La escribana Beatriz Argimón fue edila, directora del Instituto Nacional del Menor (Iname, hoy INAU), diputada por Montevideo y marcó dos mojones en la política oriental: fue la primera mujer en presidir el directorio del Partido Nacional (del 2018 al 2020) y la primera electa vicepresidenta de la República, cargo que ocupará hasta el 28 de febrero. Su plan es presentar en marzo un proyecto de reforma de la Carta Orgánica de su partido.
-¿Cuáles son los motivos principales por los que el Partido Nacional y la coalición perdieron el gobierno?
-Nunca hay una sola causa. Primero, a quienes nos corresponde la responsabilidad de asumir el perder es a quienes tenemos tareas de dirigentes. Me hubiera gustado cerrar el año pasado con una autocrítica, pero no en búsqueda de culpables. Además, el fuerte liderazgo de nuestro presidente, los números auspiciosos y el trabajo que nos dimos en el gobierno hizo que hubiera como mucha concentración en el gobierno. Y me parece que el partido se fue ahuecando, no por los miembros del directorio, sino porque la mirada del militante y del ciudadano estaba puesta en el gobierno.
-¿La renuncia de Pablo Iturralde a la presidencia del directorio del Partido Nacional aceleró ese proceso de ahuecamiento e incidió en que no haya habido una autocrítica temprana?
-El partido no tuvo una autocrítica temprana porque los principales referentes nos dividimos en las opiniones y yo fracasé con total éxito. Yo era de las que decía que los primeros días de diciembre estaría bueno juntarnos y ver entre nosotros qué fue lo que nos pasó, porque con un presidente con ese grado de aceptación, que está por encima de la aceptación de quienes nos votaron, ¿qué es lo que nos pasó?
-¿Podría nombrar dos o tres claves de la derrota?
-El gobierno sustituyó al partido; esa fue una de las principales causas. Después, pienso que de pronto nuestras prioridades, a medida que avanzaba nuestro gobierno, algunas pudieron no coincidir con prioridades de determinado sector de la población. Y puede haber otras que me las reservo porque me parece que por un tema de lealtad institucional me gustaría hacerlas con mis compañeros. Son todas hipótesis que creo que además en el siglo XXI tienen que pasar no solo por miradas políticas sino también profesionales. A mí me parece que un sociólogo después de una pandemia, de un mundo globalizado, de ciudadanía que vive pendiente de la comunicación a través de los dispositivos, también debe plantearse cómo inciden una cantidad de aspectos que antes la ciudadanía no ponderaba en los momentos de tomar la decisión. Después del 1º de marzo voy a presentar algunas modificaciones a la carta orgánica del Partido Nacional. Creo que nos merecemos tener una mirada como un partido moderno. Es un partido de los más viejos del mundo, el mundo ha cambiado y le voy a solicitar al directorio antes de la convención que le llegue a todos los convencionales del partido la propuesta, porque más que ver a quién le corresponde presidir el directorio, lo importante es saber qué es lo que se va a hacer, qué va a hacer el órgano de conducción de un partido en el siglo XXI, que tiene la responsabilidad de ser de los más antiguos del mundo.
-¿Cuáles son los ejes de esos cambios a la Carta Orgánica que propondrá?
-Algunos tienen que ver con la mirada y el activismo que tienen que tener nuestras departamentales, que deben funcionar sistemáticamente con una coordinación permanente; otros sobre políticas específicas de acuerdo a las regiones del país, y otros con condiciones que debemos tener, de historia partidaria, en el momento de asumir responsabilidades.
-¿Qué condiciones?
-De tiempos. En un club deportivo te dicen que tenés que tener por lo menos cinco años para ser candidato. ¿Por qué? Porque formar parte de una comunidad espiritual, como decía Wilson, implica no solo querer ser candidato y decir estoy de acuerdo con los principios, implica conocer nuestra lógica, nuestro sentir, nuestra dinámica. En un mundo globalizado, en un país donde el disco duro, la base de esta democracia sólida que tenemos, son los partidos sólidos, tenemos que aggiornarnos a los tiempos. Me parece que por eso, antes de ver quién preside, quién es el secretario, es qué partido queremos. Es clave que lo sepan quienes van a votar el día de la convención.
