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Mamá estimula: ¿Cómo criar hijos varones lejos de los estereotipos de género?

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familia, padres e hijos

Por Claudia Guimaré

Claudia Guimaré nos explica de cinco errores que debemos evitar en la crianza de los hijos varones.

Contrariamente a lo que mucha gente piensa, el machismo no sólo afecta a las mujeres y a las niñas. Afecta también a los varones y mucho más de lo que imaginamos. 

Pensar en los niños como los fuertes, los inteligentes, los racionales, los valientes, los decididos, los arrojados, y en las niñas en cambio como las emocionales, las delicadas, las temperamentales, las que necesitan protección o como las pequeñas damiselas en problemas que precisan ser rescatadas por un príncipe, puede parecer peyorativo y claramente negativo sólo para las mujeres pero en realidad, encierra mandatos y presiones que lejos están de hacerle a los varones favor alguno.

En realidad, los estereotipos nos ahogan a todos, nos constriñen a todos, y nos impiden a todos realizarnos con libertad. Pero de alguna manera, los efectos negativos de estos estereotipos en los varones, son menos visibles en nuestra cultura actual por lo que es fundamental tenerlos presentes a la hora de educar a nuestros hijos.

En las últimas décadas, cada día son más las investigaciones serias que desde el feminismo mismo alertan sobre los efectos nocivos en la autoestima y en el equilibrio emocional de los varones, de los estándares a los que éstos son sometidos desde pequeños, incluso de aquellos para los que no se les exige prueba alguna, sino que se asume los cumplen por el sólo hecho de ser varones. Mandatos sociales como ser el sostén económico de la familia y ser fuerte y no demostrar nunca sus miedos o emociones por ejemplo, están intrínsecamente vinculados con la depresión y en particular con el suicidio, que es 4 veces más frecuente en hombres que en mujeres.

Los estereotipos matan. Los estereotipos oprimen. No se trata sólo de salir en defensa de ese niño que quiere ser bailarín y no futbolista. Se trata de algo mucho más profundo que como sociedad, como padres, debemos abordar por su propio bienestar, por su salud emocional y por su completa realización personal y profesional, y hay sólo una forma de hacerlo: a través de una educación libre de estereotipos de género que empiece en casa.

Y hacer esto es más difícil de lo que parece, puesto que implica batallar a conciencia contra la sociedad (o a alguien no le pasó de pedir un juguete en una tienda y que nos pregunten “¿Para nena o para varón?”), contra esa tía mayor que revolea los ojos cuando el nietito se pinta las uñas jugando, contra ese vecino que cuando saluda a nuestro hijo finge pegarle cual boxeador y espera decepcionado una respuesta similar del pequeño o de ese familiar que nos dice “lo estás malcriando, tiene que endurecerse, déjalo que llore, qué se haga hombre!”. 

Pero también hay que luchar con otros molinos de viento que son los preceptos que tenemos internalizados desde siempre y que nos impiden ver que a veces, incluso ciertos halagos, ciertas presunciones, por positivas que parezcan, como “tú eres fuerte” o “tú puedes”, tampoco colaboran.

¿Cuáles son los errores más comunes que deberíamos evitar entonces?

Pensar que las emociones no son cosas de varones

Hace poco mi marido salió a cenar con un amigo que estaba angustiado porque se estaba por separar de su mujer. Cuando regresó a casa y le pregunté qué le pasaba exactamente a su amigo y por qué estaba a punto de separarse, me dijo “Ah de eso no hablamos”, y ante mi cara de asombro agregó, “Vos sabés cómo somos los hombres, no sabemos hablar de esas cosas como las mujeres, aunque la verdad me gustaría que fuésemos más como ustedes en eso”.

Está claro que ni mi marido ni su amigo son extraterrestres. Pero también está claro que el único modo de convertirse en adulto es haber sido niño primero por lo que si queremos adultos que sepan hablar de sus emociones, que sepan ser asertivos con lo que desean y con lo que no quieren tolerar, que puedan confiarse en un hombro amigo, desahogarse y poder poner en palabras lo que sienten (lo cual es el primer paso fundamental para resolver cualquier conflicto), necesitamos educar a los niños de esa manera.

Hay infinidad de experimentos que demuestran que aun dentro de una misma familia, los padres son mucho más proclives a la contención amorosa frente al llanto de una niña que de un niño. Mientras las niñas reciben más abrazos y palabras de consuelo o mimos, los varones son más propensos a escuchar frases “de aliento” enfocadas más en hacerlo dejar de llorar de inmediato y en “aguantarse”, que en dar rienda suelta a sus emociones o explayarse sobre lo que les sucedió.

Acostúmbralos al uso de palabras que describan emociones, como enojo, frustración, celos, tristeza, etc y ayúdalos a usarlas correctamente para identificar lo que sienten en cada oportunidad. Pero sobre todo, sé su ejemplo. Cuéntale tú también cómo te sientes o cómo crees que te habrías sentido en su lugar en determinada situación, ya que todos somos más proclives a expresar nuestros sentimientos cuando estamos frente a otro que también nos lo comparte.

Erradica el “no pasa nada”

Cuando un niño o niña se lastima, se asusta o se siente afectado por algo, decirle que no pasa nada no logrará ayudarlo ni a entender qué le pasa ni a erradicar su angustia. Cuando minimizamos lo que sienten, les estamos enseñando que para nosotros, que somos quienes marcamos los parámetros con los que los mide el mundo, eso no es nada y por ende, les estamos diciendo que sus sentimientos, emociones, sensaciones, son insignificantes comparado con los verdaderos problemas de los adultos y que por ende, vale más “tragarse” esa emoción en lugar de a validarla.

