Redacción El País
Fernando Fabrasil, un conocido delincuente uruguayo que se hizo pasar por informante de la DEA e Interpol, y que integró el Primer Comando Capital, la poderosa organización delictiva surgida en las cárceles de Brasil, regresó este miércoles a la cárcel, según supo El País. Estaba en prisión domiciliaria desde 2019 por un delito de asociación para delinquir especialmente agravada.

Su retorno a prisión se dio porque los magistrados endurecieron sus criterios luego de las falsificaciones de certificaciones médicas realizadas por Matías Campero, según dijeron fuentes a El País. Campero no solo consiguió, a través de los documentos apócrifos, la excarcelación del narco fugado González Bica, sino que también hizo lo mismo con Antoni Suárez, un líder narco de Villa Española y de otro jefe narco, Miguel Leal, que estuvo solo tres meses y 15 días en la cárcel cuando debía cumplir una condena de cuatro años y siete meses de penitenciaria.

El método de Campero era simple: pedía en el juzgado el expediente del narcotraficante que lo contrataba. En una distracción, arrancaba una hoja y la sustituía por otra con datos falsos, como ser historias clínicas -todos los narcos que sacó tenían supuestas enfermedades renales o cardíacas. El cambio pasaba desaparecido por los funcionarios judiciales que tomaban la información como válida.

Cuando Fabrasil fue detenido y procesado se informó que él, junto a otros delincuentes, habían reclutado en Uruguay a varias personas en un "intento de instalación del Primer Comando Capital” en el país. Fabrasil era considerado el líder de esta célula uruguaya del PCC. Fundado en 1993 durante una rebelión carcelaria en San Pablo, el Primer Comando Capital, que inspiró su nombre en el equipo de fútbol de la cárcel, extendió en los últimos años su actividad al tráfico de drogas y armas, especialmente en las regiones fronterizas, y también al robo de cargas y contrabando de combustible.