Un local de objetos antiguos que su dueño iba a cerrar hasta que una vecina tuvo una iniciativa que lo revivió

Ruben tiene desde libros usados hasta una colección de sacapuntas antiguos que hoy comercializa en un local de la calle Uruguay. Casi cierra, pero una vecina le creó cuenta en Instagram y todo cambió.

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Ruben Guevara y uno de sus sacapuntas.
Foto: Estefanía Leal.

Esta es la historia de dos personas que debían encontrarse para torcer una decisión. Hacía cinco años que Ruben Guevara (80 años) había abierto su local de la Avenida Uruguay buscando vender todas esas cosas que desde siempre había llevado con su carrito a la Feria de Tristán Narvaja. Pero no le estaba yendo muy bien; tenía decidido vender. Fue en ese momento que apareció Analía Gaona (30), su vecina del edificio de al lado, y le hizo una propuesta que, según palabras del propio Ruben, lo revivió.

“No le daban ganas de nada, ni de barrer. Ya estaba como entregado y estaba viendo si vendía el local”, cuenta Analía a Domingo. Se refiere al lugar en el que Ruben comercializa todo tipo de cosas, desde libros usados hasta objetos antiguos que compra por ahí o le vienen a ofrecer.

Ese tipo de lugares a los que a Analía le gusta entrar a curiosear. Por eso, cuando hace dos años se mudó a su nueva casa, fue inevitable que entrara al local de su vecino.

“Como trabajo en marketing digital y diseño gráfico, empecé a ir a buscar imágenes o cosas que él tenía interesantes para generar trabajos a partir de ahí, del material que él tenía”, señala.

Fue así que un día le dijo: “Ruben, vos tenés acá pila de tesoros que personas con intereses parecidos a los míos se gozarían. Necesitás más difusión, ¿te molestaría si armamos un Instagram?”

“Vos hacé lo que quieras, Analía”, fue su respuesta.

Hacía un tiempo otro vecino había querido ayudarlo intentando hacer ventas por Marketplace, pero no dio resultado y eso hizo que Ruben no empezara teniendo mucha fe.

“Al principio no entendía mucho la plataforma, de qué iba Instagram”, recuerda Analía, responsable de elegir el nombre Tesoros de Ruben.

El coleccionista finalmente confió y enseguida concretaron cuatro ventas que lo transformaron totalmente. Su vecina le sugirió invertir en publicidad y así se fueron acumulando seguidores.

“Nos compró hasta una mujer de Río Negro, que le mandamos el paquete. Él copado y yo también porque lo estoy ayudando y es súper reconfortante porque estaba medio caiducho”, dice Analía, administradora de la cuenta @tesoros_de_ruben.

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Tesoros de Ruben.
Foto: Estefanía Leal.

Ya son muchos los que les escriben por Instagram. Incluso una fotógrafa de modas se comunicó con ellos porque está interesada en hacer algunas tomas del local que incluyan a Ruben.

“Vos hacé lo que quieras acá, Analía”, volvió a ser la respuesta del dueño, ahora más convencido.

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Analía Gaona.

El origen

Ruben quería ser piloto, así que a los 16 años ingresó en la Fuerza Aérea. “Hacés tres años y en el cuarto definen si volás o no. Y yo no tenía capacidad para volar, entonces me ponían de navegante y a mí no me interesaba; yo quería volar”, cuenta Ruben a Domingo.

Se pasó para la Escuela Militar y, cuando le faltaban tres meses para recibirse de alférez, pidió la baja y se fue a trabajar como administrativo al Liceo número 22 de La Teja. Allí empezó a destacar por la formación que tenía, sobre todo por sus conocimientos de historia.

“Yo era de la tanda de 1963-1968 de la Escuela Militar y en esa época no te enseñaban muchas cuestiones humanísticas. Ya estaba cerca la sombra de la dictadura, entonces salías muy preparado en algunos temas, pero en otros habías vivido como en un sueño. No tenías idea de lo que era el Parlamento, la izquierda menos”, recuerda.

Pero de historia sabía, así que aceptó dar una mano con las clases cuando se lo propuso la directora del liceo.

Así estuvo hasta que empezó a trabajar para una empresa en la que su tarea era salir a vender todo lo que era nylon por el interior del país. Fue en ese momento que adquirió la costumbre de comprar todo tipo de objetos por placer.

Cachivachero que veía afuera, cachivachero al que me metía”, asegura. “De esos viajes ya casi no me queda nada”, agrega mientras hace una rápida recorrida del local con su mirada.

