UNO DE LOS ARQUITECTOS MÁS DESTACADOS

Murió el arquitecto Samuel Flores Flores, creador de íconos como la Casa Poseidón de Laguna del Diario.

Samuel Flores Flores, el arquitecto uruguayo que fue premiado y reconocido en Estados Unidos y Europa, falleció de un paro cardíaco este lunes en Punta del Este a los 84 años, según confirmó a El País su colega e integrante de su equipo de trabajo Raquel Deana. Flores había sido internado por un malestar el domingo en el sanatorio Mautone, sin que nada hiciera prever el desenlace que se produjo a las 17 horas de antes de ayer.

Flores Flores, hijo de una tradicional familia uruguaya colorada del Prado, se recibió de arquitecto en 1963 y poco después se afincó en Buenos Aires donde desarrolló una carrera tan brillante como innovadora. Como sus compañeros de generación comenzó a trabajar bajo la influencia del suizo Le Corbusier, para luego encontrar su propio estilo y enarbolar la bandera de la defensa del medio ambiente.

Alto y de gran prestancia, su voz con tonada de porteño de Barrio Norte y carcajada sonora, lo delataban en cuanta reunión asistía. A su alrededor siempre había debate o —al menos— una conversación interesante. Apasionado por su trabajo y la cultura en su conjunto, Flores seguía haciendo proyectos y trabajando todos los días en su estudio semioculto de la Parada 13 de la avenida Roosevelt. Sus obras concretadas superan largamente el centenar y se concentran —fundamentalmente— en Buenos Aires y Punta del Este.

Una de sus realizaciones más emblemáticas Torres Blancas, fue seleccionada y expuesta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) en 2015, poco tiempo después que fuera demolida y reemplazada por un edificio en la parada 27 de San Rafael.

En enero último, conversó largamente con El País en una entrevista en la que repasó algunos aspectos fundamentales de su carrera. Contó que cuando obtuvo su título, nunca imaginó cuán difícil sería aplicar nuevos conceptos en el Uruguay. Se confesó batllista de José Batlle y Ordóñez y seguidor a ultranza de Zelmar Michelini, formado en un país que el definía como de "discutidores".

Tuvo su peña en el Sorocabana de la Plaza Libertad en la que participaban Zelmar, Maneco Flores Mora, Jorge Batlle, Paco Espínola y Julio María Sanguinetti. A principio de la década de 1970 y convocado por un matrimonio argentino, que le encargó el diseño de su casa en San Isidro, se marchó a Buenos Aires. Nadie es profeta en su tierra y la máxima se cumplió a carta cabal con Flores. En Argentina recibió la aceptación y el reconocimiento que muy pronto replicó en Punta del Este y décadas después en Montevideo.

"Ser uruguayo en Argentina fue un plus para mí, porque los argentinos siempre admiraron la cultura de los uruguayos hasta que llegó Mujica", decía.

"La casa es un traje a medida de las personas que la habitan", sostenía, haciendo suya una afirmación de su maestro Julio Vilamajó. Las enseñanzas de Vilamajó, como las de Scasso, fueron formando el temple de este hombre cuyo nombre figura en una selecta lista de los arquitectos más prestigiosos de América. En la década de 1970 comenzó su arquitectura blanca y de líneas curvas que lo proyectaron internacionalmente.

De esos años data Poseidón, un ícono de Punta del Este en un terreno de más de 2000 metros cuadrados a orillas de la Laguna del Diario. Poseidón se vendió. Unos inversores argentinos anunciaron su demolición y la construcción en su lugar de un edificio de cinco pisos.

Flores Flores estaba casado desde hacía más de 50 años con Magdalena Arocena. Tuvo dos hijos Juan que —como él decía con voz emocionada y ojos húmedos— "se encuentra con Dios" y Magdalena que le dio dos nietos.