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Estafas, un delito que crece: 1.300 condenados en cuatro años

Es el delito que más cometen las mujeres, pero la mayoría de los delincuentes siguen siendo hombres.

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Juicio a los hermanos Peirano
Histórico. La mayor estafa que existió en Uruguay continúa siendo la del Grupo Peirano, que se valuó en 340 millones de dólares.
FoMaria Ines Hiriart

En medio de la noche suena el teléfono del departamento en Punta Carretas. La anciana se despierta, desconcertada, enciende la luz y atiende. Se trata de su nieta, que grita desesperada y dice que la tienen secuestrada. Se deja de oír la voz de la joven y pasan a hablar los delincuentes: le exigen a la señora que llene una valija con todo el dinero que tenga en su domicilio y lo lleve a cierto punto de la ciudad porque, si no, van a matar a la rehén.

A la mujer no se le ocurre llamar a sus hijos porque la desesperación es total. Toma 70.000 dólares en efectivo y varias joyas y se dirige lo más rápido posible al lugar donde le indicaron para dejar la maleta. La deposita allí y se va. A las pocas horas decide llamar a sus hijos y se entera de que todo era una farsa. Fue víctima de una estafa.

Este caso sucedió en 2018, pero, en los últimos años, los fiscales de Flagrancia han investigado otras denuncias con este mismo modus operandi. Le dicen “el cuento del tío” y es perpetrado por criminales que buscan aprovecharse de la vulnerabilidad de los adultos mayores. Fernando Romano, fiscal de Flagrancia de 9° Turno, dijo a El País que el caso de la anciana de Punta Carretas fue la mayor estafa que le tocó investigar bajo esta modalidad, pero agrega que ha recibido otros casos similares.

Entre 2019 y 2022 hubo 1.371 personas imputadas por estafa y 1.287 que fueron condenadas por este mismo delito, según datos de Fiscalía. Entre los años no hubo grandes saltos, y los números siempre se mantuvieron estables en el entorno de los 300. Los fiscales indican, en tanto, que hay sí un “aluvión” de denuncias por estafas y el aumento es sostenido. En 2018 se registraron 6.400 denuncias, en 2019 fueron alrededor de 8.000, en 2020 incrementaron a 10.800 y en 2021 hubo un total de 14.300. El País solicitó el dato de 2022, pero este no fue informado.

Los investigadores atribuyen el aumento de estafas al incremento de las compras online a partir de la pandemia, dado que la mayoría de estas maniobras se realizan a través de redes sociales, en sitios como Marketplace. Los estafadores crean usuarios falsos y descargan fotos de internet de productos como muebles, bicicletas o celulares marca iPhone y las promocionan. Una vez que efectúan la venta y reciben el dinero, desaparecen.

Varios fiscales creen que el aumento de las estafas también se debe a que es un delito fácil de concretar y las penas son “muy benévolas”. Por más sofisticada y millonaria que sea la maniobra, cometerla tiene una pena máxima de cuatro años, que es el mínimo por una rapiña simple (sin agravantes por uso de arma). Incluso, la mayoría de los condenados obtienen la libertad a prueba.

El panorama se complejiza aún más dado que las estafas son de investigación lenta, y como los fiscales de flagrancia trabajan con delitos urgentes, a veces estos casos quedan relegados y se les da más importancia a las rapiñas u otros crímenes que implican lesiones físicas. Es por eso que los fiscales intentan unificar casos en donde se encuentren evidencias similares o una misma metodología. Además, creen que así las investigaciones serán más eficientes y exitosas.

Hasta el momento la mayor estafa que se dio en nuestro país continúa siendo la del grupo Peirano, que ocurrió en 2002 y alcanzó al menos los US$ 340 millones. Sin embargo, a mediados del año pasado la Fiscalía Especializada en Delitos Económicos comenzó a investigar otra presunta estafa millonaria a manos de la corredora de Bolsa Sara Goldring. En agosto de 2022 varios inversores presentaron una denuncia contra la operadora, luego de que ella les notificara sobre una pérdida de sus inversiones cercana a los US$ 100 millones.

Mujeres

El delito de estafa es el que presenta una mayor condena de mujeres: entre el 2019 y el 2022 el promedio fue del 36%, mientras que un 60% fueron hombres y el restante 2% no se identificó (ver gráfico). El siguiente delito con más condenadas mujeres es el de lavado y corrupción, con un 30%. En el caso de apropiación indebida son el 28% y en los delitos de estupefacientes el 24%.

Según tres fiscales consultados, el rol preponderante de las mujeres es el de “mula”. Ellas son las encargadas de presentarse en las redes de cobranza para retirar el dinero. Cuando son arrestadas por la Policía, la mayoría declaran que no sabían que estaban participando en una estafa, que una persona les pidió que retiraran la plata en una red de cobranzas a cambio de una comisión, que suele estar en torno a los 1.000 pesos. El fiscal Romano condenó a una mujer que había participado en 40 estafas, pero siempre había actuado de “mula”.

Dentro de las organizaciones también suelen ser las que tienen el contacto con la víctima, para lo que suelen interpretar un personaje. Silvia Pérez, fiscal de Flagrancia de 3er Turno, sostuvo que se debe a que generan “mayor confianza” en los estafados, sobre todo cuando se trata de personas mayores.

Más modalidades

Las estrategias utilizadas para estafar llegan a ser muy diversas, pero lo que está claro es que se valen de la manipulación y vulnerabilidad de sus víctimas. Es así que surgen modalidades como la “sextorsión”. Todo se inicia con la solicitud de amistad de una mujer en las redes sociales. Comienzan a chatear y ella le pide su número de celular para seguir por WhatsApp.

Luego de ciertos días, ella le pide que le mande una foto íntima y él lo hace. Al día siguiente, la mujer lo bloquea. Un supuesto funcionario policial llama a la persona para informarle que ha sido denunciado por intercambiar fotos íntimas con una menor de edad y le dice que, si no quiere ser detenido, debe pagar un monto de dinero. “Normalmente los estafados son casados y algunos han llegado a pagar hasta 20.000 dólares”, dijo el fiscal Romano.

Las organizaciones también recurren a un modus operandi que comienza por hackear el WhatsApp de una persona para duplicar o clonar su cuenta y así acceder a sus contactos. Un contacto conocido le habla a esta víctima y le ofrece venderle dólares a un precio barato. Le piden que realice el depósito de dinero, pero nunca le transfieren los dólares que le corresponden. Otra forma consiste en inventar que la persona conocida ahora vive en el exterior y necesita urgente dinero.

En abril de 2022 la Policía allanó el domicilio de una pareja de dominicanos, luego de identificar que participaban en esta red de estafadores que clona cuentas de WhatsApp. Incautaron 70.000 dólares y varias tarjetas de crédito y débito nacionales. Los detenidos transferían el dinero a México y Colombia. Los fiscales aún no logran dar con los receptores.

Este es, justamente, uno de los mayores problemas al que se enfrentan los fiscales: no poder reunir suficientes pruebas para identificar a los “ideólogos”. Es que detrás de estas maniobras existe un entramado muy complejo, con delincuentes participando desde domicilios privados en distintos países. Los que resultan condenados suelen ser los que están en el extremo de la cadena, que “dan la cara” y tienen el contacto con la víctima.

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