Acopiar objetos fue su actividad durante más de 20 años, lo que le permitió hacerse de muchas piezas que cada fin de semana llevaba a Tristán Narvaja. Luego las guardaba en un depósito, hasta que resolvió adquirir el local de Avenida Uruguay 1572, esquina Carlos Roxlo.

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Tesoros de Ruben.
Foto: Estefanía Leal.

Hoy sigue comprando cosas por ahí, pero también les llevan muchas al local, ya sea vecinos o amigos que le han quedado de la vida. En tal sentido, destaca que Tesoros de Ruben no solo es un espacio al que ir a abastecerse de objetos, es también un lugar de charla y esto último es muy valorado por su dueño.

“Viene a charlar gente en cantidad. Los clientes se van haciendo amigos y vuelven. Ponele que de tres veces que vienen, me compran una vez, pero no importa”, comenta sobre un público que por lo general está entre los 40 y los 50 años de edad.

A ellos se suman los estudiantes de la Facultad de Humanidades, que está a un par de cuadras de allí.

“Tengo muchísimos chiquilines que vienen, se sientan en el piso y charlamos. Incluso crearon una revista estudiantil y la primera nota la hicieron acá porque les gusta esto. Pasa que como estuve 10 años en Secundaria, sé relacionarme con los muchachos jóvenes”, acota y confiesa que les tiene que hacer precio o fiar porque “siempre andan pelados”.

Y él está al firme, de lunes a sábados prácticamente todo el día. Si está cerrado, que luego de determinada hora es por seguridad —“el barrio está horrible, horrible”, se lamenta— invita a que golpeen la puerta, que seguramente esté dentro arreglando o trabajando en algún objeto. “A veces me quedo en el local, sino me voy para mi casa en Parque Rodó”, apunta.

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Tesoros de Ruben.
Foto: Estefanía Leal.

Para Ruben, este emprendimiento es una forma de terminar la vida relacionándose con la gente. “No estar hablando de enfermedades o remedios. Odio a los médicos”, dice quien hace 10 años superó un infarto y desde entonces solo toma el medicamento que le recetaron en aquella oportunidad.

Por eso valora mucho lo que Analía hizo por él y el cambio se nota.

“Tiene más arreglado el local, se preocupa por exhibir las cosas, por clasificar los libros”, destaca su vecina. “Es un capo Ruben”, añade y enseguida pide a Domingo que le deje pasar un mensaje: “Muchos hoy tenemos conocimientos a nivel de redes sociales como usuarios que somos y son una herramienta que podemos usar para ayudar a otras personas. No nos requiere mucho tiempo, ni nos cuesta mucho”.

Así hizo ella con Ruben y transformó por completo su perspectiva. Ya no habla de vender, al contrario, asegura que ese local es su vida y que lo que hace allí se transformó en lo que es.

“Pienso seguirlo haciendo hasta que muera”, remata convencido.

Lo que se encuentra

Sacapuntas y un carné hitleriano de rápida venta

Ruben es amante de los libros, sobre todos los bélicos y si son de la Segunda Guerra Mundial mejor. Tiene varios de ellos, otros se los ha vendido a ex compañeros de la Escuela Militar. De todas formas, reconoce que los libros es lo que menos atrae de Tesoros de Ruben; lo que más busca la gente son objetos antiguos y los artículos bélicos se roban la atención.

“Hace poco conseguí una condecoración alemana y también un carné de afiliación a las juventudes hitlerianas. Lo puse en la vidriera y lo vendí en $ 5.000 en 10 minutos. Capaz que si pedía más, me lo pagaban”, relata.

Asegura que era auténtico porque advierte que hay mucha reproducción, sobre todo en Argentina. “Ellos hacen cualquier cosa”, señala.

En cuanto a lo que actualmente guarda en su local, se enorgullece de una vieja colección de sacapuntas que le compró a un conocido. “Tenía tres veces más, los fui vendiendo”, comenta sobre sacapuntas con forma de viejas cajas registradoras, relojes de pared o un piano, entre otros diseños.

Le muestra a Domingo un cuadrito redondo con la imagen de María Antonieta y dice: “Esto es francés y bastante importante. Lo desarmé porque me parecía que no era una postal recortada. Es una lámina de marfil y está pintada a mano. Se lo compré a un compañero”. Si les interesó, se pueden comunicar al 094 400449 y hablar con Ruben.

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Colección de sacapuntas de Ruben Guevara.
Foto: Estefanía Leal.
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Cuadrito de María Antonieta de "Tesoros de Ruben".

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