Buscan solución para niños que no recuerdan contraseñas: Ceibal evalúa ingreso con "garabatos"

“¿Cómo le pedimos a un niño de cuatro o cinco años que se acuerde de un usuario y una clave? Es más, una contraseña que tenga símbolos, números y más, pero que no se parezca a las anteriores. No se puede porque no saben escribir y apenas dibujan”. Dado este escenario que plantea el integrante del equipo de investigación y desarrollo de Ceibal, Juan Pechiar, es que idean un sistema para que los más chicos puedan ingresar con “garabatos” a las plataformas.

Pechiar contó este martes, en un evento sobre los desafíos de la protección de datos personales que se hizo en Torre Ejecutiva, que observaron que cada niño dibuja distinto los garabatos. Por lo tanto, una manera de autenticación a la hora de ingresar a una plataforma podría ser pedirle que realice, por ejemplo, un triángulo, un pescado y un cuadrado. Dado que lo haría con ciertas particularidades, el sistema podría reconocer que es determinado alumno y no otro.

La investigación se realiza en Ceibal y se está por llevar adelante un plan piloto para conseguir que “100 o 200 niños dibujen sus garabatos” para entrenar un modelo, añadió Pechiar.

Dado que se precisa que los niños se identifiquen en plataformas sobre matemática o lengua, hoy suceden dos cosas. El “maestro o maestra tiene el mismo usuario y clave para todos los niños, o lo tienen anotado en un papel y deben que ingresar (la información) uno por uno”, dijo.

Esta forma de identificación por “garabato” es por comportamiento, pero existen otras como el rostro, la huella dactilar o palma, el iris, el ADN y la voz.

El reconocimiento facial es una de las maneras de autentificación que se ha expandido en el último tiempo en Uruguay, incluso para ingresar a clubes u oficinas.

Pechiar explicó que para este sistema hay un algoritmo que toma distintas medidas de la cara, por ejemplo, la distancia entre las fosas nasales o la altura de la ceja. A partir de esos datos no se puede recuperar la foto de la persona, y un “buen sistema toma una foto y la tira a la basura”, agregó.

Por otra parte, Pechiar contó que se acercó un proveedor a ofrecer una tecnología para pasar la lista en las aulas que se utiliza en Brasil. Se trata de una empresa que tiene un sistema que se aplica en el estado de Paraná con 1.200.000 estudiantes. Se denomina “chamada inteligente” y, según indicó, el docente debe tomar algunas fotos con el celular del salón de clase donde se vean los alumnos. El mecanismo se da cuenta de quienes están y quienes no y, si no detecta alguno, el maestro lo puede ingresar de forma manual.

La compañía no es brasilera pero el sistema —que se implementó para reducir el tiempo que lleva pasar la lista— está “instalado en servidores del estado de Paraná”, señaló, y continuó diciendo que las fotos no van hacia “ningún lado” sino que “la identificación de los rostros corre por el propio teléfono”.

De la Unidad Reguladora y de Control de Datos Personales, el coordinador de protección de datos, Gonzalo Sosa, explicó que en Uruguay los datos biométricos están “especialmente protegidos”. Y recordó que hay una definición en la legislación, que es que son datos “obtenidos a partir de un tratamiento técnico específico, relativos a las características físicas, fisiológicas o conductuales de una persona física que permitan o confirmen la identificación única de dicha persona tales como datos dactiloscópicos, reconocimiento de imagen o voz”.