-Es inevitable pensar en Juan Sartori (precandidato a la Presidencia de la República en 2019). ¿Fue una luz amarilla? ¿Esto es una reacción?
-Fue la primera vez que nos pasó. Y, ojo, si hay alguien que se lleva bien con Sartori soy yo. Viví el proceso. Él, además, hizo una autocrítica muy valiente. Me dijo: “Yo no conocía realmente la idiosincrasia, la aprendí después”. La hizo porque en ese momento yo era presidenta del directorio. Haber sido presidenta del directorio, haber pasado campañas, haber vivido intensamente este gobierno me hace llegar a conclusiones para el partido del siglo XXI; entiendo que debo hacer aportes.
-Hace unos días dijo que está interesada en integrar el directorio, pero además se la escucha con ganas de ser su presidenta.
-En verdad, no me lo planteo.
-“Si el partido me precisa, ahí voy a estar”, suelen decir. ¿En este caso aplica también?
-Sí, yo voy a estar donde tenga que estar.
-¿Cuánto incidieron en la derrota los casos Penadés, Marset, Astesiano?
-Todos los gobiernos tienen situaciones complicadas. Esos casos fueron todos diferentes además, pero me parece que la forma en que la oposición las trabajó, como concomitantes, en cadena, como episodios, como si fuera una secuencia, pudo tener en parte del electorado alguna incidencia, pero no le adjudicó gran incidencia.
-¿Javier García se apresuró al intentar conformar el directorio en marzo?
-No; él en un evento de su agrupación sintió que tenía que decírselo a sus militantes. De pronto fue medio inédito saliendo de un período de derrota que uno de nuestros principales dirigentes se adelantara a decir “quiero ser presidente del partido”. Lo sintió y es legítimo, porque votaron muy bien.
-Rafael Porzecanski considera que el Frente Amplio llega mejor a este ciclo de elecciones departamentales que a cómo lo hizo en 2020 y que además hay “un efecto emocional” por ganar el balotaje.
-A mí me tocó llegar con el Partido Nacional perdiendo en lo nacional y sin embargo teníamos la mayoría de las intendencias. Entonces, para mí eso no aplica.
-¿No ve que de un lado están envalentonados y del otro, de capa caída?
-No, porque me parece que todavía la campaña no empezó. Es más, te levanto la apuesta. En Montevideo, y te lo dice quien fue edila en el primer período del Frente Amplio en la Intendencia, es la primera vez que veo críticas fuertes que salen no solo de quienes formamos parte de la coalición de gobierno. Es como que ha habido un desgaste; no es personal el tema: el proyecto desgastado. Con la basura no se ha podido. Para querer ser gobierno de Montevideo, además de querer ser, se precisa ser un gran ejecutor en el territorio. Y yo he seguido a Martín (Lema, candidato blanco por la Coalición Republicana) en lo que fue especialmente su gestión en el Mides y no estaba sentado en la butaca. Entendió perfectamente la lógica de lo que implica el trabajo intersectorial en el territorio.
-Planteó que no descarta la privatización de la recolección de residuos. ¿Lo ve con buenos ojos?
-Es una opción.
-Otra de sus propuestas es cerrar TV Ciudad. ¿Está de acuerdo?
-Lo que nos está diciendo es que la orientación de TV Ciudad por momentos es absolutamente tendenciosa. Una cosa es tener un medio para la información local y otra cosa es que en algunos programas uno ve que se baja línea política permanente.
-Se puede lograr lo primero sin cerrarlo.
-Entendí el mensaje de Martín: no sé si es cerrarlo o que se comunique diferente.
-¿Cómo fue la transición con la vicepresidenta electa, Carolina Cosse?
-Muy buena. Tuvimos las dos una charla, ni bien fueron las elecciones, a las pocas semanas. Fue una charla entre dos mujeres políticas que nos conocemos hace muchos años. Tenemos interés en que la democracia en este lugar siga siendo la voz del pueblo, de la forma que está siendo, transparente, plural.
