La descripción técnica llena de detalles escabrosos de cómo mataron a la adolescente Lola Chomnalez se sumaba a la interminable lista de policías que, pese a su esfuerzo, no pudieron dar con su asesino. Encadenado con eso, se enumeraban las múltiples pericias de varios tipos que se hicieron en el caso, que ofrecían información, en algunos casos confusas y que se contradecían entre sí. En el racconto de lo ocurrido que hizo el juez Juan Giménez Vera, ese panorama desolador que permitía inferir que no se sabría quién mató a la adolescente, cambió su rumbo con la aparición de la genetista Natalia Sandberg.

Ella, que es responsable del Registro Nacional de Huellas Genéticas de Policía Científica, planteó un giro que permitió la reciente condena del agresor a 27 años y medio de prisión.

El ADN que se había hallado en la toalla y el DNI de Chomnalez, no coincidía con ninguno que estuviera en la base de datos de Policía Científica. Pese a que se intentó obtener algún hallazgo estudiando la línea paterna del ADN de esa persona, no dieron resultado. Allí fue cuando Sandberg propuso estudiar la línea materna y logró destrabar el caso, recién en 2022.

Su estrategia permitió dar con un preso con el que el homicida de la adolescente compartía línea materna. Así, llegaron a la madre de Leonardo David Sena, quien informó que tuvo 11 hijos y que había uno que hacía años que vivía con una familia de Rocha, los Sena.

Tenía antecedentes penales, uno de ellos por una violación que cometió contra una vecina en la adolescencia.

La sangre de Sena era una prueba prácticamente irrefutable de que él había sido el homicida material. La sentencia, a la que accedió El País, expuso que, de acuerdo a la declaración de los técnicos, el hecho de que la sangre de Sena y la de Chomnalez estén mezcladas en el DNI de ella solo significa que se cortaron al mismo tiempo o con minutos de diferencia.

Esto tiró por la borda la versión que dio Sena, quien reconoció que al momento de la desaparición de la adolescente trabajaba en un supermercado de Valizas y que su contacto con la escena del hecho fue haber visto la mochila -no da referencias temporales certeras de cuándo ocurrió- y haber querido robar un poco de dinero. El corte lo adjudicaba a haber estado trabajando en el supermercado y haberse lastimado con una botella de cerveza, lo que tampoco fue respaldado por su empleadora y sus compañeros de ese entonces.

Foto: Eduardo Barreneche

Aunque de su participación como autor no queda la menor duda -por más de que las defensoras públicas que lo asistían intentaron cuestionar qué tan bien se mantuvo el material genético que lo incrimina-, el juez Giménez Vera no descartó en la sentencia la posibilidad de que hubiera otra persona.

Esta es una tesis que históricamente sostuvo la familia de la adolescente argentina. Aunque, según supo El País, están conformes con la sentencia y lo viven como “un premio a la constancia” que tuvieron los estos años, viniendo a Uruguay y exigiendo a las autoridades, también a través de sus abogados Jorge Barrera y Juan Raúl Williman, el esclarecimiento.

A casi 10 años del 28 de diciembre que Chomnalez salió caminando desde la casa de su madrina en Valizas hacia Aguas Dulces, la condena fue por homicidio muy especialmente agravado a 27 años y medio de cárcel. Fiscalía había solicitado la pena máxima, 30 años.