En 2006 se viralizó un video en el que una mujer de Montana —Carolyn Scott— bailaba la canción You’re the one that I want, de la película Grease, junto a su perro Rookie en un evento. En 2012, en la edición británica del reality Got Talent, el jurado Simon Cowell fue sorprendido por la coreografía de otra mujer con su perro mestizo de color blanco. Dos ejemplos muy mediáticos de una disciplina que habría comenzado a finales de los años 80 y que hasta el momento en Uruguay tiene una sola dupla que la practica. Hablamos del dog dancing.
“Siempre fue un deporte que me llamó mucho la atención”, cuenta Mili Darriulat (24 años) a Domingo. Dice que su vínculo con los perros comenzó desde que tiene memoria. “Tengo fotos de bebé, mirando perros. Siempre tuve una relación muy íntima con ellos”, acota a la hora de explicar por qué terminó queriendo aprender a bailar con Kiba, su perro australian shepherd que hoy tiene 4 años.
En realidad el dog dancing vino después, antes aparecieron otras actividades con los canes que ella también atribuye a una herencia familiar.
“Mi abuela mostró perros en exposiciones, las primas de mi madre también y compitieron en agility por mucho tiempo. No es algo que haya salido de la nada”, asegura al referirse, por ejemplo, al deporte canino que consiste en ir superando obstáculos en el menor tiempo posible y con menos penalizaciones.
Un día fue a una exposición, uno de los handler —encargado de presentar el perro en pista— estaba necesitando ayuda y ella se ofreció a dar una mano. “Ahí me entusiasmé”, recuerda.
Pero todavía era muy chica para moverse en un ambiente de adultos. “Mi familia optó por preservar mi niñez un poco más antes de meterme en un ambiente tan competitivo. No era el ideal para un niño”, explica.
Ni bien pudo tomar decisiones por sí misma, lo primero que hizo fue acercarse al Kennel Club Uruguayo (KCU) y con el tiempo terminó integrando la Comisión de Exposiciones. “En un momento estuve como secretaria de pistas, así que he hecho de todo”, acota orgullosa.
Comenzó con las exposiciones en 2019 y con el agility en 2022. Hoy es la secretaria de la Comisión de Agility y representante de Uruguay ante la FCI (Federación Cinológica Internacional) Youth —la sección joven— y ante la FCI Dog Dancing.
Danza con perros
Mili cuenta que sus primeros contactos con el dog dancing fueron a través de películas, donde veía que se hacían rutinas muy sencillas. “Siendo niña y estando metida en el ambiente de los perros, la verdad que me fascinaba”, confiesa a Domingo.
El problema era que en Uruguay no había quien lo practicara ni quién lo enseñara, por lo que resolvió cruzar el charco e ir a formarse a una escuela de Argentina, donde esta práctica está muy desarrollada.
“Me enseñaron básicamente todo lo que es el deporte y ahí fue que arranqué”, dice.
Mili explica que el dog dancing “es un deporte canino caracterizado por armar una secuencia de habilidades con una música de fondo. El objetivo es que el perro sea el centro de todo, pero tradicionalmente también se agregan elementos, como objetos con los que puede interactuar”.
El deporte se divide en dos categorías: el Heelwork to Music (HTM) y el Freestyle. El primero se enfoca en la precisión y la coordinación del perro al estar muy cerca de su guía, manteniendo posiciones específicas en relación con sus pies. En tanto el segundo se centra más en la creatividad, la diversión y la expresión artística, permitiendo una mayor libertad en los movimientos y la interacción entre el perro y el humano.
Hay que tener presente que quien acompaña al perro también tiene que bailar. “Para mí es muy difícil”, confiesa Mili sobre la coreografía en la que todo debe estar muy cuidado porque se evalúa hasta el más mínimo detalle.
La entrenadora aclara que es una actividad progresiva dado que requiere de mucho conocimiento de las habilidades caninas y también de las características de las canciones (métricas, tiempos, etc.). “No es que uno se pueda poner a hacer dog dancing de un día para el otro”, apunta.
Además, y no es nada menor, hay que tener presente la “variable perro”. “Cuando incluís un animal en la ecuación, no tenés mucha forma de predecir la velocidad a la que va a hacer las cosas. En un ambiente de competencia el perro puede estar más apagado, lo hace un poco más lento o se pone nervioso. A los perros también les afecta el entorno”, señala.
Mili cuenta que Kiba disfruta más de hacer dog dancing que de otros deportes. “De chico yo le trabajé todo el tema de las habilidades caninas y para mí eso determina mucho”, acota.
La experta asegura que cualquier raza puede hacer dog dancing. Lo que puede suceder es que algunos perros se muestren más motivados que otros, pero nunca está todo dicho. Lo que no se puede es obligar al animal.
“Si no le interesa trabajar contigo, por más que te esfuerces no vas a lograr nada, te vas a frustrar y se va a frustrar el perro. Básicamente vas a arruinar la relación con él”, asegura.
En favor del dog dancing se puede decir que hay muchas cosas que se pueden trabajar desde el día uno, cosa que no sucede con el agility, que necesita que el perro tenga determinada edad.
“Al ser un deporte de alto impacto, hay que cuidar las articulaciones”, explica. El dog dancing, en tanto, es apto para cualquier animal aunque tenga problemas físicos.
Otra ventaja es que es un deporte que se puede practicar en cualquier lugar, en el sentido de que no necesita de instalaciones especiales. “Podés hacerlo en tu casa, podés hacerlo en un parque... podés hacerlo dónde sea. Eso lo vuelve un deporte más accesible para el público en general”, sostiene.
El objetivo más inmediato de Mili es retomar este deporte en 2026 y volver a competir en Argentina, donde su experiencia fue muy buena.
“Fuimos la única dupla uruguaya que se presentó y la primera en competir a nivel FCI en Argentina” , apunta sobre el evento de Sicalam (Sociedad de Intercambio de la Canofilia Latinoamericana) de 2023 en el que participó en la categoría predancing. “Es una categoría que te permite ingresar con comida a pista, pero no podés premiar al perro mientras estás compitiendo”, explica.
A más largo plazo le gustaría lograr que el dog dancing se desarrolle en el Uruguay, no solo por tratarse de una actividad “súper sana”, sino también porque eso le permitiría poder competir en su país sin tener que someter a su perro al estrés de los viajes.
Experta en demandada técnica de peluquería
Mili trabaja como promotora en una empresa de importación de alimentos. Por su cuenta realiza adiestramiento de perros y compite en agility con su perro Kiba, un pastor australiano.
También ofrece servicios de peluquería en la modalidad stripping, que es una técnica que no realiza mucha gente en Uruguay y que es demandada por los Jack Russell, una raza que está muy de moda. “Es una técnica para perros de pelo duro. Se les retira el pelo muerto con una pequeña navaja o incluso con los dedos, con el objetivo de mantener la textura original del manto y dar paso al pelo nuevo. Sino el pelo muerto queda, obstruye la salida de otros, y pierde color y brillo”, explica sobre este procedimiento.
Cuenta que tiene amigos criadores a los que ha ido a ayudar a sus casas con el tema peluquería. También hay extranjeros que le acercan especialmente sus canes porque saben de su habilidad con esta técnica. “El año pasado tuve la oportunidad de viajar a Argentina y estar un tiempo trabajando con un handler en lo que es peluquería, mantenimiento de los perros y demás. Son un montón de oportunidades que se te van dando”, destaca.
Hoy Mili es la secretaria de la Comisión de Agility del Kennel Club Uruguayo, representante uruguaya ante la FCI Youth y ante la FCI Dog Dancing.