Por Pablo Méndez
Sobre el cierre del pasado viernes, la Fiscalía de 3er Turno en Canelones logró la condena de un hombre de 61 años por el asesinato de otro de 37 años. La condena a nueve años de prisión tuvo lugar luego de que el sujeto se entregara a las autoridades y confesara haber cometido el crimen.

Se trataba de dos familiares, ya que los implicados eran concuñados y se encontraban celebrando el cumpleaños de la pareja del victimario.

En los inicios del caso, la Policía de Canelones había encontrado a la víctima tendida sobre la calle Pablo Neruda, con abundante sangrado.

En aquel momento se dispuso su traslado al centro asistencial más cercano, pero no fue posible salvar su vida.

El inicio del hecho tuvo lugar en un salón municipal de Pando, cuando en el marco de los festejos los invitados habían consumido alcohol y el victimario se disponía a terminar la jornada.

El hombre había organizado la fiesta para su pareja y la víctima había ayudado a la cumpleañera con los arreglos de la celebración, por el vínculo con la hermana de esta. Todos se conocían desde hacía un tiempo por ser de la zona, pero aquella noche lo que se inició como un pequeño altercado terminó en tragedia.

El ímpetu del homicida por terminar la jornada lo llevó a ordenar a su concuñado que llevara un parlante de música hasta su auto, pero este se negó. La respuesta no cayó bien en el victimario, quien tomó el reproductor por su medios y en el camino golpeó al ahora fallecido. Allí fue cuando ambos comenzaron a discutir y esto provocó que los invitados comenzaran a retirarse del lugar. Varias veces un amigo de la víctima buscó detener el altercado, pero fue imposible. Cansado del intercambio, el hombre se retiró del lugar. Nunca esperó escuchar un disparo.

Cuando se acercó a la entrada del complejo, pudo ver a su amigo herido por un disparo en el tórax. Llamó a la Policía, pero pudo ver que el hombre ya estaba agonizando.

El victimario por su parte se retiró del lugar y, convencido de que su concuñado se recuperaría, pidió a los presentes que no denunciaran lo ocurrido a la Policía.

“Yo me hago cargo de todo. Pago todo, pero ustedes no me denuncien”, dijo, según el relato de testigos.

Luego tuvo una llamada con su suegro, quien le informó de la muerte del hombre. El agresor se entregó a la Policía y confesó lo ocurrido. Incluso entregó el arma homicida: un revólver calibre 357.