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Nueva regulación del precio de los combustibles y la gestión de riesgos asociados

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Foto: El País
JOSE LUIS BELLO

OPINIÓN

Ancap, las nuevas reglas, el precio de mercado y las tarifas.

Al entrar en vigencia las disposiciones de la ley de urgente consideración, se ha avanzado en la mejora institucional y la separación de roles entre las actividades de fijación de políticas, regulación y la actividad empresarial del Estado. Asimismo, se ha dotado al regulador, Ursea, de mayores niveles de independencia. Si bien faltan acciones que permitan fortalecer las capacidades para desarrollar nuevas reglas, es un paso muy importante.

En este nuevo papel, Ursea es la encargada, en el caso de Ancap, de regular sus precios. En esta nueva modalidad, dichos precios serán fijados a partir de la paridad de importación en los terminales de Ancap en Montevideo y en los del interior. En la medida en que este sistema logre, en magnitud y tiempo, adaptarse a las fluctuaciones del mercado lo más cerca y simultáneo posible, se habrá logrado el objetivo de avanzar en eliminar con el divorcio de hoy en día, entre los precios de mercado y las tarifas.

En la nueva modalidad, el operador Ancap tiene dos tipos de variables a gestionar: aquellas que están bajo su control y las que no lo están. Entre estas últimos, las tres más relevantes son: el tipo de cambio, el precio del crudo y el margen bruto de refinación (precio de mercado del paquete de productos, menos el precio del crudo que los generó).

Para mejor percibir la diferencia entre el viejo sistema de tarifas y el nuevo de paridad con el mercado, hay que tener en cuenta que en el antiguo se corregían a posteriori las diferencias que la realidad mostró, mientras que, en este último, se trata de “surfear” las oscilaciones del mercado lo más cerca posible en tiempo y magnitud, que es lo que necesitan las empresas para competir, fundamentalmente en la exportación.

En lo que tiene que ver con el riesgo del tipo de cambio, ya existen en plaza instrumentos de cobertura que usan las empresas locales para operar en un país de economía abierta y con dos monedas, por lo que no entraremos a considerarlas. Sí trataremos, los otros riesgos a gestionar: el precio del crudo y el margen bruto de refinación.

La forma clásica que los refinadores independientes utilizan para proteger la capacidad de reemplazo del stock de crudo que deben mantener, por razones operativas y de seguridad de suministro, es la cobertura. La cobertura clásica se realiza mediante los “derivados” de los crudos marcadores WTI o BRENT en los mercados de commodities, New York Merchantile Exchange (NYMEX) en Nueva York o el Intercontinental Exchange en Londres. Los derivados “contratos de futuro” y “opciones de compra” y “opciones de venta” tienen como valores subyacentes, la cotización en esos mercados de los crudos marcadores mencionados.

Para gestionar el riesgo del margen bruto de refinación, también se encuentran en el NYMEX o en el ICE, instrumentos para hacer las coberturas como, por ejemplo, los crack spread, 3:2:1 o 5:3:2, cuyos números expresan las partes de crudo, gasolinas y destilados medios, en el orden correspondiente.

Si bien los riesgos del tipo de cambio y el de poder recomprar el volumen de materia prima consumida son obvios y conocidos, no lo es el del “margen bruto de refinación”. Este último se genera porque los fundamentos que gobiernan las variaciones de ambos no siempre coinciden y sus discordancias pueden provocar pérdidas considerables a un refinador independiente como Ancap. La prueba de la importancia de este riesgo no es otra que la existencia de los mecanismos de cobertura en los mercados más importantes de la industria.

Como cada refinador y su mercado tienen características propias, cada uno debe definir una estrategia adecuada para el uso de estas herramientas de cobertura de riesgos y así concretar con éxito, el ejercicio de refinar a precios competitivos y siguiendo las fluctuaciones del mercado.

Esto es solo un ejemplo del cambio de escenario que requiere la adaptación de Ancap a nuevas condiciones de eficiencia y gestión en el mercado regional; lo que necesariamente debe complementarse en cambios que permitan una mayor competitividad en el resto de la cadena hasta el suministro a los consumidores finales.

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