Una boda al atardecer en una playa del Caribe o en un palaciego castillo europeo junto a los seres queridos en una experiencia de varios días. Es un sueño de muchos novios que varios uruguayos han logrado cumplir. Lo interesante es que en el proceso les abrieron la puerta a compatriotas que encontraron un mercado de trabajo fuera de fronteras. Lo que sigue no son historias de bodas soñadas, sino historias de uruguayos que al ayudar a desarrollarlas generaron o concretaron sueños propios que quizás, a priori, no imaginaron tener.
Es lo que busco
Mateo Boffano (34 años) se dedica a la fotografía de bodas desde 2014 al frente de Boffano Studios. Un día, una uruguaya que se iba a casar en los Estados Unidos con un estadounidense le preguntó tímidamente si él iba a estar en ese país en determinada fecha. “Fue una especie de ‘sé que es imposible, ¿pero podés?’ Mi respuesta fue: ‘Es lo que estoy buscando, es lo que quiero’”, recuerda el fotógrafo.
Fue así que en 2018 comenzaron las bodas en el exterior para un estudio que hoy cuenta con 15 fotógrafos, 13 países recorridos y más de 700 bodas fotografiadas. Y desde el año pasado sumó una sucursal en Barcelona.
“Al principio las bodas eran con un uruguayo o una uruguaya involucrado, hasta que se empezó a ver en las redes que nosotros íbamos de viaje. Entonces la gente empezó a decirme, ya no tímidamente sino directamente, ‘che, Mateo, me caso en Madrid en setiembre, ¿cómo es el tema?’”, cuenta quien, desde entonces, comenzó a armarse calendarios de bodas cercanas en el tiempo y en destinos próximos.
Es así que cuando termina la temporada fuerte de bodas en Uruguay —entre octubre y abril, aproximadamente—, pasa a la temporada fuerte en el hemisferio norte —de mayo a setiembre. “Es como que no tengo descanso”, dice. Son un promedio de entre 70 y 80 bodas anuales, de las cuales unas 10 son fuera de fronteras.
El boca a boca o la experiencia vivida en cada boda determinó que lo empezaran a contactar nativos de los distintos países para su propia boda; es decir, ya no fue necesario un uruguayo casándose.
“Y después pasó algo mejor, que fue que las wedding planners comenzaron a llamarnos”, acota.
Fue en ese momento que le ocurrió algo muy curioso con una wedding planner que le dio una de las primeras lecciones del trabajo en el exterior. Mateo mandaba presupuestos y los rechazaba todos, entonces le preguntó cuál era el problema. “Lo que pasa es que acá tus precios son muy bajos y se considera algo malo. Deberías subirlos”, fue la respuesta. A partir de ese día cobra dos o tres veces más de lo que cotiza una boda en Uruguay.
Vale aclarar que en ese precio incluye el pasaje y la estadía, algo que decidió hacer también para poder administrar él mismo los tiempos y contemplar el necesario descanso entre un trabajo y otro. En este sentido hay que tener presente el concepto destination wedding, que es esa modalidad muy extendida de convertir al casamiento en una experiencia que abarca varios días e instancias. Eso pasa mucho con las bodas en las que hay invitados de otros países. Entonces tenemos la preboda, la boda o fiesta propiamente dicha, la despedida y a veces algún encuentro más.
Mateo sostiene que eso le sirve mucho para poder conocer más a la pareja que se casa y a su familia, y así conseguir mejores fotos. “A veces nos volvemos muy amigos de estas personas porque estamos varios días conviviendo”, alega y enseguida recuerda la vez que perdieron el vuelo de regreso y terminaron invitados al primer día de la luna de miel de la pareja que los contrató, que era nada menos que en un hotel cinco estrellas, arriba de un volcán en unas termas. “Todo pagado por ellos”, apunta.
Está claro que el libro de anécdotas se agiganta con tanto evento con costumbres que varían según la cultura. Por ejemplo, el fotógrafo evoca la boda en Estados Unidos que terminó con la presencia de la Policía porque se había extendido más de lo que se habitúa en ese país (era de novios uruguayos) u otra en Holanda en la que la fiesta fue una kermesse de juegos.
