El “desafío del apagón” y otros retos: ¿Cómo evitar que niños y adolescentes caigan en estas trampas mortales?

Por Lorena Zeballos Báez

Lali tenía 12 años. Entró a su cuarto y el reto parecía fácil:aguantar la respiración tanto como pudiera hasta desmayarse. Después les contaría a sus amigos cómo había sido la experiencia. Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

Argentina despertó conmocionada días atrás por la muerte de esta pequeña en la localidad de Capitán Bermúdez, 15 kilómetros al norte de Rosario. Según sus familiares, ocurrió cuando la niña realizaba el letal blackout challenge, uno de los denominados retos virales de la red social TikTok.

Elblackout challenge, en español conocido como “el desafío del apagón”, ya se cobró varias vidas y algunos sitios llegan a afirmar que se contabiliza una centena de casos fatales. Lo que lleva a preguntarse: ¿hay alguna forma de prevenirlo?

"Esta es una anécdota más de un fenómeno que tiene que ver con la inocencia de los niños, en la que se comprometen con cosas que desde la mirada adulta son irracionales. Los adultos tenemos que tener claro que el cerebro de los niños es diferente al nuestro, tiene otra manera de percibir la realidad integrarla y creerla. Por eso es tan importante que estemos cerca de ellos para prestarles nuestra racionalidad, sin transformarlos en lo que no son; no ahogarlos y controlarlos, ni querer transformarlos en adultitos chiquitos", comentó a El País la psiquiatra y psicoterapeuta especializada en niños Natalia Trenchi.

Para entender el poder de estos retos virales, primero hay que entender algo: la juventud es la etapa del riesgo. Así lo detalló a El País el psicólogo y magíster en Educación Roberto Balaguer: "La etapa de la preadolescencia, la pubertad, la adolescencia y juventud temprana está signada por los riesgos. Viene desde la propia ideología: todo el sistema está diseñado para que los jóvenes sean los tomadores de riesgos. Hay una cantidad de variaciones en el cerebro. Medirse, retarse, tratar de alcanzar objetivos".

Esa necesidad natural de asumir riesgos ha tenido en los retos virales de las redes sociales "un matcheo" con "la situación de vulnerabilidad emocional", apuntó el experto.

"Estos desafíos les enseñan a aguantar todo tipo de sufrimiento, acostumbrarse a la violencia, a la burla, a destrozar al otro. El anonimato potencia todas estas tendencias que tenemos los seres humanos y contra las que tenemos que luchar", agregó Trenchi.

Los especialistas explicaron que, si bien la exposición prolongada a las redes sociales y las consecuencias de los retos que allí se fomentan no son algo nuevo, la pandemia potenció ese "caldo de cultivo".

"Es un proceso que venía in crescendo antes de la pandemia, anualmente había un crecimiento mucho menor que con la pandemia casi duplicó las horas de tiempo de conexión, absolutamente entendible en el contexto de encierro que permitía a los jóvenes socializar y mantener los vínculos. Y a su vez se da en un contexto de ansiedad, estrés y angustia. Todo eso genera un caldo de cultivo para conectarse socialmente y encontrar en el ámbito de las redes sociales distintos retos o grupos de pertenencia que pudieran canalizar esas ansiedades latentes", apuntó Balaguer y agregó que dos o tres años atrás "era bastante previsible" que habría consecuencias de este tipo.

Conociendo que los retos virales ya están más que instalados, ahora el "desafío" más difícil, fuera del universo virtual, queda en la cancha de los padres, educadores y resto de adultos: ¿Cómo hacer que niños y adolescentes dejen de caer en estas trampas mortales?

"Cuanta más tecnología tengamos, más necesaria es la presencia humana para imprimir la humanidad. No con rezongos sino con reflexión y compañía. Para que no compren cualquier idea e ideología. El gran trabajo que tenemos los adultos es humanizar y eso implica enseñar a pensar, desarrollar empatía, ponerse en el lugar del otro, despertarles el deseo de aliviar a alguien que sufre. Y eso nos hace a nosotros más necesarios", apuntó Natalia Trenchi.

"Venimos fallando como sociedad en no despertarles a los niños las barreras morales de cuándo parar y enseñarles que el daño a otro no es divertido. Criar hoy es mucho más difícil que antes requiere mucha más presencia inteligente y sensible y para eso hay que estar preparados", enfatizó y aseguró que para estar preparados no hay que "quedarse en la demonización de la tecnología sino usarla a favor" en la educación y desarrollo de madurez afectiva.

Por su parte, Balaguer señaló que hay dos posibles estrategias para controlar el uso de las redes sociales en niños y adolescentes.

"Una es poner la responsabilidad en las redes, ponerlas como las causantes y en general es una estrategia que puede funcionar en algunos casos pero lleva más al fracaso porque tarde o temprano los chiquilines acceden y participan, lo que complica el panorama porque si se meten en algún problema no tienen a quién contarlo", explicó.

"La otra estrategia, más a largo plazo, es tratar de fortalecer emocionalmente a nuestros hijos para que no tengan necesidad de meterse en estas situaciones donde mostrarse o mostrarles a otros lo que valen o cuánto pueden hacer. Es un camino más silencioso y efectivo, que previene contra los riesgos de la tecnología y cualquier tipo de perfil adictivo, porque los prepara para estar emocionalmente más maduros y fuertes para tomar sus propias decisiones y no necesitar de incurrir en conductas de riesgos que tienen un resultado a corto plazo de salvación pero que a largo plazo traen complicaciones, muchas veces fatales", sentenció.