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Refugio del Mides: vecinos se quejan por ruidos y reclaman que pongan una chapa para “no ver” a usuarios

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Refugio del Mides en Pocitos. Foto: Juan Manuel Ramos.
Fachada de vivienda ubicada en Pagola 3184 que funciona como refugio para mujeres del Ministerio de Desarrollo Social, en el barrio Pocitos de Montevideo, ND 20221124, foto Juan Manuel Ramos - Archivo El Pais
Juan Manuel Ramos/Archivo El Pais

EN POCITOS

Desde la cartera dijeron que no hay irregularidades, y que los hogares siempre suelen ocasionar actitudes de “resistencia” por parte de algunas personas.

En Manuel Pagola y 26 de Marzo hay una casa vieja, de fachada gris y puerta roja, con un pequeño patio en el frente que se separa de la calle por medio de un tejido de alambre. A partir de las 18 horas empiezan a llegar los 20 hombres que duermen ahí cada noche, personas distintas no solo por su historia, sino también por tener edades que van desde los 21 hasta los 73 años.

A las 20:30 del jueves, en una noche de temperatura agradable, dos de los hombres están sentados en el patio delantero fumando un cigarrillo mientras conversan sobre su día. Adentro, dos jóvenes miran sus celulares y otros dos preparan la cena. Desde las 23 hasta las 6 de la mañana los 20 tienen que estar en sus cuartos y se apagan todas las luces.

El refugio “Pagola” es el único en Pocitos y la cuadra en la que está tiene una gran densidad de residentes, incluso hay dos casas linderas al albergue del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Estos dos factores son el motivo de que sea un refugio con muchas denuncias por parte de los vecinos, a pesar de que no es el que hospeda a más personas ni el que atiende a la población en situación de calle más problemática.

“Siempre tenemos que convivir con las denuncias y quejas de los vecinos”, cuenta a El País Daniel Estinger, el coordinador de Colmena Creciendo, una asociación civil que -bajo convenio con el Mides- dirige este refugio y dos más ubicados en Cordón y Unión. De los tres refugios, asegura que éste es el que le da más problemas: “Yo entiendo, nadie quiere tener un refugio al lado de su casa”.

Dice que las denuncias se han apaciguado en los últimos días, pero hasta hace poco llovían las llamadas al Mides y también a la Policía. Una mujer que vive en frente al refugio incluso llegó a exigir que se pusiera una chapa en el patio en lugar del tejido de alambre para “no tener que ver” a los usuarios mientras están en la terraza fumando y para que ellos tampoco vean al resto de los vecinos. El coordinador se negó porque iba a bloquear la entrada de luz a la casa, pero sí colocó un estera sobre el tejido. “Tampoco somos unos bichos para que nos tapen”, le dijo un interno al referente del refugio.

Salud mental

En este refugio permanente, en donde las mismas personas duermen allí cada noche y dejan sus cosas, trabaja un equipo compuesto por el coordinador, un psicólogo, una asistente social y dos educadores que están en el turno nocturno. Los cinco trabajan con cada usuario para construir un “proyecto de vida” que tenga como objetivo que la persona en situación de calle consiga un trabajo que le permita estabilizarse e independizarse.

Algunos de los residentes tienen trabajos informales -haciendo changas. Otros están dentro del plan ABC de la IMM. El 72% de las personas en situación de calle que son asistidas por el Mides tienen adicciones severas, y la mayoría de los que duermen en este refugio están dentro de este porcentaje.

También hay dos personas que reciben medicación psiquiátrica, lo cual condice con que 1 de cada 4 personas en situación de calle tiene problemas de salud mental, como ha ocurrido históricamente. Por otro lado, tres residentes del refugio tienen VIH.

La adicción genera problemas en la entrada al refugio porque, aunque está prohibido ingresar con droga, algunos hombres llegan al lugar bajo el efecto de ellas y entonces los cuidadores les deben exigir que esperen un rato afuera. Ahí es que surgen los disturbios o ruidos molestos. “A veces nosotros mismos tenemos que llamar a la Policía”, dice Estinger.

Cualquier problema que haya en la cuadra con alguna persona en situación de calle, los vecinos lo asocian al “Pagola”. El refugio está entre ceja y ceja, cuenta el coordinador.

La última situación caótica surgió por un hombre que antes se había hospedado en el refugio, pero era violento y fue expulsado. Este se puso a trabajar como cuidacoches en la cuadra y rompió el vidrio de un auto, además de patear la puerta del refugio, por lo que los propios coordinadores del lugar tuvieron que hacer la denuncia.

Aún así, la persona fue asociada al establecimiento y los vecinos se quejaron. Luego personal del Mides se reunió con el director de Convivencia Ciudadana, Santiago González, y se logró internar a la persona en un centro para el tratamiento de adicciones.

Las críticas

Un vecino del apartamento de enfrente al refugio dice, en diálogo con El País, que ahí “lo único que se hace es fomentar la vagancia” y remarca que Pocitos no es un lugar para poner un albergue del Mides. Cree que los refugios tienen que estar en avenidas o calles amplias y no en una cuadra donde vive mucha gente.

“Acá estamos en un barrio residencial que paga impuestos muy altos”, enfatizó el hombre que no quiso ser identificado, y criticó a los coordinadores porque no hacen nada para que los usuarios “se callen la boca y no molesten”. Otro vecino del barrio que tiene una lavandería frente al “Pagola” también menciona que el Mides tiene que cambiar la estrategia para que las personas en situación de calle “hagan su aporte a la sociedad”. Y subraya que se pagan muchos impuestos como para tener a “indigentes al lado”.

En lo que está de acuerdo el equipo del “Pagola” es que la relación “refugio-vecinos” en general no se trabaja lo suficiente. El psicólogo del refugio, Daniel Fernández, cree que hay una falta de empatía y remarca: “Tienen que entender que esto es un problema social que nos concierne a todos”.

Fernanda Auersperg, directora de Protección Social del Mides, explicó a El País que un refugio siempre “genera resistencia” entre los vecinos y que el objetivo de la cartera es que haya una convivencia en paz sin descuidar los derechos de las personas del barrio. La casa de Pocitos ya funcionaba como refugio desde la administración pasada, porque tenían que cubrir esa zona del municipio CH donde hay varias personas que no tienen hogar.

“Nosotros hemos tomado varios de los reclamos y sugerencias de los vecinos de Pocitos”, dijo, y es por eso que se bajó el número de residente de 30 a 20 y se pasó de un albergue abierto a uno permanente para que haya más control.

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