—¿En qué mensaje quiere enfatizar la Iglesia Católica uruguaya en esta Pascua?
—El mensaje siempre es de esperanza. A veces la Iglesia aparece, según un cliché de las series televisivas, como una especie de cuestión retrógrada, conservadora, culpable de muchas cosas, como escribió hace un tiempo un científico uruguayo. La Iglesia es tan concreta que es “alguien”, entre comillas, a quien se le puede decir cosas y es al mismo tiempo tan difusa que no tiene bien cómo defenderse. El mensaje de Pascua siempre es de victoria de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, del perdón sobre la venganza, de los valores eternos sobre los valores temporales. Y es por lo tanto también el triunfo de la libertad sobre la opresión. No de la libertad que radica en hacer lo que quiero, sino de la posibilidad de poder hacer lo que debo. Y esta es la clave de esas palabras de Cristo que para los cristianos son claves para entender la libertad: “la verdad os hará libres”.
—La Conferencia Episcopal Uruguaya emitió una declaración crítica con el proyecto de ley de eutanasia que considerará el Parlamento, pero rescata el concepto de “sedación positiva”. Pero si la sedación no evita o acelera la muerte de la persona, ¿ no hay una contradicción en esa postura?
—Es una postura de hace muchos años de la Iglesia Católica que se opone al ensañamiento terapéutico, o sea a mantener a la persona en vida si no tiene sentido. Por otro lado, la moral cristiana entiende que hay actos que tienen un doble efecto. Uno no busca matar al paciente, busca que no sufra. Los cuidados paliativos son algo muy bueno. Ahora, si la consecuencia no buscada es que esa sedación acelera o tiene como consecuencia la muerte que inevitablemente va a ocurrir, ese es otro punto. La Iglesia siempre ha sostenido que la sedación paliativa para evitar los dolores está muy bien, aunque tenga esa consecuencia de acelerar el proceso. Lo que la Iglesia rechaza es provocar la muerte de la persona.

- La declaración dice que la vida debe ser “digna” y “bella”. ¿ Pero puede ser bella si el sufrimiento físico es insoportable?
Obviamente que siempre puede haber situaciones dramáticas, difíciles, que excepcionalmente pueden darse. Gracias a Dios, la medicina ha avanzado y los cuidados paliativos que ojalá lleguen a todos, alivian realmente el dolor y el sufrimiento y provocan muchas veces en la vida del paciente una situación de estar acompañado, querido, cuidado, hasta el final. Ahí está el punto clave para nosotros que es esa pendiente resbaladiza a la que lleva la ley. Como toda ley tiene una carga pedagógica. Se antepone el hecho de morir si hay un sufrimiento insoportable. ¿Quién determina el sufrimiento insoportable? Sabemos muchas veces que la persona más allá del sufrimiento físico en la inmensa mayoría de los casos o en su casi totalidad tiene un sufrimiento más bien psicológico, anímico. ¿En ese sentido ,entonces, dónde ponemos el límite?
—Y si es la persona la que dice que el sufrimiento es insoportable? ¿No es la que tiene que tener la última palabra sobre su vida? Si dice, “por favor, no puedo hacerlo por mí mismo, quiero morir”, ¿por qué negárselo?
—Nosotros lo que consideramos es que a esa persona si uno la acompaña con cariño puede cambiar de parecer. Le pongo un caso. Hace un año y medio se fundó en Uruguayana y Bulevar Artigas el Hospice San José. Es un lugar al que van personas que están en situación de morir en algunos hospitales públicos y no tienen quien las atienda y van a pasar allí sus últimos días o meses. La experiencia que han vivido quienes los atienden, que en su mayoría son voluntarios, es una experiencia muy rica de personas que atendidas con los cuidados necesarios para pasar un tránsito sin dolor, dentro de lo posible, viven sus últimos días en paz al sentirse queridos y atendidos. Esa es la experiencia que yo como sacerdote también he vivido en los casos a los que asistido. El concepto clave es la posibilidad de que los médicos que están llamados a custodiar la vida hasta la muerte natural se transforman en quienes ejecutan la vida de una persona y eso es lo que no nos parece . Nadie puede meterse en la experiencia intransferible de cada uno. Pero la ley está hecha para una globalidad. Y es ahí donde nosotros decimos, “atentos a esta ley de eutanasia que puede llevar a una pendiente resbaladiza”. La razón del sufrimiento insoportable es subjetiva y no nos parece de recibo .

