Este viernes la Justicia dictó sentencia en el caso del asesinato de la odontóloga Luciana Bentancur, ocurrido el 4 de setiembre de 2019, en la pequeña localidad de Castellanos, en Canelones. El autor material del crimenfue condenado a 29 años de penitenciaría, informó Fiscalía.

El caso tuvo impacto en todo el país por la saña con la que fue asesinada la víctima: de 49 puñaladas. Pero además, por la poca evidencia en la escena del crimen y por el hecho de que tres de los cuatro imputados vivían en el pueblo, de unos 600 habitantes, e incluso uno de ellos se había atendido en su consultorio, que además estaba en su casa.

Dos personas habían tenido ya su condena, por proceso simplificado, recordaron desde Fiscalía, y dos habían pasado a juicio oral. Uno de ellos fue el autor material, y el otro fue condenado por hurto.

El caso estuvo a cargo de la fiscal Alicia Schiappacasse, en un comienzo, y en la parte final fue conducido por la doctora Andrea Mastroiani, con el apoyo de la Unidad de Litigación Estratégica de Fiscalía.

Foto: Fernando Ponzetto / Archivo El País

Según dijo a Subrayado la magistrada, pese a que el padre de Luciana Bentancur manifiesta que no fue el robo lo que llevó al asesinato, "no surge la participación de otras personas u otro móvil". Para el hombre, desde un primer momento, la Policía y la Fiscalía actuaron mal.

Como había informado El País en su momento, la teoría de la Fiscalía es que cuatro personas llegaron a la puerta de la casa de Luciana la noche del 4 de setiembre de 2019 con el objetivo de robarla. Uno se quedó afuera y los otros tres entraron a su casa, donde también funciona el consultorio.

La joven odontóloga, muy querida por la comunidad canaria, fue sorprendida por los delincuentes cuando fue a darles de comer a sus perros por la puerta lateral de la casa. Allí la atacaron y terminaron llevándola hasta el consultorio, donde finalmente la apuñalaron con saña. Los delincuentes robaron unos 30.000 pesos que había en el lugar y luego huyeron. Estas personas vivían a 300 metros de la casa de Luciana. Uno de los imputados incluso se había atendido en el consultorio de ella y conocía sus horarios.