Hace un año que Jonathan Otero fue asesinado en los festejos por el aniversario número 125 del Club Nacional de Football. Si bien, en un principio, no pensaba asistir al evento convocado por los hinchas afuera de la sede ubicada en la calle 8 de Octubre, a último momento se le ocurrió ir. Allí fue víctima colateral de una discusión que terminó con disparos, y ocasionó su posterior fallecimiento. Pese a haber una persona condenada a ocho años de prisión, su madre, Alejandra Graña, dijo a El País que quiere "seguir peleando" para encontrar a más responsables.

Jonathan, de 37 años, estaba casado, tenía cuatro hijos y trabajaba como auxiliar de servicio en el Hospital Pasteur, mismo lugar al que ingresó cuando recibió el disparo. La noche del 13 de mayo, en la previa de los festejos por el aniversario de Nacional, salió a fumar al frente de su casa, costumbre que mantenía ya que una de sus hijas padece de asma.

Al ver las luces del festejo a lo lejos, su esposa le sugirió que no se quedara con las ganas y que fuera hasta el club, según relató la madre de Jonathan a El País. Si bien en un principio pensó en llevar a su hija, finalmente decidió ir solo porque hacía frío.

Ya en el lugar, se desarrolló una discusión en frente suyo —hasta el día de hoy, lo que ocasionó el conflicto sigue siendo una de las grandes incógnitas del caso. Al momento de la formalización, el abogado del imputado —que para ese entonces era Pablo Casas— dijo a El País que el cruce se originó porque un grupo de hinchas creyó que su cliente era hincha de Peñarol, aunque esto nunca llegó a confirmarse.

Como sea, como consecuencia de la disputa entre los dos grupos, un joven de 19 años disparó varias veces. Tres personas fueron heridas, pero solo Jonathan falleció minutos más tarde. Los otros dos prefirieron no hacer la denuncia.

Los investigadores se quedaron con algunas hipótesis, aunque nunca pudieron corroborarlas. La primera opción es que el agresor haya ido con la intención de matar a alguien, hiriendo colateralmente a Jonathan. Otra opción es que todo lo haya ocasionado alguien que intentaba desestabilizar a la barra del club, o fomentar una pelea.

Al momento de los disparos, muchos de los allí presentes no distinguieron los sonidos, ya que hacía varios minutos que se estaban tirando fuegos artificiales. Otras dos personas salieron corriendo, aunque nunca llegaron a ser individualizadas, según la Policía. Tampoco surgió de ninguno de los celulares analizados el vínculo entre el agresor y otros individuos. Este es otro punto que ni la Policía ni Fiscalía han podido resolver hasta el momento, ya que si bien presumen que hubo más involucrados, no se han encontrado pruebas para inculparlos.

Los propios hinchas de Nacional persiguieron al delincuente, a quien finalmente pudieron capturar. Meses después de haber sido formalizado, fue condenado mediante un acuerdo abreviado a ocho años de prisión por un delito de homicidio, en concurso formal con un delito de lesiones.

La pena no fue mayor ya que, además de tratarse de un acuerdo abreviado, las evidencias no permitieron demostrar que el ahora condenado haya disparado con la intención de matar. A raíz de la declaración de testigos e imágenes de cámaras "no se pudo descartar" que haya disparado con el objetivo de amedrentar, según se manifestó durante la audiencia.

Igualmente, aunque la intención de matar no haya quedado clara, el delincuente debió haber previsto que el hecho de disparar en medio de una aglomeración pudo terminar de esta forma, por lo que se le imputó el homicidio.

A un año de la muerte de su hijo, Alejandra habló con El País. "Para el club y los demás fue un día como cualquier otro, pero para mí no", dijo haciendo referencia al fatídico 14 de mayo de 2024.

"No estoy de acuerdo con la Justicia. El asesino de mi hijo va a salir en unos años, cuando mi nieta esté cumpliendo 15 y no tenga a su padre para acompañarla", dijo. Y aseguró que va a "seguir peleando por él".

"No se investigó lo suficiente" la posible existencia de otras personas involucradas, sentenció, y alertó que no se tuvo en cuanta información que pretendía brindar para el caso.

"Es gente que fue a matar. La bala con la que lo mataron estaba partida en la punta, a propósito para que se desintegre adentro de la víctima. Quiero que se siga investigando", reclamó Alejandra.

"Mi hijo era una persona que vivía para su familia, era una excelente persona. Ahora yo ya no vivo, sobrevivo. No hay consuelo", cerró.

Desde el asesinato de su hijo decidió cambiar de trabajo, ya que se desempeñaba como limpiadora en un centro de salud que se encontraba ubicado a metros del sitio donde ocurrió el crimen.