-¿Cosse tiene un perfil adecuado para conducir el Senado y la Asamblea General?
-Sí. No es solo conducir el Senado ser vicepresidenta de la República. Hay que tratar de tener diálogo con todos los partidos y después capacidad de ejecución, porque son tres unidades ejecutoras y en dos la responsabilidad es de la presidencia del Senado (en la Cámara de Senadores y la Comisión Administrativa del Poder Legislativo), y ahora se agregó lo que tiene que ver con todas las obras del Palacio para los 100 años.
-De todos modos, genera resistencia en la coalición de gobierno.
-A mí no me genera resistencia. Es una mujer ejecutiva. Vienen épocas donde el diálogo es fundamental, pero también la ejecutividad es importante.
-¿Qué aspecto del nuevo Parlamento le llama más la atención o le parece más importante?
-Es bien distinto a este. A mí me causa gran expectativa. Ya lo tuvimos en este, pero no tan notorio: en la Cámara de Diputados hay una diversidad de perfiles bien interesante. Y a eso le agregamos que en una cámara no hay mayoría de ningún partido y en la otra el gobierno tiene mayoría.
-En la legislatura que comenzó ayer habrá dos coordinadores por bancada en el Senado, a diferencia del período que se cierra, cuando hubo uno por partido. ¿Qué implica esto?
-Supongo que es porque de pronto se quiere tener una mirada más amplia, de sectores.
-¿Revela que las negociaciones van a ser más profundas incluso dentro de los partidos?
-La lógica de la conformación va a exigir más negociación en las internas de los partidos, porque me parece que los partidos se sienten como con bloques con mucha identidad ahora.
-Están más sectorizados que lo que estaban.
-Sí, más sectorizados y hay protagonismos determinados en todos los partidos y bloques más nítidos.
-Algunos senadores blancos y colorados están dispuestos a “no votarle un fiscal de Corte a Jorge Díaz” (el prosecretario de Presidencia designado), así lo dicen, y a dejar en el cargo a Mónica Ferrero, quien les genera más confianza institucional porque la consideran equilibrada. ¿Cómo ve esta posición?
-No lo había escuchado. Reconozco que a mí me gusta mucho Mónica Ferrero como fiscal (de Corte).
-¿Le parece que puede quedar en el cargo, aunque no tenga el respaldo?
-No sé si no tiene el respaldo.
-Quise decir: aunque no haya sido proclamada por el Senado. Reformulo la pregunta: ¿quedaría debilitada institucionalmente la Fiscalía por no tener su titular la venia del Senado?
-Yo no lo veo así, porque es alguien que ha tenido un comportamiento, todos los partidos la hemos visto trabajar y el trabajo en Fiscalía ha sido asiduo, no ha habido ningún problema. A mí siempre me gusta que cuando un cargo requiere venia del Senado la tenga, pero nada quita que se mande una venia para Mónica Ferrero.
-Para eso se precisa el visto bueno del Frente Amplio.
-Sí, ¿y por qué no? Porque se supone que uno tiene que ponderar en el cargo de fiscal de Corte, entre otras cosas, la capacidad técnica, que todo el mundo se la reconoce; no adhesiones políticas partidarias. Entonces a mí me parece que ha sido y es una muy buena fiscal de Corte, así que de pronto es ratificada.
Para derogar la LUC hay legitimidad
-Si el Frente Amplio resuelve derogar ciertos artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) para reinstalar, por ejemplo, los consejos educativos y devolverles así a los docentes la voz y el voto en ellos, y si además consigue los votos para hacerlo, ¿tendría legitimidad política, teniendo en cuenta que no prosperó el referéndum contra 135 artículos de esa ley?
-Al Parlamento lo elige la gente y por lo tanto aquellas normas que están vigentes, si un Parlamento las quiere derogar, lo puede hacer. Siempre, para un legislador, tomar la decisión de derogar artículos que después fueron ratificados por la opinión pública lo hace más difícil.