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El director de orquesta que recibió Medalla de Oro al Mérito Artístico junto a otras 40 personalidades y que ya no quiere dirigir en Uruguay

Roberto Montenegro estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica del Sodre en los 90 y no quiso repetir por problemas que aún persisten. Hoy solo dirige en el exterior y gana premios.

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Roberto Montenegro.
Foto: Francisco Flores.

En noviembre pasado el maestro Roberto Montenegro visitó en Madrid la casa de la artista, empresaria y mecenas española Mayte Spínola. Lo último que imaginó fue la grata noticia que iba a recibir: este año el Grupo Pro Arte y Cultura —fundado por Spínola en 1990— le entregaría la Medalla de Oro al Mérito Artístico. Uno más de los tantos reconocimientos que ha recibido este director de orquesta uruguayo y que le permiten hablar con propiedad tanto de música como de lo que le hace falta al Uruguay para estar en los primeros niveles de desarrollo del arte, especialmente en la música.

El galardón no fue solo para Montenegro, sino que también lo recibieron unas 40 personalidades destacadas en distintos ámbitos y que fueron reunidas el pasado 1° de abril en el edificio Nasdaq de Nueva York para una gala en que se brindó una conferencia sobre inteligencia artificial, se festejaron los 80 años de Spínola y se sacó una foto colectiva en ese icónico punto de Manhattan.

“Estaba la hija del ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, Karenna Gore, que preside una fundación de protección del medio ambiente; Carolina Herrera por sus perfumes, y el doctor Valentín Fuster, un médico cardiólogo sumamente prestigioso”, menciona a Domingo Montenegro sobre algunos de los premiados.

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Personalidades premiadas por el Grupo Pro Arte y Cultura.

Y las repercusiones de la medalla ya comenzaron a hacerse sentir. “Ya tuve algunas reuniones. Con Karenna Gore estuvimos hablando para hacer algo en el futuro y también tuve contactos para hacer una gira con una de las grandes orquestas europeas por todo Estados Unidos”, cuenta.

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Medalla de Oro Mayte Spínola al Mérito Artístico.

De eso trata el trabajo de Montenegro actualmente, dirigir orquestas por el mundo porque en Uruguay, país en el que reside aunque está poco, decidió no hacerlo más. Fue director titular y artístico de la Orquesta del Sodre entre 1990 y 1994, un cargo que aceptó con fecha de vencimiento.

“Recuerdo que la entonces presidente del Sodre, la doctora Adela Reta, destacó que era la primera vez que veía en la administración pública un contrato de esa índole, en el que yo había hecho incluir una fecha final que no podía tener renovación. Todo el mundo quiere renovar. Pero yo tenía otras ambiciones y me fui con una cantidad de satisfacciones. Me acuerdo que en el último concierto la orquesta se puso de pie para aplaudirme”, destaca en diálogo con Domingo.

También recuerda que con la Orquesta Sinfónica hizo una gira visitando todas las capitales departamentales del país. “Fuimos al Teatro Larrañaga de Salto, al Teatro Florencio Sánchez de Paysandú, al Club Uruguay en Artigas, al Teatro 25 de Mayo en Rocha… y siempre con primeras figuras, no con lo que sobraba. A Colonia fuimos con Andrea Griminelli, el flautista que tocaba con Luciano Pavarotti; a Rocha con el violinista Dmitri Berlinsky, ganador del Concurso Paganini, y la gente se emocionaba. Tengo el mejor de los recuerdos, pero es una tarea terminada”, sentencia.

¿Por qué es tan tajante? Montenegro responde que aún hoy persisten los mismos problemas que había hace 25 o 30 años y que no permiten que el Uruguay tenga una Orquesta Sinfónica que sea referente en el mundo.

Por ejemplo, menciona el hecho de que la mayoría de los miembros de la Orquesta Sinfónica lo son también de la Orquesta Filarmónica Municipal de Montevideo. “Cuando yo asumí me guié por las grandes tradiciones uruguayas donde la orquesta era un referente de la cultura del país. Intenté mantener esa tradición de la música clásica de excelencia y que al Uruguay vinieran los mejores, y había momentos en que era muy difícil tener el instrumento orquesta en el nivel para esos mejores. Ojo que hay músicos muy preparados, pero trabajar siete u ocho horas por día con repertorios diferentes, con directores diferentes no es lo ideal. Lo que yo le decía en ese momento a la doctora Reta es que tenía la sensación de que un concierto se hacía con la finalidad de poder archivar un expediente y para mí la música y el arte son otra cosa. Y en lo que refiere a la música, no transo con nada”, enfatiza.

