Los abuelos de Adrián Landarte tenían perros pointer y fue de las cosas que lo llevaron a tener perros toda su vida. A los 17 años se compró su primer perro de pedigrí, lo invitaron a exposiciones, comenzó a participar, se involucró, y luego de varios años terminó como juez y criador. Actualmente es el presidente del Kennel Club Uruguayo (KCU) y presidente de las Américas y el Caribe de los clubes de la Federación Cinológica Internacional (FCI).
Paola Ormando siempre tuvo perros. Con su familia empezó criando mastines napolitanos, se acercó al KCU y nunca más se fue. Ahora ayuda en todo lo que haga falta y es la responsable de los eventos del club.
El primer perro de Isidro Solé fue una cruza extraña de bóxer y caniche estándar. Con el tiempo se interesó por la raza caniche, compró su primer ejemplar y fue a una exposición del KCU. Lo atrapó y también compró malteces. Pero crió poco porque siempre le gustó más la parte organizativa, lo que lo llevó a integrar varias directivas. Hoy es el secretario del KCU.
Tres ejemplos de integrantes de una institución para la que todos trabajan en forma totalmente honoraria y que coinciden en definir como “una gran familia al final del día”. Son cerca de 400 socios, de los cuales unos 100 participan en forma activa. “Somos un poco los mismos y nos conocemos”, apunta Paola.
“Kennel es como ‘club de criadores’; en todos lados se llama así. The Kennel Club, en el Reino Unido, fue el primero. Después todos somos Kennel, salvo en Brasil y Argentina que tienen otro nombre porque es una especie de federación”, explica Isidro.
¿Pero cómo se definen? “Nuestro objetivo es la crianza de perros de pedigrí y el mejoramiento de las razas, su mantenimiento y bienestar, y todo lo que tiene que ver con la cría responsable”, señala Adrián.
Eso entra dentro de lo que se denomina cinología que, más allá de la pasión por los perros y por las razas caninas en particular, implica conocimientos sobre el comportamiento, la cría selectiva, y el cuidado y bienestar de las diferentes razas, a menudo con la meta de preservarlas o destacarlas en exposiciones.
De todo eso, y quizás un poco más —como veremos—, se ocupa el KCU desde su fundación, el 23 de junio de 1938. Para ello se organiza en una serie de comisiones que abordan temas que van desde la cría de un perro, pasando por campañas de concientización de tenencia responsable, hasta cursos de capacitación para criadores o jueces.
Bajo la égida de la FCI y fundador de Sicalam
La Fédération Cynologique Internationale (FCI), con sede en Bélgica, es la única entidad autorizada a llevar y emitir Registros Genealógicos (pedigríes) con reconocimiento internacional.
Es la asociación de criadores de perros más grande del mundo, nucleando a más de 100 países de todos los continentes. Destina muchos fondos a la investigación.
Tiene una Comisión Científica y una Comisión de Estándares ante las cuales el KCU hizo todos los trámites para el reconocimiento del Cimarrón Uruguayo como la única raza canina autóctona del Uruguay.
El KCU también es miembro fundador de Sicalam (Sociedad de Intercambio de la Canofilia Latinoamericana), cuyo evento 2026 se realizará en Punta del Este.
Saber criar
Uno de los servicios que presta el KCU es asesorar a quienes quieren tener una mascota y no saben cuál es el perro más adecuado para su vida. Teniendo presentes las características del hogar y la familia con la que va a vivir el animal, se sugieren posibles razas y, cuando los interesados se deciden, se los pone en contacto con un criador.
“Hay personas que se dedican a producir perros y no a criarlos con responsabilidad. Por eso nosotros tenemos una cantidad de limitaciones en los reglamentos de cría que tienen que ver con proteger a las hembras para que no se crucen en todos los celos, las edades autorizadas para cruzar, cuántas veces se puede hacer, el tema de las consanguinidades, no aceptar exageraciones”, explica Adrián sobre lo que tienen en cuenta a la hora de controlar a los criaderos registrados en el KCU.
