Por Maite Beer
El 6 y 7 de marzo inician las clases en Primaria, Secundaria y Educación Técnico Profesional (UTU) del sistema público, pero este año lectivo tiene la gran particularidad de ser el año en que comenzará a regir la reforma educativa que presentó el gobierno de Luis Lacalle Pou en 2020. Luego de dos años de pandemia en donde se comenzó a explicar en qué consistiría este cambio de paradigma y un 2022 en el que aprobaron los diversos planes, además de estar marcado por los conflictos sindicales, la Transformación Educativa llegará a las aulas. ¿Cómo se prepara el sistema para este cambio?

Uno de los pilares de la reforma es la autonomía de los centros que promueve que las escuelas y liceos basen su estrategias de enseñanza en los contextos de las comunidades en las que se encuentran. Por eso, para lograr esto en particular y también poner en marcha otros cambios de la reforma, el Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP creó la “Guía para la implementación y seguimiento de la Transformación Curricular Integral”.

Este documento de apoyo le recomienda a los equipos directivos, entre otras cosas, que prioricen algunas de las diez competencias generales del Marco Curricular Nacional para que se aborden en mayor profundidad a lo largo de 2023.

Estas competencias, que componen la escena de la Transformación Educativa, son: competencia intrapersonal, pensamiento creativo, pensamiento científico, pensamiento crítico, pensamiento computacional, comunicación, competencia metacognitiva (aprender a aprender), ciudadanía local, global, y digital, relación con los otros, e iniciativa y orientación a la acción.

La guía contiene una matriz de estrategias de acción para que cada centro pueda definir sus prioridades en cuanto a métodos de enseñanza, el modo de evaluarlos, cuál será la meta medible y cuándo será el inicio y finalización de este proceso.

Lo que deberán decidir los docentes de cada institución, según explicaron a El País las directoras generales de Primaria y Secundaria -Graciela Fabeyro y Jenifer Cherro-, es qué proyecto anual desarrollará cada escuela o liceo y cómo se organizarán los docentes. En el caso del proyecto interdisciplinario, lo podrán realizar todos los docentes de un grado o unirse por ciclo (por ejemplo 1° y 2°). Un ejemplo sería trabajar en el área de las ciencias ambientales, realizando un proyecto sobre las energías renovables, las plantas y la luz.

Por otro lado, en Primaria las maestras podrán decidir rotar en las aulas dependiendo de si una tiene más conocimiento en las ciencias sociales, otra en las ciencias naturales y en las matemáticas y otra en lingüística. A su vez, podrá haber más de una maestra dando clases.

Además de estas modificaciones que deben incorporar los docentes, ¿qué otros cambios percibirán los estudiantes y sus familias? Según el consejero Juan Antonio Gabito, en marzo “los padres no van a notar ningún cambio en sí, excepto el boletín de calificaciones”, y enfatizó que tanto las asignaturas como los programas que se introducen en marzo “son muy parecidos” a los previos. Los que sí verán una diferencia, dijo el consejero, serán los alumnos: “Ahora no se trata de evaluar y preocuparse por lo que saben, sino por lo que saben hacer con lo que aprendieron”, explicó en diálogo con El País.

En esta misma línea, el presidente del Codicen, Robert Silva, expresó: “El abordaje va a ser absolutamente distinto, a través de metodologías nuevas que ya se aplicaban en algunos centros, pero que en muchos otros no, como el trabajo por proyectos, la resolución de problemas, la organización de debates y el trabajo interdisciplinario de docentes”.

Quizá los dos cambios más “radicales” de la Transformación Educativa son en materia de repetición y de evaluación. En el caso de los boletines, estos pasarán a ser seis en lugar de cinco y en todos los niveles de la educación la escala de evaluación será del 1 al 10, tomando en cuenta el desarrollo de las competencias.

Cuando los padres reciban las calificaciones de sus hijos, la hoja tendrá un juicio de valor por parte de los docentes para cada una de las competencias. El maestro explicará qué es lo que el alumno ha hecho satisfactoriamente y en qué debería mejorar para el próximo carné.

La repetición, en tanto, ya no se podrá utilizar en cada año, sino en 2°, 4°, 6°, 8° y 9° y, previo a tomar esta decisión, se promoverán las estrategias de acompañamiento en caso de que la maestra o el profesor observe que el estudiante no alcanzó los objetivos esperables.

Otro de los cambios que se darán en la práctica es la introducción de talleres optativos. En 7°, 8° y 9° habrá talleres anuales en que el estudiante deberá elegir entre un taller del área de las ciencias o un taller del área de las artes. Estos talleres, que se desarrollarán durante todo el año, los dictarán todos los docentes de cada área del saber, por ejemplo el profesor de Química, Física y Matemática en el taller de ciencias.

En cuanto a la logística de estos talleres, la directora de Planeamiento Educativo de Secundaria, Patricia Kuzman, y el coordinador de Infraestructura Edilicia, Edison Medina, recorrieron todos los liceos del país para analizar cuáles precisaban acondicionamiento para generar clases de mayor tamaño o áreas comunes. En tal caso también se contempló la posibilidad de alquilar algún local cercano, aunque Cherro destacó que fue necesario en la minoría de los casos dado que en muchos liceos se pueden usar los espacios de biblioteca o laboratorio.

En cuanto a la reforma, la directora de Primaria, por otro lado, destacó que “si bien hay mucha incertidumbre, mucha ansiedad, una vez que se ponga en ejecución el proyecto de cada centro es cuando van a empezar a operar las posibilidades que emergen de un diseño curricular por competencias”.