Tampoco se olvida de alguna que otra metida de pata, como la vez en que le explicaron en un “inglés muy holandés” que no podía hablar de la madre del novio porque había fallecido hacía poco. “No entendí y lo primero que dije cuando vi a una mujer mayor fue ‘vos debés de ser la madre del novio’. Enseguida empezaron a hablarse en holandés entre ellos. Fue muy, muy incómodo”, señala quien en otra oportunidad tuvo que socorrer a una novia que se había quemado el pie con el agua de la plancha. “Por suerte tenía gasas y curitas”, comenta en charla con Domingo.
El fotógrafo está por concretar una boda en Sri Lanka y sabe que en 2026 viajará a una isla griega que no tenía idea que existía, por lo que aprovechará para conocerla con su esposa y su pequeña hija.
Son vivencias increíbles que él intenta que no lo alejen de la realidad. “Muchas veces con mi equipo nos repetimos ‘miren dónde nos trajo el trabajo: a esta isla, a este volcán, a esta playa, a esta montaña... Tenemos que saber dónde estamos”.
De Cardal al mundo
Cómo iba a imaginar Elías Gómez (28) que cuando con 15 años, en su Cardal natal (Florida), le sacaba fotos a sus amigas o registró su primera fiesta de quinceañera, iba a terminar trabajando en bodas fuera del país y más tarde convirtiéndose en un reconocido videógrafo además de director audiovisual de artistas de Universal Music México.
Con 18 años se animó a escribirle a Mateo Boffano, quien lo invitó a sumarse a su staff de fotógrafos. “Me voló el cerebro, me encantó, fue increíble”, rememora. Por esos años conoció a un videógrafo brasileño que lo encandiló y decidió pasarse a ese rubro, siempre como integrante de Boffano Studios. Hasta que sobre fines de 2020 le surgió la posibilidad de trabajar con un artista de México, dejó el estudio en muy buenos términos y estuvo dos años viviendo en ese país.
“Eso me abrió un montón de puertas porque me conecté con wedding planners, fotógrafos y videógrafos mexicanos, y empecé a tener muchas más bodas en México”, comenta quien desde hace 10 años se ocupa de filmar cada casamiento desde sus preparativos hasta que termina, sea un día o sean los varios que insume una destination wedding.
Llegó a las bodas de Estados Unidos gracias a que lo contactó una fotógrafa uruguaya y alcanzó a tener unas 12 en un año. También trabajó en España y en Guatemala, la mayoría de las veces con novios de esos países, sin uruguayo de por medio. La pandemia, aunque parezca mentira, lo ayudó a poder organizarse mejor para cumplir con bodas acá y allá.
Por lo general, viaja solo y en cada país cuenta con gente que lo asiste como segunda cámara. “Al principio filmaba solo, me adapté a una dinámica de filmar a tres cámaras y estaba divertido”, señala.
Hoy prefiere tener ayuda, así uno está en los preparativos de la novia y el otro, en los del novio.
“Más allá de filmar, tenemos que tener un buen audio, un registro de sonido muy limpio por si los novios se escriben cartas o votos, hablan en la ceremonia o justo aparece de sorpresa un amigo que no ven hace tiempo”, remarca.
Cada país, cada cultura, tiene sus propias características. En comparación con Uruguay o Argentina, las bodas de Europa o los Estados Unidos duran bastante menos horas y finalizan más temprano.
“Está más normalizado que los fotógrafos y videógrafos no se queden hasta el cierre. Muchas veces no tiene mucho sentido hacerlo cuando ya tenés todo el material que sabés que necesitás. Igual nosotros tratamos de acompañarlos hasta el final”, explica.
Trata de llegar a cada destino unos días antes del evento para saber más de sus protagonistas ya que la mayoría de las veces no los conoce personalmente. “Hacemos una especie de preboda, que es tener un registro previo en lugares lindos que ayuda un montón al resultado final. También tomar una cervecita, charlar. Se trata de entender que, si te están eligiendo, es porque les gusta tu trabajo y lo mínimo que podemos hacer es intentar conectar con ellos para poder luego transmitir mejor en video la esencia de la pareja”, destaca.
Esa reunión previa le faltó en una boda que tuvo en México entre dos chicas y que dio lugar a una de sus anécdotas más increíbles. Cuando llegó, las novias le pidieron que firmara un contrato de confidencialidad, lo cual no le llamó la atención porque se estila, sobre todo si hay famosos de por medio. Pero estando en la fiesta, en un momento comenzó a advertir que había más seguridad de la habitual, demasiados escoltas con armas, y además no se podía estar con celulares.
