Formar equipo, delegar y apuntar a la calidad: la receta para emprender de la fundadora de Quiero Chocolate

Mónica Sniadower descubrió su gusto por la repostería mirando el canal Gourmet. Tras formarse en esa especialidad, comenzó a recorrer "el camino del emprendedor total", con la excelencia como sello

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Mónica Sniadower lidera desde hace ocho años su propia empresa, Quiero Chocolate
Mónica Sniadower lidera desde hace ocho años su propia empresa, Quiero Chocolate
Foto: Leonardo Mainé

Mónica Sniadower es montevideana, tiene 50 años, está casada hace 27 y es madre de cuatro hijos -dos pares de mellizos-. Siempre le gustaron las manualidades, el arte y la gastronomía; el deleite por las expresiones artísticas lo heredó de su familia, reveló. Estudió Administración de Empresas y Recursos Humanos y trabajó un tiempo en relación de dependencia, pero desde hace ocho años lidera su propia empresa, Quiero Chocolate, una chocolatería artesanal que define como su "mayor expresión de arte".

Emprendió por primera vez con este proyecto y asegura que ha sido una experiencia que le ha permitido aprender mucho, entre otras cosas, la importancia de delegar tareas para poder liderar un equipo y un negocio con potencial de crecimiento.

Aquí la entrevista con El Empresario.

—¿Quiero Chocolate es su primer emprendimiento? ¿Cómo surgió este proyecto?
— Siempre me gustó la gastronomía, por eso elegí esto. Una vez con una amiga intentamos emprender con una propuesta de gastronomía, con tartas y tortas saladas, pero no se dio. Con este proyecto emprendí sola por primera vez. Quería hacer algo en lo que yo pusiera el tiempo; con los cuatro chicos necesitaba algo que me permitiera estar en casa, pero que además de generar un ingreso me permitiera tener un proyecto, algo mío. Ya no me veía estando en una oficina. Yo miraba mucho el (canal) Gourmet, y allí había un mexicano muy famoso que hacía cosas con chocolate, y a mí me fascinaba. Empecé a investigar y a hacer cosas en chocolate. Me traje de Amazon unos moldes y, para un cumpleaños, mezclé chocolate con frutos secos.
Después, empecé a buscar cursos y el primero que hice fue en 2016, en (el Instituto) Gato Dumas, con (el chef) Lucas Fuente. Todos los miércoles aprendíamos distintas técnicas, rellenos y yo llevaba a casa todo lo que hacíamos. El último miércoles del curso, mi mejor amiga me invitó a cenar y le llevé los chocolates que habíamos hecho en la clase. Era 2017, yo era muy poco tecnológica, pero ella le sacó fotos a los chocolates y las publicó en Facebook, y sus amigos le empezaron a preguntar (por los chocolates). Ella y su familia tienen una empresa, se venía el Día de la Madre y necesitaban regalos empresariales entonces me plantearon hacer algo con chocolate. Me acuerdo que les hice unas tacitas divinas con una cuchara con chocolate. Ella me ayudó con Pinterest a armar un logo, poner un nombre que era Te Quiero Chocolate, y así nació el proyecto que hoy se llama Quiero Chocolate.

Bombones de Quiero Chocolate
Bombones de Quiero Chocolate

—¿Siguió formándose en torno a la elaboración del chocolate?
—Me gustaba la idea del chocolate como regalo, como algo fino. Por eso empecé a buscar otras ideas de packaging y a hacer otros bombones, todo desde la cocina de mi casa con tres o cuatro moldes. Después de aquel primer Día de la Madre empezaron a entrar pedidos por el boca a boca. Tenía un lavadero en casa que acondicioné y ahí guardaba las cosas. Siempre tenía un stock mínimo de 10 bomboncitos de cada tipo y ese stock empezó a subir cada vez más. Me acuerdo que los guardaba en tuppers de Conaprole a los que les ponía nombres. En el comedor de mi casa puse un escritorio, cintas, etiquetas y ahí empecé. Mi marido viaja a México por trabajo todos los años, y una vez lo acompañé. México es muy del chocolate y busqué un curso para hacer allá mientras estaba de viaje. Ya había hecho uno de elaboración de huevos de Pascua en Buenos Aires, pero quería sumar algo más. En México aprendí técnicas de pintado, tuve clases con chicas de Ferrero Rocher. Para mí fue impresionante.

