Publicidad

¿Cómo opera la política antiinfilacionaria que aplica el BCU?

Compartir esta noticia
Foto: Getty Images

OPINIÓN

Según el objetivo que predomine, la autoridad monetaria decide la disminución o el aumento de la tasa de interés de referencia de su política monetaria.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

El 5 de enero, el Comité de Política Monetaria del Banco Central (Copom), decidió elevar en 75 puntos básicos (a 6,5%), la tasa de interés de referencia de su política monetaria. Una decisión que la mayoría de quienes la leyeron en la prensa pueden no saber el objetivo buscado. Y menos aún cuando, además, el comunicado del Copom agrega que habrá otras dos subas similares en el correr de 2022.

El objetivo es llevar adelante una política de reducción de la inflación que, en los doce meses del año pasado, se volvió a ubicar por encima del límite superior de la meta del Banco Central. Una inflación que, además, analistas e instituciones financieras esperan, en general, que este año se mantenga por encima de lo que la autoridad monetaria desea.

Es interesante entonces trasmitir, a quienes no están familiarizados con el manejo macroeconómico con fines antiinflacionarios, las razones que hay detrás de los aumentos —como ahora—, y de las diminuciones —como en otras ocasiones— de la tasa de interés de referencia del Banco Central.

Mundell

Premio Nobel de Economía en 1999, Robert Mundell (fallecido en 2021 en su villa italiana en Monteriggioni, cerca de Siena, en la Toscana) fue el padre intelectual del euro por su trabajo sobre las características y ventajas de un área monetaria óptima. Además, desarrolló teóricamente —entre otras cosas— los efectos que provocan cambios en las tasas de interés que manejan los bancos centrales sobre la cantidad de dinero de la economía y la influencia que eso tiene sobre la actividad económica y el comportamiento de los precios. Junto con otro economista reconocido —Marcus Fleming—, explicó que, en el caso de un sistema de tipo de cambio flexible o flotante, el Banco Central tiene control absoluto de la cantidad de dinero —billetes y monedas o dinero primario—.

Por lo tanto, si la autoridad monetaria estima que es necesario estimular al gasto en la economía para que, con su aumento, suban la producción y el empleo, entonces reduce la tasa de interés de referencia para que aumente el consumo privado —se consume más con tasas más bajas—, la inversión privada —se invierte más con tasas más bajas— y las exportaciones —se exporta más con tasas más bajas por su efecto alcista del tipo de cambio—.

Cuando ese objetivo se logra y el aumento de la actividad presiona al alza a la inflación, el objetivo cambia y, para anticipar esa presión o reducirla, el Banco Central aumenta la tasa de interés, con el objetivo de ejercer efectos contrarios a los anteriores, sobre el consumo, la inversión y las exportaciones.

Según el objetivo que predomine, la autoridad monetaria decide la disminución o el aumento de la tasa de interés de referencia de su política monetaria. La condición para que ello opere de ese modo es que el sistema cambiario sea de flotación, es decir que el tipo de cambio —básicamente del dólar en nuestro caso—, sin la intervención del Banco Central, se determine por oferta y demanda por moneda extranjera del resto de los agentes económicos.

Ejemplos de esa política monetaria de manejo de la tasa de interés para estimular la producción o para reducir presiones inflacionarias son, entre otras, la de la Reserva Federal de Estados Unidos, la del Banco Central Europeo en la Eurozona y la del Banco de Japón. Y también la política monetaria de nuestro Banco Central.

En Uruguay

De acuerdo con el comunicado del Copom, el Banco Central, cuyo sistema cambiario es de flotación —tipos de cambio flexibles—, entiende que la economía crece y seguirá creciendo en 2022 a un ritmo todavía importante y que la inflación es alta y supera su meta. Por eso, la autoridad monetaria ha decidido modificar su política e ir subiendo, progresivamente, la tasa de interés de referencia apuntando, con un accionar relativamente más contractivo, a abatir el ritmo inflacionario y llevarlo a lo que es su objetivo para fin de 2022 y 2023.

La política monetaria de las autoridades que manejaron al Banco Central hasta el primer trimestre del año 2020 era diferente. Se llevaba adelante con la referencia de la cantidad de dinero no primario y con intervenciones en el mercado de cambios.

Se trataba de lo que Mundell probara que no es lo apropiado para frenar a la inflación y estimular al crecimiento. Cuando había un ingreso de dólares al país debido a una tasa de interés local mayor a la del exterior —“carry trade”—, que afectaba a la competitividad porque presionaba a la baja del valor local del dólar, el Banco Central compraba el exceso de los dólares ofrecidos sobre los demandados, para lo que emitía dinero que luego el propio Banco Central esterilizaba, absorbiendo la liquidez con la colocación de letras de regulación monetaria, por las que pagaba tasas de interés que atraían aún más a inversores que traían dólares para invertir en pesos, lo que requería nuevas esterilizaciones. Y así sucesivamente.

Con sus intervenciones en el mercado de cambios, el Banco Central perdía el control de la cantidad de dinero, incurría en costos altos y crecientes y no lograba reducir la inflación ni estimular el crecimiento.

Mundell fue amigo de Uruguay y es recordado no solo por economistas que estudiaron sus investigaciones en artículos y libros; también por los que fueron a estudiar a la Universidad de Columbia cuando el economista canadiense se despidiera de Chicago y, sobre todo, será recordado por varios de los economistas que a fines de los ´70 y principios de los ´80, hicieron un post grado de Economía con profesores de Columbia por él liderados, en el Banco Central del Uruguay que entonces dirigía José Gil Díaz.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad