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"Escribir una historia es avanzar a ciegas"

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Inés Bortagaray es escritora y como guionista de cine obtuvo varios premios.

Escritora y guionista, fue premiada en Sundance y cada vez es más requerida para proyectos de cine internacionales. Ahora, también prueba suerte con su primera novela.

Inés vive en dos mundos. Uno es el de los quehaceres cotidianos, atender a los niños, darles de comer, llevarlos a la escuela. Y cuando vuelve a quedar a solas entra con pie inseguro en ese otro mundo que viene visitando desde hace años y del que a veces salen cuentos o guiones cinematográficos. Algunos de sus trabajos han recibido galardones importantes, tal como el premio al Mejor Guion que logró en el prestigioso Festival Sundance, que dirige Robert Redford. Pero ni este ni otros laureles han conseguido ponerla a salvo de las preguntas y abismales dudas que se le plantean cada vez que se lanza a crear un relato o un guion. "Cuando escribo siento que avanzo a ciegas, nunca estoy segura de lo que estoy haciendo, a veces pienso cómo me gustaría saber que quiero escribir un cuento y hacerlo de principio a fin", confiesa.

Lo cierto es que Inés Bortagaray (42) comenzó a abrirse paso como guionista y a comprometerse cada vez con más proyectos a nivel local y también internacional. Los reconocimientos no le han quitado una pizca de sencillez y aunque su carrera parece estar en su mejor momento no le faltan desafíos. Mientras reparte tiempos entre su familia, los compromisos de trabajo —ahora escribe una película que se rodará en el nordeste brasileño en coautoría con otra guionista—, las clases en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Playa Hermosa, se hace un espacio para su proyecto personal más ambicioso, su primera novela.

La aventura creativa tiene extraños recodos, recuerda Inés. Hace pocos días fue al estreno de Otra historia del mundo, la película que dirige Guillermo Casanova, con quien la coguionó y que está basada en una novela de Mario Delgado Aparain, Alivio de Luto. "Ese guion lo había escrito hacía más de diez años, al principio cuando fui a ver la película pensaba cuánto habrá cambiado de aquello que escribí. Y pude ver que prácticamente no habían cambiado nada", relata.

La crítica ha elogiado la película que, además, cuenta con dos de los actores uruguayos más destacados de los últimos tiempos, como lo son César Troncoso y Roberto Suárez. La propia historia del rodaje tiene su épica, un proyecto que costó más de una década ponerlo a correr en las calles de un pequeño pueblo del santoral de Canelones, donde se recrea al pueblo ficticio de Mosquitos que inventó Delgado Aparain. Hoy, el film es visto como uno de los más atrayentes del cine uruguayo.

Viejas matinés.

Para Inés este es otro capítulo de su largo romance con el cine, que empezó durante su infancia en Salto, de donde es oriunda. "Mi primer contacto con el cine fue en las matinés de los cines de Salto. Íbamos con mis hermanos (tiene tres, dos mujeres y un varón) y veíamos todas las películas que daban en aquella época", recuerda.

Sin embargo, esa temprana afición por el cine no es lo que más la marcó. Cuando tiene que pensar qué incidió más en su vida creadora se decanta por las lecturas. "En casa había muchos libros y mamá era profesora de Literatura en Secundaria, fue destituida por la dictadura, y ella fue siempre quien más estimuló la lectura en nosotros", explica.

Hace pocos días recuperó en su anterior domicilio los diarios que llevaba de niña. Entre los pequeños cuadernos con cuidada caligrafía encontró sus primeros cuentos y poemas. Pasa las páginas y sonríe con ternura como si viera los garabatos de sus hijos —Dino (4) y Antonio (2), pero que seguramente nutrieron sus primeros experimentos narrativos. Y casi pegado a ello sus lecturas infantiles, Louise Mary Alcott, Enid Blyton, Emilio Salgari, Julio Verne, Lewis Carroll.

De ese modo fue moldeando su vocación creadora hasta llegar a la universidad. "Cuando vine para Montevideo mi contacto con el cine pasó a ser Cinemateca, de alguna manera puedo decir que todo lo que sé de cine lo aprendí ahí", asegura cuando recuerda aquellos años.

Comenzó a estudiar en Ciencias de la Comunicación con la vaga idea de hacer periodismo. Pero pronto advirtió que esa no era su verdadera vocación y derivó hacia la "narración creativa", que incluía las herramientas audiovisuales.

Paralelamente comenzó a frecuentar el taller de Mario Levrero, una figura que recuerda con mucho cariño. "Muchos de nosotros aprendimos a encontrar nuestra propia voz", recuerda de esa experiencia.

