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Los Feippe: Santa Teresa, una fortaleza cerca del mar

Sofi Solari Adot comparte, en una nueva columna, un extracto de su libro donde cuenta sobre su primera visita a este lugar de Rocha

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Santa Teresa
Santa Teresa
Sofi Solari

Por Sofía Solari Adot

Confieso no haber leído que los muros de la Fortaleza –de doble piedra unidos por estribos, tierra y cascotes para resistir los disparos de la artillería– fueron construidos por los portugueses en 1762; que luego fue tomada por los españoles, y el virrey Pedro de Ceballos decidió concluir la obra de forma pentagonal para vigilar la frontera.

Si bien llegar nos costó secuelas en la barra estabilizadora del motorhome –que aún suena como una coctelera–, la vista panorámica del área –protegida con mil hectáreas de bosque de flora autóctona, con especies importadas y mar–, lo vale. Las extensas playas del parque son aptas para bañarse o pescar, e ideales para surfear.

Cada vez que vamos a sitios históricos siento la necesidad de deambular un rato para conectar. Para mí, las casas, los museos, los lugares, emanan energía. Aquí yo sentí paz, lo cual me pareció extraño en una “fortaleza”, rodeada de cañones inactivos, un museo de pólvora, torres de guardia para divisar al enemigo, una herrería de espadas, una enfermería y un cementerio.

Oli y Simón hicieron take over de nuestros teléfonos y jugaron a ser periodistas, cada uno con su estilo. Él tocó y exploró cada cañón. Filmó todas las espadas y preguntó si aquí lucharon de verdad. Las letrinas y la carreta llamaron su atención hasta que se aburrió y comenzó a correr de arriba abajo por las colinas de césped verde recién cortado. Ella entró en cada torre hasta que descubrió las que miran al mar, nos agarró fuerte de la mano y dijo: “No me gustaría haber vivido en esa época de tanta muerte“; “Voy a llevar a mis hijos a todos los lugares que ustedes me llevan a mí”.

Entre los visitantes del lugar, que en su gran mayoría dan una vuelta y siguen, me llamó la atención una señora de unos 55 años. Apoyaba su espalda en un árbol, su pierna izquierda en toda su extensión en el césped y sobre ella descansaba la derecha levemente flexionada. Se había descalzado y sólo observaba. Quizá con la misma intención que yo.

Sin los jaguares que antaño amenazaron tanto como la artillería enemiga, nos sentamos sobre una ladera de la colina. Cinco minutos de silencio para escuchar el lugar; con niños no fue posible más. Se oían los pájaros cantando y, a los lejos, el sonido del mar.

Extracto del Libro “ No siempre fuimos nómades” de Sofi Solari Adot.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Sofi Solari Adot

Sofi Solari Adot

Sofi es escritora y mamá de Olivia y Simón. Tiene una vida sobre ruedas junto a su familia @losfeippe. Es autora de la novela autobiográfica “No siempre fuimos nómades” y dicta el taller on line “Las palabras también importan”.

Podés seguirla en Instagram como@sofisolariadot y @losfeippe

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