“Me terminé enterando que filmé la boda de la hija de una especie de narco, pero debo aclarar que conmigo se portaron de 10. Fue toda una experiencia, nunca había vivido algo así, con cosas que nunca había visto en un casamiento, como animales exóticos. Pero fueron de los clientes que quedaron más contentos”, resalta alguien que descansa poco en el año, pero no se queja porque asegura que ama su trabajo.
Sueño caribeño
Antonela Pérez (29) maquilla y además peina. Lo hace desde 2018, paralelo a sus estudios de medicina y cosmetología médica. “Cuando me quise acordar mi hobby se había transformado en un trabajo”, confiesa una de las maquilladoras que viene ganando muchos seguidores en redes.
Fuera de fronteras le tocó trabajar para un sueño que se repite bastante: casarse en el Caribe.
“Fue una clienta con la que ya había trabajado en varias oportunidades y habíamos generado un vínculo más allá de lo profesional. Le gustaba la idea de que el casamiento no fuera una instancia solamente de unas horas, sino que durara más días y coordinarlo con toda la familia y los amigos. Querían disfrutar de la experiencia de una destination wedding”, cuenta sobre lo que se transformó en tres instancias de maquillaje: preboda, boda y brindis el último día.
En esta oportunidad, en lo que a su trabajo refiere, tuvo que controlar aspectos como un clima muy húmedo, diferente al uruguayo, así como también tener presente que la novia no quería un estilo tan trabajado de maquillaje como suelen lucir las mexicanas.
Su próxima boda en el exterior será en Punta Cana (República Dominicana) y también es el sueño de una destination wedding, en este caso de una novia argentina. Allí aprovechará para tomarse una semana de descanso, algo que se puede permitir porque cuenta con un equipo de trabajo que la respalda. “Dicté clases durante tres años y allí fui generando un vínculo con alumnas con las que hoy tengo el placer de trabajar”, afirma.
Acompañar y entender
Consi Nicola (30) se especializa en maquillaje para novias desde 2016 y es de las más requeridas del Uruguay. Maquilla desde 2012; primero aprendió en forma autodidacta, con tutoriales de YouTube, y luego cursó la carrera y se perfeccionó en España. Hoy cuenta con su propio estudio de maquillaje con seis profesionales a cargo, tiene una marca de zapatos y accesorios, y es influencer generando contenido en Instagram.
En lo que refiere a salir al exterior, por el momento solo lo ha hecho en tres oportunidades: para una boda en Argentina de una pareja uruguaya, que fue muy similar a un casamiento nuestro; otra en Miami, de una uruguaya con un ecuatoriano, que fue solo una ceremonia civil con fiesta, y la tercera en Londres, de una uruguaya con un inglés, la más extravagante de todas (ver recuadro). En todas ellas maquilló a la novia y a su familia, sumando a las amigas de la novia en el caso de Miami.
¿Cómo fue que terminó en esos eventos? “Los contactos me llegaron porque se trataba de uruguayos que, al estar en el exterior, querían estar acompañados de otros uruguayos en un día tan importante. No solo por hablar el mismo idioma, sino también por tener la contención de alguien que los entienda, ya que es un día de mucho nervio”, detalla Consi.
La profesional agenda novias con un año de anticipación y, en el caso de bodas en el extranjero, les arma un presupuesto que incluye pasaje, estadía y viáticos.
“En las destination weddings, por lo general no solo maquillamos para el día de la ceremonia, sino que cubrimos todos los días que tienen eventos para que les rinda la inversión”, aclara.
Es sabido que cuando se contrata una maquilladora para situaciones tan especiales, generalmente se hace una prueba previa. Pero si la novia no está en el país, la cosa se complica. Muchas veces pasa que son novias que veranean en Uruguay, entonces Consi aprovecha esa estadía para realizar pruebas, o sino recurre a una videollamada. Esto tanto por si tiene que ir a trabajar al exterior como si se trata de novias que llegan al Uruguay a casarse.
“En el caso de la novia de Londres, hicimos una videollamada de dos horas en la que fuimos conversando todo para entablar una relación. Me contó de su maquillaje, su estilismo, su vestido; me mostró fotos de ella maquillada y referencias de fotos de maquillajes que le gustaban… Y el primer evento internacional que tuvimos, que fue la preboda, funcionó como la prueba”, explica la maquilladora.