—¿Cómo fueron las inversiones al inicio del emprendimiento?
—Al tiempo invertí en más moldes; compré de policarbonato, que son caros, pero que se usan para ayudar a que el chocolate tenga brillo. El chocolate imita la superficie en la que uno lo pone, entonces para tener brillo necesita una superficie brillante. En ese momento decidí que mis bombones iban a ser todos del mismo diseño, son semifrescos pintados. Empecé a pensar en nuevas recetas y rellenos, me traje colores de afuera y comencé a pintar utilizando diferentes técnicas, pero siempre con chocolate belga puro, no uso símiles. El proyecto siguió creciendo en mi casa y empecé a invertir más: agrandé el espacio, puse un aire acondicionado en la cocina, donde trabajaba, y empecé a ocupar toda la casa con el chocolate. Contraté a alguien para diseñar un logo nuevo y empecé a hacer algunas ferias. También contraté a una community manager, porque hasta el momento yo hacía todo, desde el chocolate hasta sacar las fotos. Y en 2020, cuando empieza la pandemia, contraté a una amiga para que me ayudara con el empaque y la elaboración, y así se fue formando el equipo.

Creo que hice bien el camino del emprendedor total. Todo eso te va formando, hacés contactos, te dan consejos y te ayudan y eso es importante. He dado algunas charlas para el IEEM (escuela de negocios de la Universidad de Montevideo) o para la UCU (Universidad Católica), y eso está buenísimo por el feedback que te dan, te hacen preguntas que te hacen pensar. Y ver cómo otros te ven me encanta, aunque al principio era como una tortura.

—¿Cuál fue su primer canal de venta? ¿Hoy sigue siendo importante?
—Primero comenzó por el boca a boca y luego la gente me contactaba por Instagram. Un poco antes de la pandemia, mi esposo, que me ayuda en lo empresarial, me dijo: "Tenés que tener un e-commerce para que te puedan comprar por ahí". Se bajó Wix y pagamos para hacer la web, pero no salió y empezamos a buscar a alguien que la pudiera desarrollar. Buscamos en Uruguay, Argentina y Brasil, y así conocimos a una (desarrolladora) brasileña que está en Ilhabela, pegamos muy buena onda y la contraté para hacer la web. Cuando tuve el e-commerce comenzamos a vender por ahí y mi casa se volvió cada vez más un caos, porque el crecimiento fue exponencial. En 2020, para las fiestas, se vendió impresionante. Se dio un pico de venta increíble, toda mi familia venía a a ayudarme a empaquetar. Había pensado un proyecto para hacer en mi casa, pero era algo muy difícil. Se empezó a hacer algo casi inviable, había chocolate por todos lados y era mi casa. Y el 31 de diciembre le dije a mi marido: "Tengo que buscar un lugar".

Mónica Sniadower, la creadora de Quiero Chocolate
Mónica Sniadower, la creadora de Quiero Chocolate
Foto: Leonardo Mainé

Encontré un local cerca, invertí y me puse a trabajar. Allí solo elaborábamos. Junto a la brasileña que hizo el e-commerce comenzamos a trabajar en nuevos diseños y en las campañas del "Día de". Ella es muy creativa y empezó a ser como la tercera pata del negocio, me ayudó a desarrollar productos nuevos y con todo lo empresarial, y así fue creciendo todo. Dos años después, la gente quería entrar al local para ver el chocolate, y ahí nos mudamos a un lugar mejor y abrimos nuestra tienda, que es la que tenemos hoy.

