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¿Cuántos infectados de coronavirus sin reportar hay en Uruguay?

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Entre el 3% y el 6% de aquellos que padecen síntomas de COVID-19 terminan en cuidados intensivos. Foto: AFP

ESTIMACIONES CIENTÍFICAS

Tres científicos uruguayos estimaron que, hace diez días, habría un acumulado de 716 personas con síntomas de COVID-19 en el país y no las 465 reportadas.

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Se ha repetido hasta el hartazgo: esta es una guerra contra un enemigo invisible. No solo porque, a simple vista, el virus es etéreo, sino porque cabría esperarse más enfermos de los que hay confirmados. Tres científicos uruguayos estimaron que, hace diez días, habría un acumulado de 716 personas con síntomas de COVID-19 en el país y no las 465 reportadas (el número de casos sintomáticos reales era alrededor de 1,54 veces superior al informado).

¿Cómo llegaron a esa conclusión? Pese a tratarse de un “enemigo invisible”, la pandemia en curso tiene una punta de iceberg que es fácilmente apreciable: los enfermos críticos. Puede que una persona sin síntomas o con síntomas leves, jamás se entere que cursó la infección. Pero son pocas las chances de que un hospitalizado en CTI o un fallecido pasen inadvertidos.

¿Qué se sabe, en el mundo, sobre los enfermos críticos por COVID-19? Los pacientes graves han demorado entre seis y doce días desde que les aparecieron los síntomas hasta que ingresaron al CTI. Claro que varía para cada organismo, pero, en promedio, son diez días los que pasan desde la sintomatología hasta que la enfermedad saca a relucir toda su severidad.

Pero hay algo más: en cualquiera de las poblaciones que padecen esta pandemia, el porcentaje de enfermos críticos (esos que pasaron por el CTI, están ahora en cuidados intensivos o fallecieron) entre los sintomáticos está dentro de un rango de entre 3% y 6%.

Las matemáticas Paola Bermolen y María Inés Fariello, y el biólogo computacional Daniel Herrera supusieron que, en Uruguay, el 4,5% de los casos sintomáticos llegan a un estado crítico pasado los diez días.

“A partir de la cantidad total de casos críticos en el país a lo largo de la epidemia (un total de 30) y asumiendo que un 4,5% de los casos sintomáticos llegan a estado crítico, estimamos que hasta hace diez días, el porcentaje de casos sintomáticos reportados era de aproximadamente el 65%”, revela el documento que los científicos publicaron en el Grupo Uruguayo Interdisciplinario de Análisis de Datos de COVID-19, un colectivo de científicos autoconvocados para aportar en la mitigación del virus.

Antes de complicar más el modelo, una vuelta a la imagen del iceberg. La puntita del gigante de hielo son esos 30 pacientes que, hasta hace diez días, se convertirían en los casos críticos. Se supone que ellos son solo el 4,5% del resto de hielo que está sumergido. Eso significa que, debajo de la línea del agua, habría unas 637 personas con síntomas de COVID-19. Pero, para esa fecha, el Sistema Nacional de Emergencias había reportado 465 casos. Es decir, los reportados por el organismo oficial serían un 35% menos que los estimados (es un aproximado, porque hay cierta incertidumbre en la cantidad de días que demora la persona en llegar al CTI).

Gráfica coronavirus

¿Cómo es posible que sea “aproximadamente”? La matemática es una disciplina exacta, pero las estimaciones requieren de supuestos que pueden variar. Para este caso concreto, puede que en Uruguay ya se haya detectado un infectado que demoró menos de diez días en entrar a cuidados intensivos, o puede que siempre que dan de alta a un paciente, entra otro, entonces no se nota la diferencia de casos.

Esa incertidumbre, llevó a que los científicos uruguayos estimaran cuál sería el “peor” y el “mejor” de los escenarios.

En la hipótesis más negativa -esa en que los enfermos críticos son el 3% de los sintomáticos y que los sintomáticos reportados, a su vez, solo serían el 45% de los reales-, hace diez días atrás habría 1.548 infectados con síntomas en lugar de los 465 declarados.

En el mejor de los escenarios -ese en el que los enfermos críticos se acercan más al 6% de los sintomáticos y que los sintomáticos reportados, a su vez, serían el 96% de los reales- habría unos 511.

Esta metodología, basada en la que el británico Timothy Russell aplicó a 77 países a raíz de la cantidad de fallecidos, “permitiría ir monitoreando la marcha de la epidemia y la efectividad de los testeos”, dice la investigadora en Matemática Fariello, del Instituto de Matemática y Estadística de la Facultad de Ingeniería (UdelaR).

-¿Cómo está la marcha de COVID-19 en Uruguay?

-Pensamos que nos iban a dar resultados peores porque, como en todos los países, la cantidad de tests son pocos. Sin embargo, en una primera estimación, la diferencia entre sintomáticos reportados y reales no sería tan grande. Puede que el subreporte varíe acorde se vayan afinando y se consigan más datos.

“Si la sospecha es razonable, repetimos el test a los dos o tres días”, dijo Savio. Foto: EFE
Foto: EFE

El doctor en Biología Molecular Gonzalo Bello Bentancor, del Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, fue uno de los revisores voluntarios de este documento académico.

Tras su lectura, el especialista dijo: “Estimar el número de sintomáticos reales es fundamental para conocer la situación de la epidemia de COVID-19 en Uruguay. Creo que hay dos aspectos fundamentales en la información publicada por el MSP que deben ser mejorados para permitir estimaciones más precisas: el número acumulado de casos graves (personas que pasaron por el CTI) que sin duda es mayor al número estimado, y la proporción de sintomáticos entre los diagnosticados”.

La obtención de esos datos, así como el estimado de asintomáticos (que duplicarían el subreporte), podría darles a los científicos uruguayos más herramientas para saber, con más precisión, qué hay debajo de la punta del iceberg.

Matemática al servicio de la toma de decisiones

La salud es cosa de médicos: esa era la norma hasta la llegada de COVID-19. Esta pandemia expuso la importancia de las matemáticas para la toma de decisiones. Empezó a hablarse de “aplanar la curva” y de crecimiento “exponencial”. En Uruguay, la mayoría de matemáticos trabaja en la academia. Pero esta profesión es cada vez más requerida por los tomadores de decisiones: políticos, bancos y multinacionales.

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