El problema es que olvidamos que los niños sólo tienen problemas de niños y para ellos, son importantes. Pero además con los varones esto sucede con mucho mayor énfasis ya que la sociedad nos inculca que los hombres, soportan más y mejor la adversidad y el dolor (aun cuando en este último caso muchas investigaciones incluso sostienen lo contrario), y que hacerlo, es prueba de valentía y de fuerza.

Expliquémosles que la valentía no es la ausencia de miedo sino la fuerza interior que nos determina a llevar adelante una acción a pesar de reconocer nuestro miedo, y por sobre todo, reconozcamos que todos tenemos miedo alguna vez y está bien que así sea.

La hipersexualización de la infancia también se da en los varones

Mucho se habla de la hipersexualización en la infancia cuando se trata de las nenas. Parece evidente que tratar a las niñas como si fuesen mujeres, vestirlas, maquillarlas o peinarlas como si fuesen adolescentes, enseñarles bailecitos “graciosos” que fueron pensados para coreografías sexies cuando recién tienen 5 años, no es aconsejable si no queremos fomentar la cosificación de la mujer y su dependencia de los estándares de belleza para la sedimentación de su autoestima a futuro.

Pero poco se dice de este tema en relación a los varones, a quienes se les pregunta desde que tienen 4 años si ya tienen novia en el jardín (y jamás “novio”), o a quienes se les dice que ya son todos unos “galancitos”, o a quienes se les pide que muestren sus “músculos” o inclusive, a quienes algún que otro pariente les hace un chiste sobre el tamaño de sus genitales!

¿Le preguntan a las niñas cuántos novios tienen ya en su salita de 5 con la misma asiduidad con la que se lo preguntan a los varones? Seguramente no. ¿Está bien que se le pregunte a ambos y así no hay discriminación? Tampoco. Se trata de dejar de poner en el centro de la valía la capacidad de atraer al otro por atributos que lejos están de ser los más valiosos que tenemos, y poner en su lugar, aquellos por los que realmente queramos que se sientan valorados y queridos por los demás a futuro.

Asumir que nunca van a ser víctimas de abuso

Afortunadamente hoy día existe una conciencia inmensamente mayor respecto del abuso sexual infantil y padres y educadores estamos mucho más sensibilizados al respecto. Pero aquí también, todavía, parecería ser que la víctima de abuso que todos tenemos en mente es mujer.

La realidad es que el abuso sexual infantil hacia varones también existe y los niños necesitan aprender, al igual que las niñas, que su cuerpo es suyo y que sólo ellos pueden tocarlo. Que nadie tiene derecho a exigirles besos ni caricias que no deseen pero que tampoco tienen derecho a exigirlas ellos.

Cuando educamos a los varones a ser los que “avanzan” y a las niñas a ser las que “frenan” los avances del “sexo opuesto”, estamos reforzando un estereotipo en el que no sólo las mujeres no pueden tener ni iniciativa ni control en el sexo, sino también, que los varones tienen derecho al avance hasta que el freno cede. Necesitamos educar niños respetuosos y empáticos para que nunca hieran ni sean heridos por sentirse presos de un rol que de una u otra forma les ha sido impuesto.

Ni futbolista ni astronauta

En lo que hace a hobbies o futuras profesiones, no cabe duda que los estereotipos de género están a la orden del día.

Cuando mi hija comenzó taller de fútbol en salita de 4, era la única niña en todo el colegio. Lo mismo le pasó a su mejor amigo, que era el único niño en el taller de arte. Y si bien estamos lejos de las épocas en que las chicas iban a bordado y los varones a carpintería, todavía hay cientos de colegios donde determinados deportes son exclusivos para niños y otros para niñas por definición (como si a los varones no les gustase el hockey o a las niñas el futbol). Está claro que los deportes son buenos para todos, no sólo por las bondades de la actividad física sino por todo el aprendizaje de trabajo en equipo que implican.

El problema para los varones está en que se les presiona específicamente para optar por deportes de competición específicamente, donde ser el más goleador, o el más fuerte o el más veloz pasa a un primer plano antes que otras opciones como el remo o la gimnasia artística. Si lo que nos preocupa es que hagan actividad física, pongamos eso en la mira, y no si se integra o no en el equipo de fútbol del colegio o si mete goles el domingo.

Con las profesiones pasa algo similar. Cuando se analiza la literatura infantil o los juegos para niños, las profesiones “de niño” siempre van más orientadas a tareas físicas o ciencias exactas, como si no hubiera astrofísicas mujeres en la NASA o poetas o chefs hombres. Cómprales juguetes no sexistas, donde el género no sea determinante para disfrutar de ellos en manera alguna y léeles cuentos donde los personajes no calzan en las casillas habituales según sus profesiones.

Hay mucha literatura empoderadora para niñas y niños hoy día, pensada para abrir la mente de nuestros pequeños e inspirarlos para que puedan ser lo que quieran ser, sin ninguna etiqueta preestablecida. Y no limites sus opciones cuando les preguntes qué les gustaría hacer más adelante… al fin y al cabo falta mucho para eso todavía y la única respuesta correcta de un niño ante la pregunta de “¿qué quieres ser de grande?” debería ser simplemente “Feliz!”. ¿No te parece?

conocé a nuestra columnista
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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