—La empresa creció en equipo, ¿cómo ha sido para usted el proceso de delegar tareas?
—Cuando nos mudamos empecé a salir un poco más de la cocina, porque antes elaboraba yo y pensaba que nadie iba a elaborar como yo. No me voy a olvidar más de una charla que tuve con una empresaria muy conocida que me dijo: "No vas a poder ser siempre la que le pone la frutilla a la torta". Me lo dijo en el sentido de que si yo quería hacer todo no iba a poder crecer. Si no delegás no podés ver el negocio en su totalidad. En un momento tenés que pasar el conocimiento, dejar que el otro aprenda y empezar a verte como una empresa. Ser emprendedora me gusta mucho, tiene muchos desafíos, y delegar es uno muy grande, porque tenés que poder enseñar y confiar. En el camino aprendés de todo. Lo primero es hacerse de un buen equipo, de buenos proveedores, de cadetes, de gente de confianza. Es un combo. Además hay que saber combinar el trabajo con la vida cotidiana, y para eso tenés que tener apoyo.

—El emprendimiento nació como un proyecto familiar. ¿Cuán importante es ese apoyo para Quiero Chocolate?
—Es muy importante ese acompañamiento. Mi esposo me apoya totalmente, él trabaja en negocios y me ayuda a organizarme. Me ha dado muchos consejos, uno de los más importantes ha sido siempre tratar de mantener la organización. Tenemos un acuerdo de una vez por semana o por mes juntarnos y ver temas de la empresa. ¿No se vendió? Vamos a ver por qué, porque a veces son cosas externas. El año pasado, por ejemplo, en el Día de la Madre, que es la tercera zafra más importante, como Argentina estaba barata, se vendía pero poco, y eso era algo que pasaba en todos los rubros, no solo en el chocolate.

Bombones pintados de Quiero Chocolate
Bombones pintados de Quiero Chocolate

—¿La Pascua es la zafra más importante del año?
—Pascua es la de más (consumo de) chocolate. Junto con la zafra de Fin de Año, son muy importantes. Ambas demandan muchas horas de trabajo. En Pascua salen muchas emprendedoras (a vender), por ejemplo, el medio huevo de Pascua, que está muy de moda desde la pandemia. Ahí tengo la competencia, en esas chicas. Porque trabajar un buen chocolate demanda inversión. Este año hicimos un cobranding con Bridge, de El Trigal, sacamos el huevo Bridge y fue impresionante, fue una muy buena unión. Unimos algo que a todas las edades les gusta con un producto muy querido como el chocolate.

—¿Cómo innova en su catálogo?
—Todo el tiempo miramos tendencias y buscamos innovar. Cambiamos los empaques, los colores y siempre trato de sorprender con algo. Siempre sale algo nuevo. Este año el foco está en el chocolate Dubái que todo el mundo pide. No lo estoy haciendo, pero siempre hay algo de moda, que uno sigue o no, y muchas veces pasa que las cosas se viralizan y si uno no las sigue se queda atrás.

«Me piden mucho que vaya a Punta del Este»

—¿Sus productos llegan a todo el país?
—Me piden mucho que vaya a Punta del Este, pero eso implicaría encarar un proyecto que tengo que pensar muy bien. Si bien Punta del Este ya no es solo la zafra de verano, hay que ver cómo funcionaría. Es una idea que está, pero tengo que evaluarlo bien porque es un paso grande. También me han ofrecido hacer franquicias, pero no avancé en el tema. Tuve varias charlas, porque podría ser una forma de crecer, pero no lo sé. Algunas veces me han comprado desde el interior para revender los chocolates también.

—¿Cómo ve el nivel de competencia?
—En Pascua, los supermercados son una gran competencia, aunque el público es diferente. Noto que mucha gente se está volcando a buscar algo más tradicional y artesanal, piensan más en lo que comen y nosotros trabajamos con chocolate puro que tiene manteca de cacao y no grasas como el símil, entonces es un producto más saludable. Hay competencia pero este es un producto más de nicho.

—¿Qué planes tiene la empresa para este año?
—La gente me pide mucho en invierno el chocolate caliente, así que vamos a sumarlo. Siempre estamos invirtiendo en maquinaria, como templadoras, y me gustaría poner una vitrina de exposición en el local.

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