Pedro Luís, el convocador de "galeras" y voz inquieta de la música brasileña que llega por primera vez a Uruguay

El artista carioca, creador de los grupos Pedro Luís y A Parede y Monobloco llega por primera vez en formato solista. Antes de su concierto, el viernes en la Sociedad Urbana Villa Dolores, charló con Domingo.

Pedro Luís
El músico y compositor brasileño Pedro Luís.
Foto: gentileza

En la casa de Pedro Luís, en Rio de Janeiro, la música no era un adorno, era el aire mismo. Séptimo de nueve hermanos, creció entre guitarras y voces, sobre todo las de sus hermanas. “La tercera era la más cercana a mí y fue como una madre musical, porque cantaba en festivales con cierta prominencia. Eran los años 60, justamente la época de los festivales, entonces verla cantar ahí, donde aparecían nuestros ídolos de la música popular brasileña, era encantador”, cuenta el músico en charla con Domingo.

Desde chico miraba fascinado. Intuía que esas canciones podían transformar algo, la política, la vida cotidiana, los amores que todavía no conocía. Su padre, juez laboral con un costado poeta, llenaba cuadernos de versos medidos, de rima cuidada. En ese hogar, la poesía era tan natural como la guitarra que pasaba de mano en mano. Pedro aprendió pronto a unir las dos cosas: tomar un verso y hacerlo vibrar en forma de canción, probar acordes hasta hallar el tono justo, sentir que las palabras respiraban distinto cuando se volvían música.

De esa herencia nació un artista que nunca se conformó con un solo género. Pasó de un coro experimental a la banda del Circo Voador —legendario espacio cultural carioca—; de la furia punk paulista a la sofisticación de la Música Popular Brasileña (MPB, el movimiento que dio figuras como Chico Buarque); de la intimidad de la guitarra solitaria a los carnavales multitudinarios de Monobloco (grupo de percusión). Compartió escenarios y discos con artistas de la talla de Ney Matogrosso. Y ahora, con más de cuatro décadas de canciones, llega por primera vez a Montevideo para presentarse en la Sociedad Urbana Villa Dolores. La cita será el próximo viernes, 10 de octubre.

Pedro Luís.
Pedro Luís llega por primera vez a Montevideo.
Foto: gentileza

Trae bajo el brazo su último disco, E se tudo terminasse em amor?, sembrado durante la pandemia y que hoy se ofrece como respuesta luminosa a tiempos ásperos. También desembarca con una novedad compartida: una colaboración junto a Lucía Romero —voz emergente de la escena local—, un puente con Uruguay que pronto se consolidará en escena.

Ser un galerista

Algún día un periodista lo definió como un “galerista”, no en el sentido de las artes plásticas, sino por su gusto y talento para reunir grandes grupos (galeras). Y es que el camino de Pedro está marcado por la creación colectiva y cruzar continuamente un puente entre Río y São Paulo. Su primera aventura grupal fue una banda de liceo en plena dictadura. Allí cantaban canciones de protesta y transitaban por un repertorio latinoamericano que iba de Violeta Parra a Mercedes Sosa. Poco después llegó su paso por Cobra Coral, un coro vanguardista que mezclaba canto, expresión corporal y teoría musical en una época en la que los coros rara vez se salían de lo convencional.

La música pronto se volvió sostén. En São Paulo integró la última obra del grupo teatral Asdrúbal Trouxe o Trombone, referencia ineludible de la escena brasileña de los 70. En esos cruces, conoció el festival Começo do Fim do Mundo, epicentro de bandas punk de la capital y su periferia. “Fue abrumador. Todo mi background de MPB fue impactado por ese rock básico, con pocos acordes, con un beat vigoroso y un mensaje político conciso”, recuerda.

Ese tránsito, entre la lírica de la MPB y la crudeza del punk, consolidó una convicción: nunca limitarse a un único lenguaje. “Luiz Melodia fue un faro. Cuando le preguntaban por qué él, siendo un músico negro del Morro de São Carlos, no hacía samba —que en realidad sí hacía, y hermosos—, respondía: ‘Todo me interesa’. Esa frase me representa. Yo también quiero absorber distintos lenguajes para dar plataforma a mi poesía”, dice rescatando a una figura esencial de la canción brasileña.