—¿No hay que tener en cuenta esa subjetividad?
—La Iglesia emite su opinión y trata de influir en algo que la sociedad humana hasta hoy día, desde el juramento hipocrático de siglos antes de Cristo, ha defendido. Es el hecho de que el médico no puede provocar la muerte del paciente. No es que a nosotros se nos ocurre una idea rara. Lo raro es ir contra esa defensa de la vida que es el primer elemento clave. La Iglesia no es la que va a terminar legislando. La Iglesia expresa la opinión que ella tiene, basada en su larga experiencia, en su expertise en lo que es la Humanidad, en la realidad de lo que está pasando en otros países y también en el hecho religioso. La vida es un don de Dios y somos nosotros los dueños para decir sí o no. Pero el elemento religioso que obviamente está en la base de nuestra postura no es el único elemento para decir que no a la eutanasia. ¿Qué pasa si, como está sucediendo en algunos países con aquellas personas que ya son muy mayores, alguien siente que es una carga para su familia? ¿No estamos creando una situación en la que esas personas finalmente puedan decir “soy un egoísta si sigo viviendo”? Eso es lo que se llama la “cultura de la muerte”. ¿Qué hace entonces que eso no pueda ser llevado a otro tipo de persona como hizo el nazismo con las personas minusválidas o que tenían problemas mentales? ¿Dónde está el límite? ¿Quién es el que pone el límite de lo que está bien o está mal?. El Derecho Natural que es lo que ha vivido la humanidad y que de algún modo todo hemos vivido y que en sus elementos fundamentales está escrito en los Diez Mandamientos una de las cosas claves que tiene es el “no matar”, el respeto a la vida del otro. Bueno, estamos en eso. Nuestro Código Penal contempla la muerte piadosa. Es decir, con eso no la estoy defendiendo. Los legisladores tuvieron esta percepción de que podía haber situaciones que no ameritaran un castigo penal a la persona que habilita la muerte piadosa de otra. Yo no lo defiendo pero está contemplado.
—Cuando se legalizó el aborto en Uruguay, quienes defendían esa legalización sostenían que siempre hubo y habrá abortos y que, considerando eso, es mejor que se realicen de forma legal y controlada. Se podría argumentar lo mismo para el caso la eutanasia.
—No deja de ser parte de una cultura, de una agenda que trastoca los valores básicos humanos y que pone la vida como un problema y no como un don… Se sabía que después de la ley del aborto iba a venir la ley de la eutanasia y ya se habla de ampliar la cantidad de semanas de gestación en las que el aborto se podría realizar. Se pasó del concepto de despenalizar un delito a hablar del derecho al aborto. Todo eso responde a un cambio cultural que no nace en Uruguay, que nosotros copiamos en otros lados y aplicamos acá como algo novedoso. En definitiva, responde a la tragedia que está ocurriendo en Occidente, otrora cristiano, que descarta aquellas cosas que le dieron su sentido y sobretodo los valores que vienen de la tradición judeocristiana. Y en lo que se está viendo esa decadencia es en el rechazo a la vida humana que se da en muchas partes y en una cultura como la nuestra donde nacen cada vez menos niños, donde hay más abortos y donde ahora, siguiendo esa especie de escuelita, se quiere imponer la eutanasia. Cuando me han venido a ver personas que se han hecho abortos y que viven el sufrimiento de lo que han realizado, y lo viven como una carga, yo lo que hago es comprender, ayudar, compadecerme. Nadie está con el dedo acusador, pero sí creo que es importante defender aquellos elementos básicos de lo que se ha llamado el Derecho Natural, que es lo que está escrito en la naturaleza humana, aunque hoy muchos lo nieguen.

—Pero la sociedad evoluciona. Hay más conciencia de los derechos. Y hay quienes sienten que tienen derecho a la eutanasia. También hace siglos se perseguía a los homosexuales, algo que hoy se considera impensable. Hay una evolución.
—Yo no niego que haya habido cambios y muchas cosas muy positivas. Esas cosas que se hablan de los siglos anteriores y que se globaliza… es muy relativo. Hoy por hoy está habiendo tragedias en la humanidad y es muy difícil de discernir donde está la razón y dónde no. Por ejemplo, la guerra de Ucrania. Por ejemplo, el conflicto del Medio Oriente. Por ejemplo, las guerras que se están dando en África, que ni las mencionamos. En Sudán, en Sudán del Sur, en Etiopía. Hoy suceden cosas terribles. Entonces, cuando hablamos de los siglos anteriores siempre hay que decir, bueno, hay que ver si no tenemos prejuicios. Los derechos y deberes tienen que ir a la par, porque si no van a la par, lo que se hace es una hiperinflación de derechos que no tienen ningún límite y que llevan en definitiva a una cierta destrucción de la sociedad.
Yo creo que hay que ser más objetivos. Hay que ver derechos y deberes, Sin duda en muchas cosas la humanidad ha dado pasos hacia adelante. Hay un desarrollo científico, hay un desarrollo tecnológico que va in crescendo de generación en generación, pero, éticamente, moralmente, esto no se da del mismo modo. No es que hayamos evolucionado moralmente. La prueba es que en el siglo XX, donde ya se hablaba de los derechos humanos, se dieron las tragedias más impresionantes. A veces defendemos cosas que son indefendibles. Hay regímenes que son indefendibles, que se defienden y después decimos: “uy, no nos enteramos que pasaba esto”. Hay que ser más cautos, me parece, y no creer que el progreso tecnológico y el progreso científico están unidos a un progreso moral.
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