Jóvenes preocupados por el ambiente

El Proyecto Rueda apunta a que los niños aprendan a cuidar el planeta.

Cristian Amacoria se crió "entre ruedas" porque su familia es dueña de una gomería. Trabajaba en el depósito y le daban "asco" los neumáticos por la contaminación que implican. Su padre, Gustavo Amacoria, es uno de los propulsores del plan Geneu (Gestión de Neumáticos Usados) que promueve el reciclaje. Esa iniciativa motivó en el joven actor Cristian la toma de consciencia sobre la problemática ambiental y quiso tomar cartas en el asunto.

Integra el elenco estable del Teatro El Galpón, pero su debut en Carnaval con parodistas Zíngaros lo acercó a realidades que desconocía. En esas noches de tablado tomó contacto con una cantidad de gente que no podía acceder al teatro por ser "un arte bastante elitista".

Su necesidad de fomentar una actitud responsable frente al medio ambiente se unieron a las ganas de arrimar la cultura a niños de contexto crítico. Y así nació Proyecto Rueda, una intervención teatral gratuita en escuelas públicas de todo el país a cargo de Soledad Lacassy, Nicolás Pereyra Aristimuño, Juli Lucena y Cristian Amacoria.

Los artistas acompañan el discurso sobre cultura sostenible con una acción: plantan un árbol autóctono junto a los niños en la escuela y ellos se comprometen a cuidarlo.

El Proyecto Rueda involucra a toda la familia Amacoria. Tras ganar los Fondos de Incentivo Cultural 2018 se asociaron con Neumáticos Carrasco, la gomería de Gustavo, y eso les permite solventar los gastos de logística y traslado que supone llevar La pitanga que voló por todas las escuelas del país. El cuento fue escrito por Natalia Amacoria, melliza de Cristian. Lucía Amacoria es prima de ambos y saca las fotos que sirven de llamador para que las instituciones educativas los contacten, ya que la difusión es a través de las redes sociales.

El proyecto declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Educación y Cultura está por cumplir un año y podrán decir misión cumplida. Se fijaron como meta para 2018 hacer 140 intervenciones y ya llevan 100. Recorrieron todo Montevideo, Canelones y el segundo semestre harán hincapié en las escuelas rurales.

Cristian se refiere al origen del proyecto como muy "rock and roll". Tenían la idea en mente y no querían "embotarse", así que "nos mandamos a una escuela del Cerrito de la Victoria y salió impecable". Las maestras corrieron la bola y el boca a boca fue clave para darse a conocer.

Hablan de intervención, y no de obra teatral porque implica la participación activa de los niños. "Les pedimos a las maestras que agrupen a los alumnos de 1°, 2° y 3° en el patio de la escuela y los agarramos por sorpresa. No queremos que se predispongan a ver una obra, nos gusta la idea de entrar al espacio que ellos habitan y conocen para transformarlo en algo distinto", explica Cristian.

Entran con una rueda en mano que es lo único que les quedó de un carro que se destruyó en una bajada. "Yo le digo a otro personaje que deberíamos tirarla o prenderla fuego porque pesa mucho y le doy el pie para que explique que mejor sería reutilizarla, y así trabajamos la idea de reciclaje".

Cuando Cristian plantea tirar esa rueda, los niños "se enloquecen" y dan argumentos de por qué no hacerlo. "Se genera algo superdidáctico".

Los cuatro actores, además, llegan con urgencia de plantar un árbol autóctono porque hay cada vez menos espacios donde poder hacerlo. El mapa que llevan a cuestas indica que el lugar indicado es la escuela en cuestión, ya que esos niños serán capaces de cuidarlo.

"Se establece un vínculo de confianza para que se sientan responsables por la vida de ese árbol", dice Cristian.

Proponen plantarlo todos juntos para generar mayor empatía con la historia, y "se tiran de cabeza. Dividimos las tareas: un grupo se encarga del transporte de la rueda que oficia de maceta, otros tiran la tierra de a poco y algunos traen el agua. Mientras plantamos hablamos de la importancia de valorizar el agua, la tierra y el sol. Lo tratamos con el fin de que continúen trabajándolo en clase".

Se volvió costumbre que tras finalizar la intervención de treinta minutos las maestras inviten a los artistas a tomar un café o té en un salón.

"Conversamos mucho acerca de la escuela, su contexto, y sobre todo de esos niños que no van al teatro porque no tienen dinero ni siquiera para financiar el transporte. Hay mucho agradecimiento porque son muy pocas las propuestas y actividades que pueden realizar, sobre todo en las escuelas de contexto crítico", cierra Cristian.

Gustavo Amacoria dice haber nacido en una gomería porque lleva medio siglo en el rubro. Tiene seis hermanos y todos se dedican al mismo negocio. Fue presidente de Ceconeu (Centro de Comerciantes en Neumáticos del Uruguay) por cuatro años y hoy es secretario del gremio.

En noviembre de 2013 la Dinama convocó a todos los actores involucrados en los neumáticos a trabajar en el borrador de un decreto para regular su correcta destrucción. Gustavo asistió a todas las reuniones, y como se supo que la resolución jurídica demoraría, cuenta que el gremio se comprometió a trabajar en un plan piloto para la recolección en basureros, cunetas y vertederos ubicados en barrios periféricos.

"Se puso mucha cabeza y entusiasmo" en la construcción de máquinas que permitieran reducir el volumen de las ruedas, y así evitar la acumulación de agua y reproducción del Aedes Aegypti, mosquito que transmite el dengue. El Decreto 358/2015 se promulgó en diciembre de 2015 y tiene como objetivo "la implementación de acciones tendientes a minimizar la generación de residuos, promover la reutilización y el reciclaje".

Geneu (Gestión de Neumáticos Usados) es el fideicomiso que administra el plan de gestión de Ceconeu, y se encarga de levantar los neumáticos de las gomerías adheridas, trasladarlos a un depósito para que una empresa de logística los lleve a una planta habilitada por Dinama ubicada en Florida donde se realiza el proceso de reciclaje: "La cubierta se transforma en grano y polvo de caucho y ese material se utiliza para hacer canchas de fútbol de césped sintético y pisos".

Gustavo está orgulloso de este proyecto que "llevó años de esfuerzo y dolor de cabeza" pero se convirtió en fuente de inspiración para que su hijo Cristian emprendiera el Proyecto Rueda. El Ceconeu, además, tiene una escuela donde hoy se dicta un curso para 16 jóvenes de 15 a 19 años que estuvieron privados de libertad. "Quieren cambiar la pisada y conmueve ver con cuánto compromiso se enganchan".