Unicef alerta por “problema grave” de ausentismo “generalizado” en educación secundaria básica en Uruguay

Si bien el ausentismo ya era "alto" en años prepandemia, "ha tendido a incrementarse” luego de la irrupción del covid-19, con impacto tanto en el sistema público como en el privado, marcó el nuevo informe.

Estudiantes liceales
Estudiantes liceales.
Foto: AFP.

El informe “Ausentismo en educación secundaria básica. Un problema que compromete las trayectorias educativas”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef Uruguay) y la Asociación Pro-Fundación para las Ciencias Sociales (Apfcs), advirtió que en los tres primeros años de liceo existe un ausentismo “elevado”, lo que enciende las “señales de alerta” sobre el desarrollo futuro de los jóvenes.

El ausentismo problemático no solo “aumenta el riesgo de repetición”, sino que “se asocia a menores aprendizajes” y “tiene efectos educativos también en el mediano plazo”, destacó, entre varios puntos, el informe de 102 páginas al que accedió El País.

“La presencia regular de los adolescentes en las aulas es una condición necesaria para el desarrollo de aprendizajes tanto académicos como no académicos, para el sostenimiento de las trayectorias escolares y, en general, para que la educación logre tener los impactos que de ella se esperan”, dice el informe de Unicef - Apfcs.

La publicación aterriza en medio de un debate instalado por el nuevo gobierno de Yamandú Orsi, sobre si quitar o no la exigencia de que los padres envíen a clases a sus hijos para recibir la asignación familiar, orientada para los menores de edad más vulnerables del Uruguay, tal como informó El País este domingo.

La educación secundaria “tiene un problema grave vinculado a la magnitud del ausentismo estudiantil”, en función de la cifra de clases y días enteros de clases que pierden “buena parte” de los liceales, y a la proporción de alumnos que “no asisten regularmente” en un año en particular, o a lo largo de la escolaridad, concluyó el estudio.

Los alumnos de liceo público de educación media básica —de séptimo a noveno grado, antes primero a tercero de liceo— faltaron, en promedio, casi 38 días en 2023, que se puede traducir en dos meses enteros de clases. Y uno de cada cuatro de estos alumnos perdió 47 clases o más durante el año.

Bajo otra lectura, el 75% de los estudiantes del sistema público de educación secundaria básica tuvo en 2023 “ausentismo crónico”, es decir que faltaron al menos a 10% de las clases. Mientras que cuatro de cada diez faltaron al 20% o más.

El ausentismo problemático, que afecta a una “proporción muy importante de los estudiantes matriculados en los liceos públicos de Uruguay, compromete directamente la concreción del derecho a la educación”, puntualizó el informe.

Estas inasistencias se agudizan entre los estudiantes de “origen más pobre”, en los que han experimentado “trayectorias de rezago escolar” y en los “liceos de entorno social más crítico”, dice el relevamiento elaborado por Santiago Cardozo.

Las faltas a clase son mayores “en el turno vespertino que en el matutino, aumentan en cada grado sucesivo —entre 1o y 3o — y son especialmente importantes entre los alumnos que tienen extraedad para el grado”. No obstante, no han visto “diferencias significativas en la asistencia de varones y mujeres”.

Pese a que el ausentismo se “agudiza” en el sector público, está “relativamente generalizado”, afectando “a todos los sectores (público y privado), a todas las modalidades (general y técnico-profesional) y a todos los estratos socioeconómicos y académicos”. De manera que, se remarcó, el ausentismo, “afecta al sistema educativo en su conjunto”.

“Un 20% de los alumnos de secundaria evaluados por Aristas en 2022 declaró que había faltado tres veces o más en las últimas dos semanas previas al estudio —el equivalente a unas 50 faltas en el año—, una proporción que duplica el registro para los liceos privados, de 10%, un valor de todos modos alto”, indicó el informe.

Tomando en cuenta lo anterior, el ausentismo visto en la enseñanza secundaria básica es “elevado”, marcó el relevamiento, ubicándose en niveles “próximos a los registrados para la educación inicial”, que es desde hace décadas uno de los más altos de todo el sistema educativo.

En la comparación regional e internacional, Uruguay está en una “posición desventajosa” en cuanto a las inasistencias. Tomando en cuenta la prueba PISA 2022, se ubicó tercero con mayor ausentismo a nivel regional y dentro de los primeros 20, de 80 países que participaron.

Si bien la inasistencia ya era “alta” en años prepandemia, “luego de los dos años marcados por la suspensión parcial de la presencialidad, en el contexto de la crisis sanitaria por covid-19, el ausentismo ha tendido a incrementarse”. El promedio de faltas en primeros años de liceo pasó de 30,6 en 2016 y 31,4 en 2019, a 35 en 2022 y 37,6 en 2023.

Otro aspecto destacado es que las inasistencias “se incrementan en el tránsito desde primaria a secundaria”. Por ejemplo, en 2022, los alumnos de sexto de primaria faltaron 26 días a clase, los de primero de liceo 31 días, los de segundo 35 y los de tercero 39.

“Es difícil concebir estrategias de fortalecimiento eficaces que contribuyan a mejoras sustantivas en la enseñanza, en los logros de aprendizaje, en la igualación de oportunidades, etcétera, si los estudiantes no van a clases, si concurren de manera insuficiente o discontinua, es decir, sin los alumnos en las aulas”, resaltó el informe, en línea con lo que marcan otros estudios y expertos educativos.

En ese sentido, añadió el relevamiento, “ninguna política educativa —curricular, institucional, docente, etcétera— puede ser exitosa sin la presencia de los estudiantes en las aulas, esto es, si la asistencia insuficiente o irregular a clases es la norma”.

Y como tal, el ausentismo problemático resulta “un riesgo severo, un obstáculo básico para las trayectorias”, tanto desde el “desarrollo de los aprendizajes esperado”, como de “la posibilidad de aprovechar la escolarización”.

Entre los desafíos para revertir el ausentismo, se planteó no solo la identificación a tiempo, con estrategias oportunas, con protocolos de actuación de carácter más general y llegando a tiempo cuando se detecta un riesgo de inasistencias, sino también “fortalecer la capacidad y la exhaustividad de los registros administrativos” de la asistencia.

“Con base en estudios del Ineed y a partir de los testimonios de informantes calificados recogidos en el marco de este estudio, existen señales que advierten sobre la posibilidad de que las faltas a clase no se estén registrando, ni, por tanto, contabilizando de manera exhaustiva ni homogénea en todos los centros de enseñanza media”, añadió el informe.

Si bien “es altamente esperable que los estudiantes que pierden demasiadas clases resientan seriamente sus oportunidades de aprovechar la escolarización”, el estudio marca que es “difícil de determinar que el ausentismo sea “la causa de los malos resultados educativos”.

“En uno u otro caso, sin la presencia regular de los estudiantes en las aulas, resulta difícil imaginar estrategias eficaces y sostenidas de mejora”, remarcó el informe, que marcó “múltiples” desafíos.

Estos van desde la “interacción” de varios organismos públicos y de la sociedad civil para abordar “la motivación de los estudiantes para asistir a clases y de sus familias para enviarlos”, y la “divulgación de información clara sobre la relevancia de la asistencia”, hasta rever las “potenciales trabas para la asistencia”, desde económicas hasta de requerimiento de cuidado doméstico, así como “la disponibilidad y la accesibilidad” de la oferta educativa en el territorio y al “apoyo académico personalizado” para los estudiantes.

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