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Vacaciones de julio “por salud” rigen para los públicos y privados

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Prevenir los contagios de gripe y disminuir el agotamiento en un año de pandemia fueron los principales argumentos para el receso. Foto: Reuters

ENSEÑANZA

Las autoridades de la enseñanza resolvieron que el receso dure dos semanas con el fin de disminuir la circulación de los virus que causan la gripe.

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Las vacaciones escolares no son, paradójicamente, vacaciones. Al menos así lo interpretaron las autoridades de la educación al momento de establecer un receso de dos semanas, para toda la enseñanza, a parir del lunes 20 de julio.

La nueva normalidad, esa que ha forzado la pandemia de COVID-19, puso a los consejeros de la enseñanza en un aprieto: ¿cuándo es el mejor momento, y por qué lapso, para cortar con las clases presenciales y disminuir el riesgo de propagación de los virus que causan, entre otras enfermedades, la gripe? Por eso el Codicen solicitó el asesoramiento del Ministerio de Salud.

Alicia Fernández, responsable del Área Programática de Salud de la Niñez y quien asesoró para la toma de la decisión, fue contundente: “Los niños tienen que ir a las escuelas, los centros educativos protegen, reducen daños por violencia, miedos, impactos psicológicos. Pero, a la vez, las vacaciones invernales son una de las estrategias anuales claves para la disminución de los virus”. Y no se refiere a COVID-19, sino a la familia de la influenza (culpable de varias enfermedades respiratorias entre las que está la gripe). Así fue desde 1915 cuando, por primera vez, las escuelas urbanas empezaron a tener un receso invernal. Y fue en ese lustro cuando la maestra y poetisa chilena Gabriela Mistral lazó: “La letra con frío no entra”.

Pero la decisión del Codicen, adoptada el jueves en la sesión ampliada, despertó críticas de algunos padres: ¿es el momento de hacer un parate en un año en que hubo escasa presencialidad y a solo tres semanas de la última reapertura de escuelas?

Para el consejero Juan Gabito Zóboli hay una cuestión de “coherencia”: si se estuvo trabajando a distancia a través de las plataformas de ANEP y Ceibal, “no se puede afirmar que debe haber menos vacaciones porque no hubo clases… las hubo, aunque no presenciales”. Y a la razón sanitaria agrega el derecho de los docentes a descansar, la fijación de mesas de exámenes en liceos y UTU, y el “no discriminar a los estudiantes de los servicios públicos” en tener una sola semana cuando los privados suelen completar dos gracias a los asuetos.

Y fue entonces que empezaron las dudas entre los colegios: ¿las fechas resueltas por el Codicen aplican para todos? La ordenanza 14, por la que se rigen las instituciones habilitadas, da cierta libertad a los privados para fijar días de asueto siempre y cuando se cumplan los días lectivos mínimos que establece el calendario oficial. Sucedía que algunos colegios empezaban antes las clases y, en julio, tomaban dos semanas de vacaciones en lugar de una como los públicos.

Pero “eso no significa que los privados puedan administrar el calendario a su antojo, la normativa es clara y estas fechas de vacaciones de invierno (del 20 de julio al 2 de agosto) rigen para todos… más aún en el marco de una emergencia sanitaria”, enfatizó Robert Silva, presidente del Codicen.

Silva era partidario de una sola semana de vacaciones y que hubiese otra “de comodín” por si la marcha de COVID-19 “se complicaba”. Pero las autoridades sanitarias lo convencieron de la importancia de que haya un corte para reducir la circulación viral de gripe, bajo el entendido que los niños son población de riesgo y transmisores. Es por eso que la pediatra Fernández hace hincapié en “la importancia de la vacunación antigripal (menos del 45% de los niños se vacunó este año)” y en que “las vacaciones no son vacaciones, sino un impasse para dejar a los niños bajo resguardo, hacer salidas al aire libre, guardar distancia y evitar las aglomeraciones”.

El análisis de las faltas escolares deja en evidencia que, en las semanas de más frío, durante el invierno, aumentan las inasistencias de alumnos por enfermedad.

Según Pablo Cayota, director del colegio Santa Elena y exdirectivo del Ineed, “si hay una justificación sanitaria, no amerita ninguna discusión”. Pero, agrega, “desde lo pedagógico es más discutible por los procesos de revinculación” que significó este semestre con COVID-19.

En este sentido, la inspectora Técnica de Primaria, Selva Pérez Stábile, explica que el receso “es una oportunidad de dejar sedimentar las acciones tomadas, que los docentes pueden, con un tiempo más libre, analizar la labor y que las familias, más allá de cierta dificultad logística, puedan descansar”. Porque, a su entender, “hay un gran cansancio fruto de las incertezas de un año particular”.

Y también hay una cuestión práctica: según el último censo docente de la ANEP, el 14% de los maestros y profesores trabaja en el sector público y privado a la vez.

El consejero Óscar Pedrozo, uno de los promotores del receso por dos semanas, aclaró que se ha trabajado para “atender los impactos que esta pandemia ha provocado”. Y concluyó que la idea es “retomar la presencialidad en mejores condiciones al volver el 3 de agosto”.

Cuatro años después, el regreso a las dos semanas

En la década de 1940, Primaria ya manejaba el cálculo de 180 días lectivos reales. Tanto es así que, en 1944, se resuelve incorporar ese guarismo para el cálculo del Valor Absoluto de Prioridad que les permitía a los docentes ascender de grado. Pero esos días lectivos no siempre se cumplían. De ahí que en 2016 se acortaran las vacaciones de invierno a una semana (quejas del sector turístico mediante). Y ahora, con emergencia sanitaria por COVID-19, hubo un regreso a las dos semanas de receso invernal.

¿Qué hacer y qué no durante el receso?
En Uruguay todas las personas mayores de 15 meses y nacidas luegode 1967 deben contar con dos dosis de la vacuna contra el sarampión. Foto: Leonardo Mainé

Aire libre. Si las condiciones climáticas lo permiten, dice la pediatra Alicia Fernández, “los niños tienen que salir a jugar”. De hecho, insiste en que “es sano” que lo hagan y que se limite el tiempo de exposición a pantallas. Pero, sugiere, mantener el distanciamiento físico con los otros. “Si van a un parque, que lo hagan con cuidado, que haya lavado de manos posterior”. En este sentido, la médica recomienda las “actividades en zonas bien ventiladas: evitar el shopping, no por COVID-19, sino para disminuir la transmisión de gripe”.

Vacunación. La mejor manera de prevención de la gripe, dice Fernández, es la vacunación. Por eso insiste en que los niños de seis meses a cinco años deberían, “sí o sí”, vacunarse. Lo mismo corre para “niños más grandes con comorbilidades”. También deben hacerlo la embarazadas, como manera de dar inmunidad al futuro bebé que no podrá vacunarse en el primer semestre.

Calefacción. En los CTI pediátricos ya están observando casos de niños que llegan con quemaduras o intoxicaciones por dióxido de carbono. Por eso piden “extremar los cuidados a la hora de calefaccionar el ambiente, dejar ventilación y apagar las estufas cuando se va a dormir o salir de la casa”.

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