Consi suele terminar como una invitada más de la fiesta o los eventos relacionados, pero siempre a disposición por si hay que hacer retoques de su trabajo. En cuanto a tomar fotos, es algo que se conversa con los novios. A veces, cuando se trata de figuras públicas, debe firmar contratos de confidencialidad. Por lo general trata de llegar a un acuerdo para poder mostrar algo ya que su mayor medio de venta son las redes sociales y necesita nutrirlas de contenido.
“La novia de Londres, por ejemplo, no quería que reveláramos su identidad, pero nos dejó contar y fotografiar todo siempre y cuando no se viera quién era”, relata quien en esa oportunidad trabajó junto al estilista Diego Alfonso (43). “Con Diego jorobamos que ejercimos más de terapeutas que de maquillador y peinador”, rescata de una experiencia que la deslumbró.
La seguridad de viajar con los equipos en cabina
Un tema fundamental a tener en cuenta por parte de todos estos profesionales es el cuidado del equipamiento con el que viajan en avión.
El fotógrafo Mateo Boffano, por ejemplo, tiene bien aceitada la costumbre de declarar en la aduana uruguaya todo lo que lleva y así ahorrarse dolores de cabeza al regreso. También toma la precaución de llevar todo con él y no despachar nada en bodega porque puede perderse en el camino o llegar más tarde.
El videógrafo Elías Gómez intenta hacer lo mismo, con el argumento a su favor de que las baterías de litio no pueden viajar en bodega.
Ambos procuran subir el material a la nube lo antes posible, para asegurarse de tenerlo, y arman pequeños adelantos para que los novios vayan viendo y no se impacienten.
Por el lado del estilista Diego Alfonso, se lleva lo básico con él (secador, cepillos), pero inevitablemente tiene que despachar tijeras y todos los elementos cortantes porque está prohibido que viajen en cabina.
La maquilladora Consi Nicola se arma un pequeño maletín de acuerdo a las necesidades que tendrá y que es con el que usualmente maquilla a domicilio en Uruguay. No lo despacha en bodega, sino que viaja con ella en cabina para evitar extravíos. Antonela Pérez coincide con esta práctica.
No meterse en el bolsillo
Diego Alfonso es un reconocido profesional que no solo ha peinado en bodas y bat mitzvá en el extranjero, sino también en muchos eventos internacionales entre los que se encuentran entregas de premios. Por ejemplo, se encargó del look de Natalia Oreiro para uno de los Premios Platino celebrados en Madrid. Hace 23 años que es peluquero.
“Si hay algo que aprendí en este mundo es: nunca te metas en el bolsillo del cliente”, repite una y otra vez como máxima. “Hay gente que va a poder pagar el servicio, hay gente que no y, de alguna manera, vas entendiendo que hay mercado para todo y hay un mercado afuera que es muy fuerte. Para mucha gente sos lo ínfimo, lo más económico”, agrega sobre lo que tiene presente a la hora de pasar un presupuesto, que en su caso incluye la prueba de peinado, el tocado pronto si la clienta lo lleva e ir a peinarla al lugar donde se viste.
Destaca que, en definitiva, lo que el cliente necesita es que el profesional sea resolutivo y no se convierta en un problema. “Vos no te preocupes, yo voy, llego, estoy, te peino, te arreglo…”, es lo que les dice Diego y, si tiene que hacer el papel de malo ese día echando a todo quien esté alrededor alterando la paz buscada, no le importa, lo hace. Ojo, él llega con “la mejor energía del mundo”, pero si hay que actuar, actúa.
Esa forma de ser le ha permitido conseguir muchos de esos trabajos que otros considerarían imposibles. Así fue como, por ejemplo, llegó a la boda de Londres.
“La chica me escribe y me dice: ‘Diego, ¿vas a estar por Europa el 4 de agosto?’ Y le contesto: ‘No voy a estar, pero voy’. Entonces me pregunta si conozco a una maquilladora, le digo que sí y llamo a Consi, que me dice ‘¿te parece?’ ‘Boluda, ¡me parece tremenda experiencia!’” Y así, siendo proactivos, desembocaron en una destination wedding que jamás olvidarán.
Fue de esa foma que Diego terminó peinando a una novia que recién conoció cuando llegó a Inglaterra. Sabía que lo había elegido por su talento y experiencia, pero sabía también que en esa decisión pesó mucho tener a su alrededor gente que le hablara español y le demostrara afecto.