Otro aspecto con el que no está de acuerdo es con mezclar la cultura universal con la cultura popular, que para él son complementarias pero no la misma cosa. “A mí me gusta una murga, el candombe, pero la Quinta Sinfonía de Beethoven es otra cosa. La cultura universal tiene que estar siempre latente en países como el nuestro de cultura occidental, mantener ese rigor técnico. Después, que pongamos de repente Piazolla o Guastavino, bienvenido sea, pero siempre con la meta de las grandes manifestaciones de la cultura universal”, insiste.

También se opone a esa filosofía uruguaya de que todo se saca con garra. “Las cosas se sacan con conocimiento. No hay lugar para la viveza criolla, en el mundo civilizado no es así. Tendríamos que estar exigiendo para las nuevas generaciones, pero no una disciplina militar, sino exigir rigor técnico, excelencia y que cada día tengamos que saber más”, opina.

Señala que actualmente lo que ve son demasiados números, aunque aclara que no lo dice con ánimo de crítica. “Hicimos 20 conciertos más que el año pasado, hay 30% más de esto, 15% menos de lo otro… ¿Pero qué significa eso en el arte? ¿Qué significa la Capilla Sixtina con más o menos?”, analiza.

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Roberto Montenegro y Mayte Spínola.

Buenos recuerdos

Este año se están cumpliendo 20 años de la versión oficial del Himno Nacional grabada por Montenegro por decreto del Poder Ejecutivo. “Fue una modernización, con los adelantos técnicos que había en los estudios de grabación. Trabajé fuerte con la orquesta para lograr una sonoridad y sobre todo una ejecución sinfónica. Fue muy emocionante que en los Juegos Olímpicos de Pekín el cronista musical del diario The Guardian, que escuchó los 250 himnos, pusiera al uruguayo en el primer lugar”, apunta.

También guarda la satisfacción de que habiendo sido un muy joven director de orquesta con 34 años, haya tanto músicos como espectadores que hoy le mencionan conciertos específicos dirigidos por él. “O sea que quedó algo y que hay cosas que se podrían mejorar si se quiere, pero siempre con la pasión y el respeto por el arte; en mi caso, por la música”, señala.

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Premio Jerusalem 2004.

Se confiesa un agradecido de las cosas que le han sucedido, fundamentalmente el hecho de haber conocido y haber sido alumno del maestro Sergiu Celibidache, uno de los grandes directores del siglo XX.

“Fue lo máximo que me pudo haber sucedido porque me mostró una nueva dimensión en el mundo de la música. Era un hombre muy exigente y yo continúo los pasos de la enseñanza de su técnica. Él desarrolló la fenomenología y la aplicó a la música, eso ha sido realmente muy importante”, destaca quien estudió 8 años en Alemania, entre otros destinos.

El director se queda especialmente con una de las definiciones de Celibidache sobre qué es la música, aprendida en sus clases: “No son notas, es un estado de ánimo, es energía”. “Son cosas muy importantes de transmitir a un alumno para que un concierto se transforme en un acontecimiento o un momento de reflexión o de oración. El espíritu es lo más importante”, concluye.

Docente

Dicta clases online en la Universidad de La Rioja

Formado entre Montevideo y Europa, con presentaciones muy recordadas en distintas partes del mundo (por ejemplo, dirigió la Orquesta Internacional Shira en los 50 años de la Filarmónica de Israel, alternando con su mentor Aldo Ceccato y con Zubin Mehta) y varios premios en su haber (Jerusalén 2004 y el Mozart Jubileo Tercer Milenio, entre otros), Roberto Montenegro compagina sus conciertos y giras por todo el mundo con sus clases como profesor de Técnica Avanzada de Dirección dentro del Máster de Formación Permanente en Dirección de Orquesta de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), España.

Lo curioso del tema es que las dicta en forma virtual desde Montevideo. “Fue algo que surgió por la pandemia.Yo les digo a mis alumnos que enseñar dirección de orquesta online es lo mismo que querer enseñar a jugar al fútbol online. O sea, tenés que estar después en el lugar de la experiencia, en el podio, subir ante una orquesta y escuchar qué es lo que sucede. Como son todos profesionales entienden perfectamente la teoría, pero tenemos un encuentro presencial dos veces por año”, explica.

La UNIR es la principal universidad online del mundo, con más de 100 mil alumnos. El máster en que enseña Montenegro va por la sexta generación, pero anuncia que para la próxima la formación de un director de orquesta va a pasar a ser de grado, o sea de cuatro años, y se va a partir de cero.

Las clases se dan en relación con la Orquesta Filarmónica de Madrid y desde hace un tiempo en vínculo estrecho con la Universidad de Andorra.

“Lo bueno es que la clase presencial con la orquesta es grabada, o sea que los estudiantes se van con un material que pueden presentar para conseguir un trabajo, algo que es caro asumir en forma individual”, explica sobre una carrera en la que se incluye la materia “gestión”.

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Roberto Montenegro.

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