"Hasta ahora no me lo termino de creer. Ayer me cayó la ficha", dice Milagros Costabel a bordo de un tren en camino a Nueva York, el día después de su ceremonia de graduación en Harvard.
Cuatro años atrás, la coloniense cumplió su mayor sueño y entró a la prestigiosa universidad estadounidense con una beca completa. Ahora dice ser una persona "mucho más abierta y capaz de enfrentar más cosas". "Creo que me dio mucha confianza. Nunca imaginé terminar acá y hasta el día de hoy me cuesta caer en que estoy acá", expresa en diálogo con El País.
Para los graduados de Harvard la emoción empieza mucho antes de la ceremonia. En el campus quedan solo los estudiantes de último año y celebran una semana entera antes de la llegada de las familias para la entrega de diplomas. A esta última, Milagros llegó con el típico birrete negro, pero acompañada de su perro guía, Indio, y con la bandera uruguaya en los hombros. "Estoy sin palabras y las palabras que me salen siempre son gracias a toda la gente que estuvo conmigo", dice un día después.
Pese a las ceremonias, la experiencia de Milagros en Harvard no terminó este jueves. Cuenta que tiene que volver dentro de unos meses porque le quedaron dos asignaturas pendientes. "Una formalidad", según detalla, ya que en realidad ya tiene los créditos necesarios para graduarse. Para sacarle provecho al tiempo extendido en la universidad, Milagros se propuso hacer cinco asignaturas en lugar de dos.
"¿Y después? Hace un año que estoy pensando qué voy a hacer después", asegura la uruguaya. Entre sus opciones está volver al país, pero esta no es su prioridad ahora. Fiel a su estilo, Milagros sueña en grande y piensa que el siguiente paso es hacer una maestría en Estados Unidos, aunque esto dependerá de los fondos que consiga.
Milagros estudió Ciencias Políticas y se inclina más hacia el periodismo, la carrera que define como "su pasión".
Más cerca en el tiempo, la joven consiguió una beca para viajar a Italia, donde tiene previsto seguir escribiendo reportajes para medios estadounidenses y hacer un voluntariado, pero también busca tomárselo con calma. "Quiero aprender a vivir más allá de los logros", expresa. Ella lo entiende como un problema, porque siempre quiere "hacer más" y hasta ahora ninguna emoción se compara con la que sintió el día que supo que había entrado a Harvard.
Va a tener tiempo hasta diciembre para pensar en su siguiente paso, ya que es la fecha límite para postular a las maestrías. Acepta, por otra parte, que eso dependerá de la situación de Estados Unidos.
En las últimas semanas Harvard ha sido noticia por los intentos del presidente Donald Trump de bloquear a la universidad la posibilidad de matricular a estudiantes internacionales. Milagros prefiere no dar su opinión sobre esto por ahora, pero sí admite que son medidas que la afectarían directamente a ella en la continuación de sus estudios. Además, sostiene que hay otros dos uruguayos en Harvard que verían afectada su continuidad en la universidad.
Un cambio en Harvard
Como persona no vidente, su historia ha inspirado a miles y eso se lo dicen en los mensajes que le llegan a diario en redes sociales.
"Tengo sentimientos encontrados porque a mi siempre me dicen 'sos la prueba de que querer es poder' y a mi nunca me pareció eso", asegura. A criterio de Milagros, ella estuvo "en el momento correcto en el lugar correcto".
"En el mundo, no solamente en América Latina, todavía tener discapacidad se relaciona con una menor oportunidad de acceder a una educación, de acceder al mercado laboral, hasta el día de hoy pasa muchísimo y me pasa a mi, a pesar de haberme graduado de Harvard. Realmente el sistema hoy en día no nos está dando las herramientas para llegar al éxito", afirma, y aclara que esto no es una crítica dirigida a Uruguay, sino que lo ha visto replicado también en Estados Unidos.
"Cuando llegué a Harvard hacía años que no tenían una persona ciega y realmente no sabían qué hacer al principio, fue muy raro", recuerda Milagros. "Harvard tiene muchas posibilidades. Vos podés pedirles que te den tus materiales en braille, podés pedirle que te hagan mapas, podés pedirles que te hagan de todo, pero para que una persona ciega pueda escribir en braille no tenían", relata.
Fue ahí que Milagros y uno de sus amigos buscaron un cambio y postularon a un fondo para mejorar la accesibilidad en su universidad y ganaron cerca de US$ 20.000. Ahora, Harvard tiene sus propias máquinas de escribir en braille y los estudiantes ya no tienen que pedirlas prestadas.