Hace tiempo que en el gobierno, y en todo el espectro del oficialismo, tienen claro que aquel pedido que hizo el presidente Luis Lacalle Pou de “recuperar el centro del ring” en la discusión pública con el Frente Amplio no se ha cumplido.
“Si estamos en el centro del ring, no sé que son estas cuerdas que siento a la espalda”, graficó por estos días un legislador del Partido Nacional, consciente de la dificultad que ha implicado seguir el pedido que hizo el primer mandatario a toda la coalición de gobierno en una reunión que convocó a fines de mayo en la residencia de Suárez y Reyes para coordinar la defensa de la reforma previsional.
Desde ese entonces pasó mucha agua debajo del puente. Y por momentos se convirtió en una corriente que complicó las cosas como los dos casos polémicos que impactaron -y siguen haciéndolo- en el centro de la agenda, embretando fuertemente al gobierno. Por un lado, el denominado caso Marset -la entrega de un pasaporte al narcotraficante uruguayo mientras este se encontraba detenido en Emiratos Árabes Unidos- y, por otro, el ya famoso caso Astesino -la imputación con prisión del exjefe de la custodia presidencial involucrado en una banda que falsificaba partidas de nacimiento para otorgar pasaportes a rusos, pero además investigado por favores que pedía a jerarcas policiales, con los que mantuvo comunicaciones comprometedoras que ahora son públicas.
El primero de ellos se tradujo en fuertes cuestionamientos a -al menos- dos ministros -el canciller Francisco Bustillo y el titular de Interior, Luis Alberto Heber-, y el segundo fue una bomba de tiempo que afectó más que nada a la figura de Lacalle Pou.
Y es esto último lo que más preocupa en el gobierno. Pues a criterio de jerarcas y asesores de Presidencia, el Frente Amplio transgredió “limites” al señalar al jefe de Estado por -entre otras cosas- “espiar a su expareja”, como dijo el senador frentista Alejandro Sánchez al referirse a uno de los últimos chats de Astesiano que se filtraron en redes y en la prensa. Pero sobre todo ven con preocupación que la vehemencia de esas acusaciones no han sido respondidas con igual fuerza por quienes “deberían hacerlo”, que son los legisladores del Partido Nacional, en especial sus diputados.
“Vamos a aprovechar el verano para pedirles mayor respaldo y que puedan dar la batalla política”, resumió a El País un integrante del gabinete.
Porque lo provocó esta situación es que debieran ser los ministros los encargados de hacer “el desgaste” saliendo al cruce de los dirigentes de la oposición, cuando en el gobierno entienden que tendrían que estar enfocados en la gestión -y en todo caso en responder por su trabajo ministerial, y no sobre acusaciones morales.
“No puede ser que los ministros se estén inmolando”, señaló otro jerarca del Ejecutivo.
Es una preocupación que también tiene dirigentes blancos como Sebastián Da Silva. “Es verdad que hay una molestia. Ministros, senadores, que somos muy pocos, estamos dejando el alma. Esa es la verdad”, lamentó este senador, que subrayó asimismo la implicancia de ese sacrificio no compartido: “Somos nosotros los que quedamos más expuestos”.
Fue así que, entonces, en los últimos días -y ante los embates más duros que ha recibido el presidente por el caso del excustodio- fueron los secretarios de Estado los que tiraron la munición más gruesa contra la oposición.
Uno de ellos fue incluso el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, que el lunes pasado, tras el Consejo de Ministros, hizo una rueda de prensa en la que catalogó de “sorprendentes” las críticas que está recibiendo el gobierno de la oposición, e hizo mención “al vicepresidente que renunció por corrupto”, en referencia a Raúl Sendic.
Del cerno del primer mandatario han salido con duras respuestas los ministros Martín Lema (Desarrollo Social) y Javier García (Defensa).
El primero afirmó en una rueda de prensa el último miércoles que estaba “cada día más orgulloso” de integrar el Ejecutivo de Lacalle Pou, sobre quien destacó “que desde el minuto cero dio la cara y pidió que se indague a fondo”.
García, en tanto, opinó que la coalición de izquierda “no tiene otro tema para hablar” que no sea sobre el caso Astesiano, y que en ese sentido la oposición se encuentra “vacía de contenido” y sin proyecto política. “Parece que el Frente Amplio se quedó sin programa (...) y el único proyecto que tiene es la descalificación y el agravio”, concluyó el ministro de Defensa.
Pablo Mieres pidió más “coordinación”
En el Poder Ejecutivo hay quienes han destacado la rueda de prensa que dio el líder del Partido Independiente el lunes pasado, cuando ofició de vocero del último Consejo de Ministros de este año que encabezó el presidente Luis Lacalle Pou.
Allí, además de recordar el procesamiento del exvicepresidente Raúl Sendic por corrupción, dijo que los cuestionamientos actuales del Frente Amplio son una “barbaridad” porque no tienen en cuenta los antecedentes de sus gobiernos.
Ahora, en diálogo con El País, el ministro de Trabajo reconoció, no obstante, que “no está habiendo coordinación” a nivel del oficialismo para dar respuesta “a estas situaciones” que está viviendo el gobierno, que recibe duras críticas a diario. “Pienso que estaría bueno que hubiera una coordinación en el posicionamiento de los dirigentes de la coalición”, reflexionó.