¿Qué vendría a ser una exageración? Por ejemplo, en un perro bulldog, que tenga mucha cantidad de arrugas en la cara que le produzca problemas en los ojos o que le impida respirar bien.
“No todos los perros son para todas las personas ni para todas las familias”, advierte el presidente del KCU. “Nosotros luchamos bastante contra las modas de perros y tenemos la prohibición para nuestros criadores de vender en pet shops porque no queremos que la gente elija de una vidriera, sino que queremos que compre conscientemente a un miembro de la familia con el que va a vivir unos 15 años y que sepa qué perro se va a llevar”, agrega.
Dentro de esa inspección que realizan, se contempla hacer análisis de ADN si es necesario. “Legalmente no hay prohibición para cruzar en Uruguay, pero al momento que crían bajo nuestra tutela se están acoplando a nuestro reglamento y a las pautas que se manejan internacionalmente desde la FCI”, detalla Paola. “Hemos expulsado a gente del Kennel por no seguirlas”, apunta Isidro.
Adrián completa señalando que el KCU siempre registra a los perros con tatuaje y microchip. “Mucho antes de que fuera obligación por ley”, acota.
Educar al can
“Está muy claro que el perro hoy en la sociedad y en el mundo ocupa un lugar muy prestigioso como soporte psicológico del humano”, destaca Favio Pinto, criador de la raza pastor belga y miembro de la Comisión de Trabajo y Obediencia del KCU. En tal sentido, rescata lo que se hace desde esta comisión para cuidar la salud mental del perro, unirlo con la familia y llevar eso a un deporte.
El KCU realiza lo que se llama el test de socialización del perro, conocido como BH por sus siglas en alemán. El mismo comprende dos etapas.
La primera es de obediencia básica y sirve para mostrar que el dueño tiene control sobre su mascota. “Puedo hacer que el perro haga un efecto túnel conmigo y empiece a obviar los estímulos ambientales, como los ruidos, que haya gente, que haya gente con otros perros…”, explica Favio. Si aprueba, pasa a la segunda fase, llamada de tránsito, que consiste en unos cinco o seis ejercicios de obediencia ciudadana.
Con esto se va viendo el carácter del perro, que no se debe confundir con el temperamento. “El carácter es lo que nosotros formamos, lo que vamos a dar de experiencias en su ADN, que es el temperamento”, señala el adiestrador. “Lo que vamos a demostrar con esto es que los perros afines al KCU son realmente equilibrados y le damos confianza a mucha gente que especula con que los perros son violentos”, añade sobre un test que se toma cada mes o mes y medio.
El BH es necesario para que los perros puedan practicar deportes alternativos, deportes que el KCU está buscando fomentar y para lo cual ha creado una comisión que se estaba integrando por estos días.
Entre los deportes que tiene intenciones desarrollar están el disc dog (pruebas con un disco), el mushing (carrera de trineos o de carros tirados por perros), el canicroos (salir a correr con el perro), el bikejoring (salir a correr con el perro con bicicleta de montaña) y el scooter (con monopatín gigante).
Una modalidad que también se está buscando impulsar es el dog dancing. “Es un deporte que se caracteriza por armar una secuencia de habilidades con una música de fondo. El objetivo es que el perro sea el centro de todo, pero tradicionalmente también se agregan elementos de fondo, objetos con los que puede interactuar el animal”, explica a grandes rasgos Mili Darriulat, hasta el momento la única uruguaya que compite en la especialidad junto a su perro Kiba, un australian shepherd.
Rescatistas
El test de BH no solo prepara al perro para actividades lúdicas o deportivas, sino que también puede ser la base para transformarlo en experto en Búsqueda y Rescate, nombre de otra de las comisiones del KCU.