“Al final del día, yo lo que digo que más que un peinado, más que un maquillaje, esto es un acompañamiento. Vos estás siendo parte de un día mega importante donde manejás un montón de emociones”, resume sobre lo que le sucedió allá, le sucede acá y casi que puede asegurar que ocurre en cualquier lugar en los que estos profesionales uruguayos están pisando fuerte.
La extravagante e inolvidable boda de Londres
“La novia misteriosa”. Así define Consi Nicola a la uruguaya que le tocó maquillar este año en Londres, en la boda más extravagante que vivió hasta ahora. “Su identidad generó mucha expectativa en Uruguay, que si era una duquesa, que si era no sé qué…”, agrega entre risas quien viajó con el estilista Diego Alfonso para lookear a la joven que se casó con un inglés.
Diego lo describe como una “experiencia ridícula” para alguien que lo ve con ojos uruguayos, sobre todo porque esa boda se dividió en cuatro “mega eventos”.
El primero fue en la casa de la novia: “De repente, entrás a una mansión de cinco pisos con el Támesis de fondo”, detalla. El segundo fue una fiesta en otro lugar. El tercero fue la boda en sí misma, en los jardines de Cliveden House, una mansión palaciega del siglo XVII convertida en un hotel de lujo que fue todo reservado para que los invitados también se alojaran allí (hubo unos 60 invitados uruguayos). Fue el lugar donde la duquesa de Sussex, Megan Markle, se preparó para su boda con el príncipe Harry y donde tuvieron su noche de bodas. El cuarto mega evento fue una cena en un crucero por el Támesis, con una banda tocando.
“En la fiesta de Cliveden House entendí que más que el dinero, el lujo es el servicio. No era la ridiculez de tener millones de flores, sino que la novia se sentara a la mesa a las seis de la tarde, se abriera la puerta y entrara el maitre con 200 mozos, uno para cada invitado. O sea, la cena se le sirvió a cada invitado al mismo tiempo”, recuerda el estilista e intenta reproducir los sonidos de placer de los presentes degustando las preparaciones de un restaurante con dos estrellas Michelin.
Consi acota que la parte del baile tuvo lugar en otra zona del hotel, con música que mezcló todo tipo de estilos y que incluyó una banda de cumbia.
Lo más poético de todo o, si se quiere, digno de una comedia romántica inglesa, fue lo que ocurrió con la novia poco antes de la fiesta. La joven estaba muy amargada porque se largó a llover. “Ella lloraba y yo le decía: ‘¡Boluda, lo único que no pudiste manejar es esto!”, relata Diego. Como insistía en salir afuera para ver si seguía la lluvia, el peluquero le puso una gorra de baño y ella tomó un paraguas chino de papel. “Imaginate la escena”, comenta. “Entonces la metí para adentro y le dije: ‘ya hiciste todas las escenas que tenías que hacer. Dejate de ser ridícula y vení a terminar de aprontarte que te casás en unos minutos. Y se empezó a reír”. Diego había logrado su cometido.
Uruguay crece como destino de casamiento
Según los consultados para esta nota, hay una tendencia que viene en aumento, que es la celebración de bodas de extranjeros en Uruguay. Se da mucho con brasileños —sobre todo—, argentinos y paraguayos en Punta del Este, pero también se extiende a otras partes del país, como Carmelo, Colonia o incluso Montevideo.
“En la época de los 90 se dio mucho con argentinos y brasileños, con grandes fiestas, y ahora volvió a surgir”, cuenta Silvia Ruiz, que desde hace 10 años trabaja en el rubro decoración y más recientemente como wedding planner certificada.
“Hay una gran moda del lado de Brasil, que se gestiona con una wedding planner brasileña que contacta a una wedding planner de acá, como de apoyo”, explica. Sostiene que eligen nuestro país no solo por sus bellos escenarios, sino también como un destino seguro.
Para estas bodas, por lo general, Silvia conoce a los contrayentes poco antes de la ceremonia; todo se organiza a distancia por medio de videollamadas. “Todo es en base a confianza”, destaca.
Antonela Pérez aporta que de los siete años que lleva trabajando como maquilladora de novias, en los dos últimos ha nota el incrementro de extranjeros que eligen Uruguay para celebrar su casamiento. “Siento que tenemos un mercado en el que todos los profesionales se están destacando”, asegura.
El videógrafo Elías Gómez, por su parte, cuenta que lo contratan muchos clientes que quizás en Uruguay no son conocidos, pero que en su país de origen son, por ejemplo, importantes empresarios. “Contratan un charter para traer a todos sus invitados”, ejemplifica.