De São Paulo volvió a Río con nuevas canciones y armó Paris 400, banda con la que grabó su primer demo. Luego vino Urge, y más tarde un proyecto que marcaría su historia: Pedro Luís e A Parede. Nació casi de casualidad con un encargo para musicalizar un cumpleaños con temas bailables. Pedro convocó amigos, armó arreglos y pensó en una formación con tres percusionistas en lugar de batería. “Quería que todos estuviésemos en lo mismo, que fuéramos como una ‘pared de sonido’”, recuerda. El nombre quedó, y poco después una discográfica los fichó. El experimento se transformó en un lenguaje propio: MPB mezclada con rock, samba, reggae y ritmos afrocubanos, que produjo discos convertidos en calderas de ritmo como Astronauta Tupy y É tudo um real.

La experiencia colectiva alcanzó su clímax con Monobloco, surgido de un taller de percusión a finales de 2000. La idea era llevar sus canciones al formato de las escuelas de samba, con decenas de tambores sonando juntos. El cierre fue un desfile improvisado, y el éxito los llevó, al año siguiente, a sacar a la calle un bloco (como si una cuerda de tambores se multiplicara por diez) que con el tiempo se volvió multitudinario. Hoy, Monobloco convoca a cientos de miles de personas cada carnaval, mezclando ritmos como maracatu, samba y coco, en clásicos de artistas como Jorge Ben Jor, Alceu Valença o Tim Maia. “Una vez más, un tsunami colectivo pasó por mi vida”, resume el músico entre risas.

En su trayectoria solista, su último álbum, E se tudo terminasse em amor?, es quizás el más íntimo. El germen apareció en 2017, ante la escalada de violencia y polarización política en Brasil. Pero fue en 2020, cuando la pandemia lo encontró aislado en una casa de campo con sus perros, que comenzó a escribir las canciones que entrarían en el disco. “Era una guerra biológica, y también una guerra contra los incautos que no creen en la ciencia ni en las vacunas. Solo podíamos comunicarnos por las pantallas, que se fortalecieron como un instrumento, y es genial, pero tener solo eso fue algo muy difícil. El amor surgió como respuesta, como ejercicio necesario”, dice.

El resultado es un recorrido sonoro amplio, donde el amor aparece en todas sus formas: romántico, fraternal, hacia la vida misma. “Quería tocar botones de sensibilidad que estaban en desuso”, resume.

Debut montevideano

Pedro ya había pisado Uruguay en presentaciones puntuales, incluso con Monobloco, pero nunca bajo su nombre. La expectativa, dice, es grande. “Será la primera vez para conocer realmente a la gente, y tocar con mi guitarra y mi voz. Estoy feliz de llevar este repertorio”, comenta sobre el concierto del próximo viernes.

En escena sonarán piezas de su último álbum, pero también otras de larga trayectoria, y canciones de Luiz Melodia, a quien hizo tributo con el disco Vale quanto pesa. Además, estrenará su primera colaboración con la uruguaya Lucía Romero, nacida de un intercambio virtual de versos que viajaban por WhatsApp hasta volverse música. “Ella me mandó una estrofa, yo le respondí con dos, luego tres, luego cuatro… Fue un diálogo en canciones. Es apenas el comienzo de una relación musical muy rica”, adelanta.

Por primera vez en Montevideo, esa historia desemboca en un escenario íntimo. Allí, guitarra y voz serán los vehículos de una trayectoria atravesada por colectivos, mezclas, búsquedas y por un lema sencillo pero urgente: ¿y si todo terminara en amor?

Música, poesía y letras en Escaramuza

Además del concierto del viernes, Pedro Luís tendrá una cita especial con el público el sábado 11 de octubre, a las 21:00, en la librería Escaramuza, donde presentará su libro Amor, palabra que se canta. La actividad tendrá el formato de tertulia musical en la que compartirá escenario con Diego Presa, en guitarra y voz, y Lucía Romero, en teclado y voz, bajo la moderación de Diego Barnabé. Será, adelanta Pedro, una velada íntima donde poesía y música se entrelazan, recorriendo los puentes entre Uruguay y Brasil, revisitando linajes de la canción poética y rindiendo homenaje a autores que marcaron caminos. Una propuesta para celebrar la palabra, la canción y el diálogo entre orillas.

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