“El perro ideal para esto es el que tiene muchas ganas de jugar, el muy interactivo. Esos perros que rompen la casa, que destrozan todo, que no los podés parar… esos son los que sirven porque canalizan la energía en un juego. Pueden ser de cualquier raza y si no tiene raza es lo mismo”, detalla Eduardo Silva, presidente de esta comisión y uno de los primeros en tomar el curso en el Uruguay (en 2014).
Pero para poder llevar adelante la tarea necesitan ser certificados y, en tal sentido, hay dos organizaciones ante las que se puede rendir examen: la IRO (Organización Internacional de Perros de Búsqueda y Rescate) y la FCI, a la que pertenece el KCU.
“Como teníamos que viajar para poder certificar, hablamos con el KCU y armamos la comisión para poder hacerlo en Uruguay. Está activa hace dos años y ya lleva dos certificaciones que tienen validez internacional”, señala Eduardo sobre las dos etapas que el can debe superar: una prueba de obediencia y destreza para probar que el guía tiene control y manejo del perro, y la búsqueda en sí misma.
“No hay nada legal en Uruguay que le dé validez en este momento, pero pensamos que el camino es este, certificar a los perros con jueces internacionales”, sostiene el entrenador y destaca el trabajo que hizo en Uruguay el argentino Juan Lombardi, único juez en Latinoamérica y participante con su perro Lupo de las tareas de rescate en el atentado de la AMIA.
Eduardo pertenece al grupo K-Sar Uruguay, que funciona desde 2014 y ya lleva más de 20 operativos de rescate en el territorio.
La primera perra certificada del entrenador —en Argentina, en 2016— fue una pitbull, participante de muchas de las búsquedas mencionadas.
El rescatista destaca que esta actividad viene creciendo mucho en el país. La Guardia Republicana, por ejemplo, cuenta con unos tres o cuatro perros que han recibido tanto certificaciones nacionales como internacionales, y el Ejército también dispone de un ejemplar que va a ir al Mundial.
Lo que Eduardo lamenta es que no haya un curso local que forme como guía. “Hubo en su momento, ahora se da algún seminario. Entonces lo que hacemos en el KCU es tratar de abrir puertas para que se empiecen a acercar y no les tengan miedo a las certificaciones”, indica, ya que sostiene que hay temor a ser evaluado cuando debería ser obligatorio. “Le estás dando una esperanza de vida a una persona, no podés estar a la bartola”, remarca.
Exposiciones: Termómetro de lo que se cría
“Cuando sos perrero, sos perrero. No solamente te agradan los perros que tienen raza, sino que te agradan y te motivan todos los perros”, asegura Carmen Romero (68 años), criadora, expositora y jueza internacional de todas las razas.
Entró a este mundo con 9 años, cuando mostró en una exposición el bóxer de su hermano mayor. “Quedé prendada con mi primera raza, que fue un gran danés”, cuenta quien hoy se caracteriza por criar los conocidos como “perros de la reina Isabel” (welsh corgi Pembroke y welsh corgi Cardigan).
Carmen es habitual de las exposiciones que organiza el KCU, además de integrar su directiva. Vive en Sauce (Canelones). El día previo lleva a sus perros a la peluquería y el día de la competencia se levanta a las 5 de la mañana; carga su autito con mesa, corrales y perros, y llega a eso de las 8 para un evento que comenzará a las 10 y se extenderá hasta las 6 de la tarde o más.
“No hay un perro perfecto”, aclara. Se busca el que más se acerque a los estándares internacionales de Estructura y Belleza según diez grupos (ver recuadro). La estructura refiere a cómo es la cabeza, cómo debe ser el torso o sus aplomos, si tiene cola, cómo la lleva, cómo se mueve, el pelo… En tanto la belleza busca al ejemplar más parecido al estándar de la raza.
Usualmente se hacen dos exposiciones generales juzgadas por jueces all rounder (todas las razas) y se pueden hacer limitadas con jueces especializados en determinados grupos. Los ganadores se llevan trofeos y el regalo de algún sponsor (por ejemplo, comida para perros).
