En un sector acostumbrado a la velocidad y a la lógica de avanzar sin mirar demasiado a los costados, una comunidad uruguaya decidió construir otra forma de crecer en tecnología. Open Web Uruguay (OWU) nació en 2014 de manera casi accidental, cuando un grupo de desarrolladores abrió un canal en Slack, una plataforma de mensajería pensada para el trabajo colaborativo. La idea inicial era sencilla. Coordinar la organización de la JSConfUY, una conferencia internacional sobre JavaScript (un lenguaje de programación) que cada año reúne a especialistas, profesionales y curiosos. Sin embargo, aquel canal, creado para resolver la logística de un evento puntual, empezó a atraer conversaciones, preguntas y nuevos participantes. Con el tiempo, dejó de ser solo una herramienta práctica y se convirtió en un punto de encuentro. Hoy reúne a más de 3.400 personas, con unas 500 activas todos los días.
Laura Rodríguez lo descubrió en uno de los momentos más exigentes de su carrera. En medio de un cambio laboral sintió la presión de las entrevistas técnicas y la incertidumbre del salto profesional. Sin embargo, al entrar a OWU conectó con personas dispuestas a compartir conocimientos sin reservas. Entendió que la sensación de soledad que a veces acompaña a quienes trabajan en tecnología no es obligación ni destino. Para ella, este colectivo es la prueba de que la comunidad puede acelerar aprendizajes.
“En OWU no hay gurús intocables ni figuras que se ubiquen en un escalón superior. Cualquier persona puede proponer una charla, incluso si está dando sus primeros pasos. La horizontalidad se sostiene en prácticas concretas. Siempre aparece alguien con una respuesta o con un contacto que puede ayudar”, cuenta.
Mauricio Mena, desarrollador desde 2011, vivió un proceso similar. Trabajaba remoto para una empresa argentina y, aunque tenía desafíos interesantes, le faltaba el contacto humano. “En OWU se encuentra un espacio técnico, pero ante todo humano. No importa tu experiencia: podés ser junior, senior o estar recién aprendiendo; siempre vas a encontrar alguien dispuesto a darte una mano. Y eso no es casualidad, es parte de la identidad que se fue construyendo con los años”, afirma.
El cruce de miradas y trayectorias diferentes, dice, es lo que sostiene a la comunidad desde sus inicios. Y algo que se mantiene en la actualidad como seña distintiva.
Ese espíritu se materializa en espacios específicos que hoy forman parte del funcionamiento cotidiano: cada mes organizan meetups presenciales con charlas, intercambios y afters que sirven como excusa para verse; una vez al año celebran la gran Meetup, un encuentro que reúne a todas las subcomunidades para compartir experiencias; tienen canales de soporte en Slack, con respuestas detalladas y seguimiento a los casos que aparecen; también canales, como jobs y for hire, donde se informan oportunidades laborales e incluso un canal llamado “autobombo”, donde comparten proyectos personales y, lejos de verse como un acto de ego, se valora como inspiración para otros.
A eso se suman grupos de estudio, propuestas de mentorías y proyectos autogestionados que nacen de mensajes privados y terminan en iniciativas concretas. Todo es sostenido por voluntarios que ponen tiempo y organización sin recibir por ello nada a cambio.
Mauricio destaca ese trabajo invisible. “Hay personas que gestionan eventos, moderan canales y acompañan conversaciones porque creen en el valor de lo colectivo”, comenta.
Colaboración como camino
Sostener esta cultura dentro de un rubro que tiende a la competencia es un desafío constante que Laura y Mauricio observan todos los días. “La industria empuja a veces hacia el rendimiento y el ‘aprender rápido o quedarse atrás’. Es una lógica que puede generar ansiedad, aislamiento e incluso síndrome del impostor”, dice Mauricio.
Ambos saben que lo colaborativo no se sostiene solo. En OWU, afirman, no es que la competencia desaparezca, pero sí se redefine.
“La pregunta no es ‘¿qué gano con eso?’, sino ‘¿qué puedo aportar?’, destaca la desarrolladora. Mauricio coincide y recuerda su propio proceso durante la pospandemia, cuando volvió a roles técnicos después de un período distinto. Sentía sus habilidades oxidadas y la ansiedad era alta. Varias personas lo acompañaron con mentoría y apoyo. Ese gesto marcó su confianza en la comunidad.
En un ecosistema que crece y se diversifica, OWU funciona como un puente para quienes recién ingresan al mundo tecnológico y, para quienes tienen más recorrido, ofrece la posibilidad de compartir experiencia, abrir puertas y fortalecer un sector en constante movimiento. Nada de esto elimina las tensiones que atraviesan al mundo IT. Sin embargo, ese trabajo cotidiano en comunidad mantiene la convicción de que la tecnología puede ser un territorio compartido y en movimiento, que se construye también gracias a quienes deciden seguir creando y aprendiendo de forma colectiva.
Una nueva meetup que fortaleció a la comunidad
El 19 de octubre OWU realizó una nueva meetup. La cita fue en el Sinergia Faro, en Montevideo y confirmó la vitalidad de la comunidad. Más allá de las charlas técnicas hubo demostraciones prácticas y conversaciones que continuaron antes y después de cada intervención. Participaron integrantes de varias subcomunidades, desde quienes trabajan con JavaScript hasta perfiles de testing y devops. Para muchos la instancia tuvo un valor especial porque permitió encontrarse cara a cara con quienes solo conocían por sus avatares en Slack. La organización corrió por cuenta de voluntarios que gestionaron oradores, logística y espacios. El encuentro, afirman Laura y Mauricio, dejó la sensación de que OWU crece en cada charla, pero sobre todo en esos momentos informales que consolidan vínculos y animan a seguir construyendo una comunidad donde aprender es siempre el punto de partida.
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