"Otra cosa que conservo en la memoria son los paseos con Levrero, que solían ser desde su apartamento en 18 y Martín C. Martínez hasta 18 y Ejido, donde terminábamos casi siempre en la Feria del Libro. Ahí, Levrero sacaba un papel todo arrugado del bolsillo con los títulos de las novelas policiales que quería conseguir, gracias a eso conocí a autores maravillosos como Raymond Chandler, Dashiell Hammett o Rex Stout", recuerda.

El gusto por esas novelas policiales que le impusiera Levrero cobra ahora otras dimensiones cuando como guionista se ve en la necesidad de trabajar con el género en cine.

"Trabajo con una colega que vive en Brasil y un director que está en Berlín, y estamos en contacto permanente a través de correos electrónicos. Es increíble la cantidad de cosas que tuve que leer y aprender para trabajar en este guion", dice. La película, de la que puede adelantar muy poco por cuestiones de confidencialidad, es un policial que transcurre en el convulso nordeste brasileño, una región particularmente golpeada por la violencia criminal.

Pero la carrera en el mundo del cine siempre ha sido una línea sinuosa para Inés. En 2004, cuando un grupo de sus amigos de facultad conformó la productora Control Z, ella terminó involucrada de lleno en la producción de uno de los éxitos históricos de la cinematografía nacional como lo fue Whisky —dirigida por Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll—. El rodaje de esa película constituyó para Inés toda una experiencia, ya que fue asistente de dirección y pudo ver de cerca por primera vez la producción de un film.

También le dejó aprender cuál era el lugar que quería tener en ese mundo. "Trabajar en un guion lleva mucho tiempo, es bien distinto que trabajar en la escritura de un cuento o una novela, que es algo más solitario. En el caso del guion necesitás conversar mucho, sobre todo porque a veces hablando se van aclarando las ideas", reflexiona.

De ese intercambio nacieron películas de notable originalidad como Mi amiga del parque, que coguionó junto a Ana Katz, quien también tiene un papel en la película, y que le valiera el premio al Mejor Guion original en el Festival Sundance de 2016. Una historia sobre dos amigas, una que se cuestiona sobre su papel de madre y otra que ofrece una visión totalmente opuesta sobre el punto.

Pero si todas estas experiencias reafirmaron a Inés en su vocación creativa, hay espacios que por ahora no se plantea ocupar en el mismo terreno.

—¿Alguna vez te planteaste la posibilidad de, además de guionar, pasar a dirigir una película?

—No me lo planteé porque me siento muy cómoda con la escritura, con el trabajo de escritorio, con el silencio que rodea la escena y la tarea. En el caso de los guiones lo cierto es que me gusta mucho trabajar en equipo, disfruto mucho del intercambio y la posibilidad de encontrar resistencia y poder pulir las ideas en el diálogo con la otra persona (que suele ser quien dirige). Ese debate es algo que aprecio mucho porque soy muy dubitativa. La posibilidad de estar al frente de un proyecto que debo sostener por muchos años, tomando tantísimas decisiones, convenciendo a tanta gente en el camino, me resulta casi desesperante, no creo poder hacerlo.

Pero mientras tanto los proyectos continúan lloviendo sobre la mesa de trabajo de Inés. Una mesa móvil, que a veces es su casa, a veces un café, a veces su propio auto. Mientras trabaja en el guion de una producción internacional, ya conversa sobre un proyecto para una serie de ficción televisiva. Y también trabaja en la novela que espera terminar a fines de este año. En tanto, en el otro mundo sigue siendo madre, esposa, vecina, una mujer que eligió crear como forma de vida.

SUS COSAS

Viejas películas.

El gusto por el cine clásico es una de sus mayores aficiones. Una de las últimas "joyitas" que le permitió renovar sus "votos" fue un filme de Jacques Tourneur de 1942, La mujer pantera o La marca de la pantera (Cat People), según la traducción, un clásico de terror precedido por un poema de John Donne como epígrafe.

De paseo al parque.

Con la bici, el monopatín y el mate, Inés y su compañero Santiago salen a pasear por alguno de los espacios verdes de la ciudad. El predilecto de la familia es el Jardín Botánico del Prado, que visitan cada vez que les es posible y que el tiempo acompaña. Un paseo que para Inés está cargado de las reminiscencias de su infancia en Salto.

Al volante

Manejar es una de las aficiones de Inés, disfruta haciéndolo más allá de la necesidad de trasladarse de un lugar a otro. Cree que maneja bien. "El auto es un poco mi oficina, a veces trabajo ahí. Me llevo la computadora y escribo", cuenta. Oficina rodante, espacio de escritura, o momento para despejarse según el día.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Inés Bortagaray es escritora y como guionista de cine obtuvo varios premios.

INÉS BORTAGARAYRENZO ROSSELLO

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