Por lo general, hay una exposición por mes. La próxima está marcada para el 25 de octubre y será en la Plaza de Toros de Colonia del Sacramento, con carácter internacional. El día previo habrá competencia de grooming.
“Para mí, el juez y la exposición es como un termómetro de lo que tú estás criando, te marca si lo estás haciendo bien”, señala Carmen. “Pero también hay otro motivo para participar que es que te saca la cabeza de repente de cosas que puedan preocuparte. Es una actividad que es mucho más que un hobby”, subraya y agrega convencida que dedicarse a los perros “es difícil de explicar, pero se convierte en tu forma de vida”.
Deportistas
Antes que los deportes alternativos mencionados por Favio Pinto, está el deporte tradicional que se practica con los perros y que recibe el nombre de agility. “Consiste en que el animal sortee diferentes obstáculos, como saltos, túneles, rampas, un slalom donde hace zigzag… Son siempre los mismos, lo que va variando es el circuito”, indica Álvaro Martín, presidente de la Comisión de Agility del KCU, quien es juez, da clases y organiza las competencias.
El circuito es por tiempo; el que lo haga más rápido y sin penalizaciones, gana.
“Lo bueno e interesante de este deporte y por lo que crece a nivel mundial, es porque es un deporte que lo practican los perritos con sus dueños, entonces se fortalece mucho el vínculo”, destaca Álvaro. “Es adaptable para cualquier tipo de persona con cualquier tipo de capacidad física, inclusive personas con discapacidad. Además es para cualquier tipo de perro, no se necesita una raza específica; para todas las edades y todos los tamaños”, sostiene.
La Comisión de Agility se encarga de darle un formato regulatorio al deporte ante la FCI y de organizar competencias cada mes o mes y medio. La frecuencia varía porque se adapta al calendario de las duplas que participan de competencias en el exterior, como sudamericanos o mundiales, que por suerte son muchas.
“Tenemos un buen nivel y la gente está intentando viajar bastante. En abril fuimos al Sudamericano de Chile y por primera vez Uruguay consiguió podios. Tuvimos un campeón individual y un subcampeón, campeones por equipo en la categoría Intermedio y vicecampeones en la categoría Medianos”, cuenta orgulloso y aclara que las categorías responden al tamaño del can: Small, Medium, Intermedio y Large.
Además se participó del Abierto de Europa y, en este momento, Álvaro se encuentra con su pareja compitiendo en el Mundial de Suecia, cada uno con una perra border collie.
Actualmente hay entre 15 y 20 duplas que participan de competencias mensuales y unas cinco escuelas que se dedican a dar clases de agility en diferentes partes de Montevideo y Ciudad de la Costa.
Los diez grupos (más uno) de razas
La FCI clasifica las razas caninas en 10 grupos, cada uno de ellos con características específicas que los distinguen de los demás.
Grupo 1: Perros de pastoreo y perros boyeros. Ejemplo: collie, australian shepherd, welsh corgi Cardigan, border collie.
Grupo 2: Perros tipo pinscher y schnauzer, molosoides, perros tipo montaña y boyeros suizos. Ejemplo: bóxer, boyero de Berna, dobermann, gran danés.
Grupo 3: Terriers. Ejemplo: fox terrier, Jack Russell, yorkshire.
Grupo 4: Teckels. Ejemplo: los dachshund (comúnmente conocidos como perros salchichas).
Grupo 5: Perros tipo spitz y primitivo. Ejemplo: akita, basenji, samoyedo, pomerania, siberian husky.
Grupo 6: Perros tipo sabueso, de rastro y razas semejantes. Ejemplo: basset hound, beagle, rhodesian ridgeback.
Grupo 7: Perros de muestra. Ejemplo: setter inglés, irlandés o gordon; bretón español.
