El 1 de febrero, Trump anunció un aranceles del 25% sobre importaciones mexicanas y canadienses, y del 10% sobre las chinas, con la excepción de los recursos energéticos canadienses, gravados con un 10%. Días después, suspendió por 30 días las medidas hacia a México y Canadá, tras negociaciones en las que ambos países se comprometieron a reforzar sus controles fronterizos. Poco después, Trump anunció un arancel del 25% sobre el acero y el aluminio, anticipando además la implementación de aranceles recíprocos contra otros socios comerciales, como la Unión Europea y Brasil, que ya ha manifestado su rechazo. Estas medidas tienen un fuerte componente político y parecen estar siendo utilizadas como herramientas de presión en negociaciones estratégicas. Sin embargo, en el caso de China, este enfoque implica un mayor riesgo, ya que la potencia asiática difícilmente cederá y ya aplicado aranceles de represalia a EE.UU.
Los mercados han reaccionado con volatilidad a cada uno de estos anuncios. Las bolsas registraron caídas ante un escenario impredecible, el dólar experimentó fluctuaciones abruptas y las principales monedas también
Estados Unidos es un socio comercial clave para Uruguay, pero el retorno del proteccionismo podría generar nuevas barreras y obligar al país a replantear su estrategia de inserción internacional. En este contexto, es crucial analizar la relación comercial bilateral.
Relación comercial
Estados Unidos se ha consolidado como un socio comercial relevante para Uruguay, ubicándose entre sus principales destinos de exportación. En 2024, las exportaciones uruguayas a EE.UU. alcanzaron los US$ 959 millones (según cifras del BCU), lo que representó un crecimiento del 25% en términos reales respecto al año anterior.
En términos de composición, la carne vacuna, incluyendo despojos y comestibles, es el principal producto exportado, representando el 61% del total, beneficiándose del acceso preferencial al mercado estadounidense bajo cuotas específicas que permiten a Uruguay competir con otros proveedores globales. Le siguen en importancia la celulosa, madera, carbón vegetal y otras manufacturas de madera con un 9%, las preparaciones de carne, pescado o crustáceos con un 7%, las grasas y aceites animales o vegetales con un 6%, la leche y productos lácteos con un 3%, las frutas y frutos comestibles con un 3% y el resto de los productos con un 7%.
La participación de EE.UU. en las exportaciones uruguayas ha variado con el tiempo, pasando del 20% en 2004-2005 a estabilizarse en torno al 6% en la última década. En 2024, las exportaciones alcanzaron niveles no vistos desde 2007, reflejando una recuperación sostenida.
Si bien EE.UU. sigue siendo un destino clave para ciertos sectores, Uruguay ha diversificado sus mercados en los últimos años, destacándose en 2024 Brasil con el 21% del total exportado, seguido por China con el 16%, Argentina con el 6% y Estados Unidos con el 9%.
Por el lado de las importaciones, EE.UU. es un proveedor relevante de bienes de capital, tecnología y productos farmacéuticos, consolidándose como una fuente clave de insumos para diversas industrias uruguayas.
Impacto
Si bien Uruguay no ha sido un objetivo directo de estas medidas, sus efectos podrían manifestarse de forma indirecta. En primer lugar, una posible reducción de la demanda externa, ya que una desaceleración de la economía estadounidense, impulsada por el encarecimiento de importaciones y represalias comerciales, afectaría las exportaciones uruguayas, especialmente de carne y celulosa. En segundo lugar, una distorsión en los flujos comerciales globales, donde las restricciones a China podrían desviar el comercio, generando tanto oportunidades como mayor competencia para Uruguay. Finalmente, una mayor volatilidad en los mercados financieros y de materias primas, ya que las medidas de Trump podrían impactar los precios de productos clave como la carne y la soja.
El impacto de estas medidas será desigual en la región, los efectos varían en función de la estructura comercial de cada país. México, cuyo 80% de las exportaciones se dirigen a EE.UU., es particularmente vulnerable a estas medidas. Brasil, en tanto, enfrenta un panorama también adverso, primero porque es un exportador de acero y segundo por su pertenencia a los BRICS lo convierte en un posible objetivo de la guerra comercial de Trump y por . A su vez, su fragilidad macroeconómica, con problemas fiscales y una moneda depreciada, podría erosionar aún más su competitividad en los mercados internacionales. Argentina, en contraste, podría beneficiarse de estas tensiones debido a la afinidad ideológica entre Javier Milei y Trump, a pesar de sus posturas contradictorias en materia de proteccionismo. En el actual contexto de negociaciones con el FMI y con el interés expresado por Milei en alcanzar un tratado de libre comercio con EE.UU., el país se posiciona de manera diferenciada respecto a Brasil, lo que podría generar ventajas en términos de relaciones bilaterales y acceso a mercados.
En este escenario, Uruguay se encuentra en una posición intermedia. Aunque no es un actor directo en la disputa comercial, cualquier cambio en las relaciones entre Argentina, Brasil y EE.UU. impacta en su economía. Las decisiones que tomen sus socios del Mercosur pueden condicionar su acceso a mercados y su posicionamiento en la región.
Estrategia local
En un contexto internacional marcado por el resurgimiento del proteccionismo y la creciente incertidumbre en los mercados, Uruguay debe evaluar alternativas que le permitan reducir su vulnerabilidad y fortalecer su posicionamiento en el comercio global.
Uno de los principales desafíos radica en la diversificación de mercados. Si bien Estados Unidos es un socio comercial relevante, no es el único ni el mayor. En este sentido, Uruguay ha buscado consolidar su presencia en mercados estratégicos como China, Brasil y la Unión Europea, al tiempo que explora nuevas oportunidades de acceso preferencial a través de acuerdos comerciales.
La profundización de acuerdos comerciales es otro eje clave en esta estrategia. El país ha apostado por una mayor apertura con iniciativas como el acuerdo Mercosur-Unión Europea, que, de implementarse, permitiría un acceso más amplio y competitivo al mercado europeo. Asimismo, su postulación al Cptpp (Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico) representa una oportunidad para expandir su inserción en Asia-Pacífico, accediendo a economías en crecimiento con una demanda creciente de productos agroindustriales y alimentos. Estas iniciativas no solo diversifican los destinos comerciales, sino que también pueden otorgar mayor estabilidad en un escenario global más proteccionista.
A nivel interno, Uruguay debe fortalecer su competitividad, asegurando que sus productos cumplan con los estándares exigidos en los mercados internacionales. La inversión en certificaciones, logística e innovación tecnológica es clave para sostener su posición como proveedor confiable y diferenciado en un entorno cada vez más exigente.
Por último, mantener una estrategia diplomática equilibrada será fundamental. Con Argentina buscando un acercamiento con EE.UU. y Brasil en una posición más vulnerable.
(*) Sofía Harguindeguy. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay