Uno de los integrantes de la banda de ladrones de joyas era un preso viejo aunque no debería tener más de 35 años. Se podía contarle ocho cortes en su brazo derecho, cuyas cicatrices tenían antigüedad. Los cortes mostraban que había padecido picos de ansiedad dentro de una celda.
Durante los 33 minutos que duró la audiencia de ayer por el caso del robo de las joyas en el Punta Carretas Shopping, el detenido estuvo con el brazo estirado hacia atrás, de la mano de su pareja, una rubia de ojos celestes con los pómulos y ojos colorados.
El semblante del hombre mostraba resignación. Ya sabía por su abogado que cumpliría una pena de seis años. Ya conocía que a los tres años y pocos meses saldría en libertad si lograba redimir pena por trabajo o estudio. Ya tenía la certeza de que ninguno de sus compañeros había “cantado” al fiscal del caso, Raúl Iglesias, otros ilícitos de la banda.
Según supo El País, los cinco individuos detenidos por participar en el robo de relojes valiosos y joyas en la mañana del 25 de febrero eran consumados ladrones. Como se dice en la jerga delictiva, “perdieron”. Y saben que, como “perdieron”, su camino es el de permanecer en silencio si no quieren sufrir las represalías de compañeros.
El fiscal presume que la banda tiene otros integrantes que no pudieron ser ubicados, pese a los operativos de todo tipo realizados por la Policía para primero identificar a la banda y luego recolectar pruebas para enviarlos a prisión. En los procedimientos participaron reparticiones como Policía Científica, la Unidad de Análisis Biométrico, la Dirección de Videovigilancia e investigadores de Zona II.
En la audiencia, dos integrantes de la banda lucían ropas y championes marca Nike. Uno de ellos llevaba una campera de cuero recién adquirida y el otro una camiseta de Nacional. Era allegado a la barra brava tricolor, según dijeron fuentes policiales a El País.
El cuarto ladrón, el de más edad, tenía un aspecto más desprolijo. Llevaba un jogging, buzo negro y unos championes sin marca. Su barba era de más de una semana. Esa persona tenía antecedentes por robos de joyas. Hacía dos años que no le imputaban un delito, según dijo el fiscal en rueda de prensa.
El quinto ladrón era un estudiante universitario. Tenía un corte de pelo degradé de moda en la juventud actual.
Al final de la audiencia, el asaltante dijo con orgullo a El País que cursaba primer año de Administración de Empresas y agregó que pensaba seguir estudiando desde la cárcel. “Me tranqué en la materia Cálculo”, afirmó.
En un allanamiento realizado en su casa, la Policía encontró un arma robada.
En la casa de otro ladrón, la Policía incautó un cuaderno con una lista de compradores de relojes y joyas, dijo una fuente del caso.
Ayer también trascendió en el Juzgado que el comprador de los relojes robados es un extranjero.
A prisión
En la audiencia, el fiscal Iglesias trasmitió al juez Matías Porciúncula que los asaltantes arribaron a las 10 de la mañana del 25 de febrero aprovechando que había poco público en el shopping.
Detuvieron una camioneta Fiat modelo Palio Weekend, de color rojo, que habían alquilado y enseguida redujeron a uno de los guardias. Uno de los ladrones se quedó con el guardia y los otros cuatro subieron al segundo piso del shopping. En ese momento un segundo guardia fue encañonado y uno de los ladrones quedó custodiándolo.
Los tres delincuentes restantes sabían lo que debían hacer. Mientras uno de ellos quedaba como “campana”, los otros dos ingresaron a las joyerías. Con martillos rompieron vitrinas y se apoderaron de relojes y joyas. Cronometraron el atraco. Uno de ellos abandonó una tienda a los 43 segundos y el otro lo hizo a los 48.
El fiscal Iglesias dijo en el Juzgado que en dos ocasiones cambiaron de autos para evitar ser detenidos. “Se hizo un allanamiento en la casa de uno de los imputados. Se encontró una bolsa con una bandeja de joyas que una de las joyerías reconoció como suyas”, dijo Iglesias.
Tras un acuerdo abreviado entre el fiscal y los abogados defensores, el juez dispuso la prisión para los asaltantes por cinco delitos de rapiña y asociación para delinquir. Además, a tres de ellos se le sumó un delito de tráfico de estupefacientes en modalidad de suministro. En tanto que al estudiante universitario se le sumó el delito de receptación por tener un arma de fuego robada en su casa.
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