Grupo 8: Perros cobradores de caza, perros levantadores de caza y perros de agua. Ejemplo: cocker, golden retriever, labrador.
Grupo 9: Perros de compañía. Ejemplo: caniche, bichon frise, maltés, bulldog, chihuahua.
Grupo 10: Lebreles. Ejemplo: afgano, whippet, borzoi, saluki.
Hay un Grupo 11 de razas no reconocidas: no presentadas o que no llegan a las condiciones mínimas.
Bien vestidos
“La función del grooming es vestir al perro para trabajar”, define Walter Rodríguez, presidente de la Comisión de Grooming, que podríamos traducir como peluquería canina. “Es el término que se ha establecido a nivel mundial para que se entienda en todos lados”, apunta quien tiene local propio y también es juez de caniches y westies.
Si bien aclara que el perro perfecto no existe, hay una serie de estándares que rigen en todo el mundo que detallan punto por punto cómo tiene que ser un perro según su raza. Entre esos estándares figura el pelo: tipo de textura, el largo, el color. “El manto en general”, sintetiza Walter y enfatiza que no se trata de un mero requisito estético, sino que ese pelo le permite al animal cumplir una función.
“Por ejemplo, los perros cazadores como el fox terrier, que se meten en una madriguera y pelean con un bicho, deben tener un pelo duro que lo proteja o una barba que le sirva para cuando va a morder a su presa”, explica el groomer y agrega que las exigencias existen hasta para un animal de compañía.
Walter, que además representa a Uruguay ante la FCI y es miembro de la Comisión de Grooming de Américas y el Caribe, comenta que el grooming es una disciplina que se ha popularizado muchísimo —“en el sudeste asiático es una de las industrias que recauda más dinero”, dice— y que además genera muchas fuentes de trabajo de inserción rápida. “Es algo de lo que se puede vivir muy bien”, asegura.
El KCU dicta cursos al respecto y organiza competencias (hubo una el pasado 30 de agosto y habrá otra internacional en Colonia en octubre).
Más allá de todas estas comisiones, el KCU es además una institución que pone mucho énfasis en los vínculos. En el año organiza reuniones de camaradería y un encuentro de cierre en el que queda establecido un ranking de perros según categorías.
“Siempre está ese ida y vuelta de acompañarnos en este camino de la crianza responsable, que lleva mucho tiempo y trabajo”, resume Paola Ormando.
Polémicas que se evitan con políticas públicas
“Somos proteccionistas de las razas, no queremos que se extingan”, deja en claro Adrián Landarte al abordar las polémicas en la que a veces se ve involucrado el KCU. “Los criadores amamos a los perros y casi todos tenemos perros rescatados de la calle. Además, tratamos de ayudar a las protectoras de animales que hacen un trabajo invaluable para la sociedad”, señala el presidente del KCU. “Estamos contra la cría y la venta irresponsables, y contra el contrabando”, agrega.
Por ese mismo camino va la criadora y jueza Carmen Romero, que apoya tanto la compra como la adopción. “La solución no es decir ‘que no haya más criadores’ o ‘castremos a todos los perros’ porque sino las futuras generaciones no van a conocer a los perros. La idea es tratar de entender y no estar en los extremos”, sostiene. Además, destaca que hay razas preparadas genéticamente para hacer determinadas tareas que no hace un perro cualquiera, caso de un lazarillo.
En cuanto a las críticas que reciben por vender perros de raza, explican que ese dinero se invierte en mejorar las razas o en realizar estudios genéticos.
Para Adrián todo pasa por contar con políticas públicas que eduquen. “De nada sirve obligar a castrar o a microchipear sino existe la cultura de la cría responsable, de la protección, del cuidado y del bienestar de los animales. Lo más importante es trabajar todos juntos: protectoras, gobiernos, entidades, criadores... para luchar contra el abandono y los perros en la calle, que en Uruguay es una vergüenza total. Hay que buscar un cambio de cabeza”, sentencia.