argentina se discute poder y no hacia dónde vamos”, sentenció el obispo de San Isidro.

“En la Argentina, caemos en la trampas de las discusiones de poder, sin animarnos a pensar juntos lo esencial, hacia dónde vamos”, apuntó Ojea.

“Mientras los apóstoles discutían quién era el primero, Jesús se desangraba tratando de comunicarse con ellos. Así también muchas veces nosotros -y también en la Argentina - caemos en la trampa de las discusiones de poder, sin animarnos a pensar juntos lo esencial”, expresó Ojea en un video publicado por la Conferencia Episcopal.

El titular de la CEA puso el foco en la crisis política que vive el país. “En la Argentina también discutimos poder, no discutimos proyecto de Nación, no discutimos a dónde vamos, no pensamos a dónde tenemos que ir, no nos podemos poner a pensar juntos, sino que discutimos poder; poder mediático, poder económico, poder político”, señaló.

Y continuó: “Como los apóstoles, el Señor está clamando atención a lo que le está pasando en su corazón, a lo que va a vivir. Podemos decir, se asemeja a la situación dolorosa de tantísimos argentinos y argentinas “

El mensaje de Ojea se da un día después de la columna publicada en La Nación del arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, hombre de extrema confianza del papa Francisco, que ayer realizó un crítico análisis sobre las políticas sociales del Gobierno, el manejo de la pandemia y las elecciones primarias. “El presidente todavía está a tiempo de dar prioridad a los grandes problemas sociales y de enfocarse mejor en la producción y en el trabajo, que es lo que uno puede escuchar como reclamos genuinos si está cerca del pueblo”, destacó el arzobispo.

“Sin embargo, algunos miembros del propio gobierno parecen pensar que la solución está en radicalizarse más, sin ver que eso sería acercarse más al abismo”, advirtió. (La Nación/GDA)

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